Capítulo X

Beatriz se acercó a la enorme y vieja mansión, que contrastaba con las humildes cabañas de los aldeanos.

Un hombre enjuto de  mediana edad, ojos penetrantes y nariz aguileña,herraba un hermoso caballo negro como la noche en las afueras del establo. 

_¿Es usted el señor Hugo?_preguntó la joven con timidez

_El mismo,quién pregunta?_interrogó el sujeto levantando la vista para observar fijamente a la muchacha.Beatriz se presentó formalmente mencionando la recomendación de la anciana

_ Eres bienvenida, si vienes de parte de la vieja sabia,es porque eres buena persona, como ves,este es un pueblo sencillo  donde todos trabajan duro para alimentarnos,hasta yo que soy el dueño.Estas tierras me las obsequió el difunto rey,luego de nombrarme caballero por mis servicios en la guerra, y algunos campesinos se mudaron para acá con sus familias ayudandome a hacerlas producir.Pero estoy necesitando alguien que me ayude con las labores domésticas,si estás dispuesta a asumir ese trabajo tendrás cobija y alimento seguros en mi casa.

Beatriz, que jamás en su vida había trabajado, se sintió feliz por ser verdaderamente útil por vez primera:¡Claro que sí, lo ayudaré gustosa en lo que necesite! respondió entusiasmada. _Magnífico, ven,te mostraré la casa, hoy descansa y alimentate, mañana te diré lo que vas a hacer.

El buen hombre llevó a Beatriz en un recorrido por el interior de la vivienda, ésta era espaciosa pero bastante descuidada._Ayudarás a mi hija y a la cocinera en sus quehaceres,éste será tu cuarto_le indicó mientras abría frente a ella una puertecilla de madera ojival,dando paso a un pequeño cuarto con una camita y una veladora.Una ventanilla le ofrecía la claridad diurna y una espléndida vista al jardín.Beatriz agradeció y se retiró a descansar con la cabeza dándole vueltas por los últimos acontecimientos vividos.

Casi amaneciendo, cayó en un profundo sopor que fue interrumpido bruscamente por unos fuertes toques en la puerta.
Beatriz se levantó sobresaltada,y aún con el sueño posado sobre los ojos,abrió la puerta.Frente a ella,una muchacha vestida bastante estrafalario, queriendo imitar a las damas de la corte,la observó durante unos instantes:_¿eres la muchacha nueva que viene a ayudarnos?_preguntó con un leve tono de prepotencia sin dejar de mirar a Beatriz disimuladamente de arriba a abajo.

_Sí, perdón por haberme quedado dormida_ respondió Beatriz haciendo una corta reverencia, algo que agrado' en extremo a su interlocutora.

_Soy la hija de Hugo,me llamo Rose,pero tendrás que llamarme Lady Rose,que no se te olvide que soy la dama de la casa.

_Como diga ,señorita,digo Lady Rose_ respondió Beatriz toda confundida.

Ven,lo primero que harás será una limpieza profunda en toda la casa,luego,te daré otras tareas,aquí no queremos perezosos parloteaba la desagradable muchacha dirigiéndose a Beatriz con ínfulas de superioridad. Llegaron a la enorme cocina,donde una mujer regordeta preparaba el desayuno._Comerás aquí, en la mesa sólo nos sentamos mi padre y yo,ustedes nos servirán, ahora traigan el desayuno de inmediato, muero de hambre.

Beatriz asintió con la cabeza baja,apabullada por el incesante cotorreo y el despotismo de aquella chica.Rose se alejó por el corredor  estirando ridículamente el cuello e imitando el refinado andar de los habitantes del palacio.Cuando quedó a solas con la cocinera,ésta se acercó amablemente:_no hagas caso,es una engreida que se cree noble,su padre es una persona maravillosa, y le ha dicho en reiteradas ocasiones que debe ayudar y trabajar como todos,pero ella ni caso,sólo vive mirandose en los espejos y comprando ropa pasada de moda, yo tengo q hacerlo todo aquí, gracias a Dios apareciste para ayudarme.La señora le obsequió una jarra de leche fresca y un.pedazo de pan recién horneado que Beatriz devoró con avidez,ya que el día anterior no había querido probar bocado,al terminar ,llenó un balde  con agua del pozo..