Syria despertó sobresaltada a medianoche en su habitación sintiendo una fuerte perturbación al tocarse el pecho, por lo que corrió al aposento contiguo para comprobar el estado de Bubba. Se tranquilizó al verlo dormido, sano y salvo, pero la preocupación aún rondaba en su mente cuando volvió al dormitorio de la posada que ambos arrendaron. La xeroniana se dijo a sí misma.
—«Algo terrible acaba de suceder, muchos gritos, fuego y destrucción. El enemigo está muy cerca, así que saldremos temprano a primera hora».
Al despuntar el frío sol austral, los jóvenes retomaron la senda donde cada vez más se acercaban a su objetivo, no obstante, Bubba notó que su compañera no era la misma que la tarde anterior narró su vida al verla seria y nerviosa.
—¿Syria, qué te sucede? Amaneciste algo extraña hoy, ¿hice o dije algo que te haya ofendido?
La joven se detuvo pensando en que Bubba no merecía recibir tan drástico cambio, por lo que explicó su situación.
—No, Bubba, no tienes culpa de nada. Anoche desperté alterada porque experimenté una sensación de premonición o de algo que estaba aconteciendo. Era como si muchas personas eran aniquiladas pidiendo ayuda en vano. Fui a ver a tu habitación y felizmente observé que dormías plácidamente; sin embargo, no pude pernoctar bien el resto de la noche al pensar en aquello que sentí.
—Tú tienes la energía cósmica mejor desarrollada que yo, puesto que no es ansiedad por lo que estamos viviendo, sino que algo horrible pasó y fuiste capaz de distinguirlo. El enemigo nos acecha y en cualquier momento caerá sobre nosotros.
—Eso mismo pienso, por eso es perentorio continuar raudamente ya que Cyrania está a escasos kilómetros sólo separándonos el cerro McKay. Tú debes llegar a como dé lugar a la fortaleza, del resto me encargo yo.
—Yo también puedo pelear. No te dejaré sola en esto.
—Agradezco tu nobleza, pero el objetivo es primordial, así que como xeroniana de los nueve, mi obligación es protegerte contra todo ataque enemigo. Ahora no perdamos el tiempo y sigamos adelante.
Los jóvenes encendieron su energía cósmica y corrieron sobrehumanamente a través de los campos patagónicos durante varios kilómetros. Cerca del mediodía, arribaron a un viejo poblado observando que todos los habitantes hacían abandono de sus hogares. Bubba preguntó a un hombre cercano para entender la situación.
—Disculpe, señor, ¿por qué huyen todos?
—¿Acaso no lo saben? Anoche el ejército de Daemon Kahn atacó y destruyó el Puerto del Ángel arrasando con todo a su paso, así es que, si ustedes valoran su vida, deberían largarse de aquí cuanto antes.
El hombre dejó a los jóvenes para reunirse con su familia.
—Entonces eso fue lo que sentiste en la madrugada Syria.
La mujer concibió en ese momento una profunda aflicción en su corazón.
— Es un puerto xeroniano custodiado por jóvenes guerreros, siendo muy probable que ninguno haya sobrevivido. Bubba, hay que darse prisa, el enemigo en partir desde allí hasta Cyrania le tomará alrededor de treinta horas, lo que equivale a un día y fracción.
—Pero en ese lapso podemos llegar antes que los invasores.
—No olvides los grupos de vanguardia, ellos siempre salen primero para explorar y localizar enemigos antes de que llegue la fuerza principal. Esas unidades pueden ser tropas, seres mitológicos, o cualquier ente que contribuya a alcanzar los objetivos del emperador. Incluso las horrendas arpías son unos útiles sirvientes
—En la Ruta del Fin del mundo me escondí de una bandada de ellas.
—Entonces, significa que están detrás de ti. Tu presencia no debe de haber pasado desapercibido al Kahn, por lo que desea encontrarte para sus malévolos planes.
—Así parece, porque veo que a lo lejos se acerca algo como una negra nube.
Bubba y Syria observaron que, desde la costa, un enjambre de arpías se aproximaba haciendo que estos huyeran por los campos. De pronto, notaron que un ruido de rugidos, voces y armas, aparecieron detrás de ellos como depredadores al acecho de la presa.
—Saben que estamos aquí —dijo Syria mientras corrían—, nos alejaremos del poblado para que no ataquen a los inocentes. Esas arpías son de Ares y pueden hallar a su víctima a kilómetros de distancia, puesto que, en el principio de los tiempos, eran las encargadas de llevar el castigo de Zeus siendo violentas y crueles. Ahora el dios de la guerra se ha apoderado de ellas utilizándolas para sus perniciosos fines.
—Escucho murmullos inmediatos, es probable que esas arpías hayan atraído al resto de la vanguardia para que nos atrapen.
—Creo lo mismo, por eso mantente a mi lado Bubba, en cualquier instante nos alcanzarán. Ha llegado el momento de pelear.
Ambos jóvenes escaparon de la acechanza de las arpías internándose de prisa en las amplias praderas. Al llegar a un desfiladero, los fugitivos se escondieron entre el paso de un par de montañas, dejando atrás a las abominables criaturas que todavía rondaban en las alturas.
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Editado: 19.03.2024