Capítulo 8 - DESTINO
¿Quién se ha creído para hablarme así? Se cree el centro del universo y no es más que una cría malcriada, que si no consigue lo que quiere se enfurruña.
Cuando veo salir a Parkinson del aula, cojo mi varita y con un hechizo recojo todo el destrozo que hemos ocasionado Malfoy y yo. Salgo con rapidez y camino hasta llegar a la sala común de Slytherin. Al entrar subo hasta mi habitación y me quito la túnica. Me quito también los zapatos porque me están matando los pies después de todo el día y me tiro en la cama. Pero no pasa ni un minuto cuando me doy cuenta de que aun tengo que hacer los deberes y que me dejé los libros en la sala común. Me levanto de la cama a regañadientes, salgo de la habitación y bajo las escaleras.
Al ir descalza no emito ningún ruido con mis pasos y estoy tan absorta en mis cosas que sin darme cuenta me choco contra un cuerpo. Pierdo el equilibrio y estoy a punto de tocar el suelo, pero unos brazos fuertes me sujetan por la cintura. Me pegan a su cuerpo y alzo la mirada para ver a la persona con la que me he chocado, encontrándome con esos ojos grises inconfundibles.
¿Por qué de entre toda la gente tengo que toparme con él?
Mi cuerpo comienza a temblar inconsciente al tenerlo tan cerca. Sus ojos me miran intensamente, tanto que tengo que apartar la mirada. Me alejo como puedo de su cuerpo.
- Lo siento – digo en un susurro alejándome de él y sigo mi camino.
No sé qué pasa con él, necesito aclarar mi mente, mi cabeza. Voy hasta las mesas y busco mis cosas. Al encontrar mis libros, los cojo y me doy la vuelta para volver a mi habitación.
Pero allí estaba él, con las manos en los bolsillos de su pantalón. Intento ignorarlo y esquivarle pero él no me lo pone fácil. Se interpone en mi camino y me agarra de la cintura cuando intento pasar por su lado. Me mueve y me coloca enfrente de él.
- Lo siento – me dice en voz baja.
- ¿Qué? – lo miro sin poder creer lo que me acaba de decir. ¿Malfoy pidiéndome perdón? – algo no anda bien -¿Es una broma no? ¿Estás enfermo? – coloco mi mano sobre su frente para ver si está caliente.
- No es ninguna broma y no estoy enfermo – me responde divertido, quitando mi mano de su frente con delicadeza.
- ¿Entonces por qué me pides perdón? – pregunto sin entender nada.
- Por haberte dejado terminar sola con el castigo – me explica el porqué.
- ¿Por eso? No te preocupes, el profesor Snape te llamaba, no pasa nada – le digo sin darle importancia e intento seguir mi camino, pero su mano se cierne fuertemente sobre mi cintura, reteniéndome.
- Verás, respecto a eso… - se rasca la nuca – Pansy mintió, el profesor Snape no requería de mi presencia – me confiesa – Ella solo quería pasar tiempo a solas conmigo y bueno ya sabes… - me dice rascándose la nuca y yo abro la boca entre sorprendida e indignada.
- No puedo creerlo – una furia comienza a llenarme por dentro y me aparto bruscamente de su agarre – Espero que hayas pasado un buen rato con la estúpida esa – espeto con furia y camino en dirección a las escaleras.
- Oye, no te consiento que hables así de ella – me coge del brazo para retenerme y me pega sin querer a su cuerpo, por culpa de la inercia del tirón.
- Hablo de ella como me da la gana – me suelto de un tirón de su agarre – A ver si ella puede decir todo lo que quiera de mí y yo de ella no – le digo incrédula.
- Lo que te pasa es que estás celosa de que ella tenga esto – afirma todo seguro mientras señala todo su cuerpo – Pero ten por seguro – se acerca a mí e inclina su cabeza para estar a mi altura y poder mirarme a los ojos – que ella es una mujer de verdad, en todos los sentidos y tú no le llegas ni a la suela de los zapatos – su sonrisa amplia me hace temblar ligeramente las piernas, pero me recompongo con rapidez.
- Más quisieras tú que yo estuviese celosa de ella – sonrío cínicamente acercándome a él – Porque siento decírtelo, pero yo soy mucho más mujer que ella y esto – con una mano recorro mi cuerpo provocándole – no lo vas a tener nunca - termino de decir y veo como traga con dificultad mientras me recorre con su mirada.
- Tú no eres nada – me dice con la voz ronca – Y sí, estabas celosa porque no puedes resistirte a mis encantos y sabes que no vas a tener mi cuerpo nunca – dice divertido pegándose más a mí – Fuiste tú la que cerraste los ojos esperando que te besara – me susurra en el oído - ¿Pero sabes? – me pregunta pero no va a obtener una respuesta por mi parte – Nunca vas a tener el placer de besar mis labios, sangre sucia – termina de decir en mi oído.
Me separo de él sin mirarle, esas últimas palabras, no sé porqué, pero me han dolido. Esa forma de decirme que soy poca cosa, que no me puedo comparar con ella simplemente por mi sangre o por cómo es mi cuerpo… No quiero seguir aquí, no necesito estarlo, por lo que voy hasta las escaleras para ir a mi cuarto.
- Por cierto – me giro para mirarle intento aguantar las ganas de llorar por la impotencia que crece en mi interior – Si no me equivoco, por lo que tu cuerpo me decía, eras tú quien se moría por besarme a mí – lo miro a los ojos y veo que me mira fijamente, dándose cuenta que estoy a punto de llorar. Él al verme así da un paso en mi dirección pero rápidamente me doy la vuelta – Aun así tienes razón, nunca probaré tus labios, pero será porque jamás estaría con un ser tan miserable como tú – escupo dolida.
Subo las escaleras con rapidez y cierro la puerta tras de mí. Voy hasta mi cama y sin ni siquiera cambiarme de ropa, me cierro con el dosel de mi cama para que nadie me vea y me tumbo bocabajo en la cama. Sin poder retenerlo ya, comienzo a llorar.
Esto me está superando. Cuando vine aquí nunca pensé que esto me llegaría a suceder pero… No entiendo lo que me pasa con él y tampoco lo comprendo, sus palabras dicen una cosa pero su cuerpo, en cambio, me dice otra cosa muy diferente. Pero no puede ser, es egocéntrico, cínico, elitista, prepotente… y un sinfín de adjetivos que le definen bastante bien.