No podía digerir eso, no confiaba en mis ojos ni en mis piernas. Tal vez no eran ellas, tal vez... Necesitaba escucharlo salir de sus labios, que me diga si se había besado o no con Huntara.
Comencé a llamarla, enviarle mensajes. No contestaba, daba el celular apagado. Las lágrimas, bañadas en frustración comenzaron a salir. No quería pensar lo peor, no quería hundirme en esos negativos pensamientos... Lo intenté con todas mis fuerzas, tanto que caí rendida en mi cama, en los brazos de Morfeo.
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Desperté, olfateando el increíble olor de tocino cocido. Mis párpados incomodaban, señalando el que haya dormido en pleno llanto. Suspiré derrotada, dejando que sean como deban ser.
Fui a la cocina, encontrándome con Scorpia preparando el desayuno. La abracé por la espalda, queriendo algo de mimos.
—Buenos días....
—Buenos días, gatita montés. ¿Qué tal la noche?
—Un asco. Lamento no haber hecho la cena como me pediste.
—No te preocupes por eso ahora—. Se giró en su eje para dar unas palmaditas en mi cabeza con una mirada triste—. ¿Viste las noticias? Se enteraron de tu relación con el hijo del gobernador—. Creo que mis párpados podrían haber estado peor, puesto que mis ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. Había olvidado por completo la situación, luego de haber visto tal escena la noche anterior. Miré la televisión, donde el programa de chimentos donde mi madre había vendido la noticia estaba puesto, incluyendo el enorme titular.
"¡Relación confirmada! Atrapados en una cita romántica", acompañado de las fotos que prácticamente le habíamos regalado al periodista de ayer.
No tomé mucha importancia, sólo rogué porque hoy mis amigos estén conmigo todo el día, para que no reviente sobre nadie que no conozca.
El tema era que no había tenido señales de Adora desde el portazo de anoche, y me preocupaba. ¿Y si había saltado del balcón?¿Y si-?
—Tranquila, gatita. Todo estará bien, lo prometo—soltó de la nada, Scorpia. Me había abrazado por la espalda, brindándome el confort que necesitaba en ese momento. Sonreí, agradecida.
Pasó el día y no tuve noticia alguna de Adora. Creí que, por lo menos, la podría ver en la cafetería donde trabaja, pero no tuve noticia de ella.
—¿Por qué no le preguntas a la peli-azul dónde está Adora? ¿No me habías dicho que te había pedido que la acompañes a su casa?—. Asentí, comprendiendo lo lógico que sonaba eso. Me paré de mi lugar, yendo donde la niña del café estaba.
—Uhm, disculpa... ¿Frosta?
—¡Oh! Tú, otra vez—. Pareció soltar un suspiro de alivio cuando vio que se trataba de mi, por lo que decidí proseguir.
—¿Tienes alguna idea de dónde se encuentra ella?
—Llamó hace unas horas, avisando que pedía el día libre por un tema personal, así que estoy cubriendo su turno por hoy.
—Ya veo—comenté desanimada—. Gracias por decirme. En el lapso de tiempo en el que decaían más y más mi emociones, caían más de mis amigos. Aproveché, algo, la situación para invitar a Lonnie a venir. Ya que estaba todo el grupo, no tendría porqué negarse o sentirse incómoda, pero Scorpia era otro tema. Estaba pegada a mí cual uña y mugre, entendía que esté nerviosa, pero era demasiado...
En eso, apenas Frosta deja mi Smothie para beber, veo como una conocida silueta entra al café, con una inmensa sonrisa planteada en su rostro. Venía acompañada de una mujer alta y morena, con bellos ojos grises. Inmediatamente, un sentimiento de inferioridad se apoderó de mí, viéndola caminar frente a mi mesa con esa sonrisa de publicidad de pasta dental. Mordí el sorbete, completamente frustrada. De repente, un recuerdo llegó a mi cabeza.
"—Seeh, una beeella mujeer mo-HIP-renaa...—dijo, para caer dormida una vez más". ¿Se refería a ella? ¿Acaso siempre estuvo en una relación y no me lo dijo? No, espera. ¿Y qué me dices de Huntara? ¿La besó así sin más?
Una vez mirando a Adora, no pude dejar de hacerlo. Al parecer, captó su atención, porque lentamente, volteó a verme. Una mirada de derrota completa narraba perfectamente su rostro. Estaba bastante segura de que yo estaba igual, me sentía abatida, y no me esforzaba en esconderlo. Ella desvió la mirada, para voltear su rostro hacia la puerta del café, donde Huntara hacía aparición.
Llegó un punto en que los actos y gestos de Adora me eran ilegibles, no entendía cómo se estaba sintiendo. Desde mi punto de vista, se veía tan enredada. Su mirada decía algo, sus gestos decían otra cosa y ni hablar de sus actos. Giró otra vez en su eje, cruzando miradas con la mujer morena, sonriendo.
Siguió con lo suyo, como si nada hubiese sucedido. Tomó el pedido que le hizo a Perfuma y se retiró del lugar, sin decir absolutamente nada. No pasé desapercibido la mirada que su acompañante me ofreció. Era una mirada confusa y curiosa. Siguiendo sus pasos, me desvié haca donde Huntara se encontraba sentada. No la miraba, no reaccionaba ante su presencia. Sólo estaba allí, seria, mirando su celular.
No entiendo nada de lo que está sucediendo.
—Catra, ¿está todo bien?—preguntó Lonnie. Scorpia pegó un salto de sorpresa en su lugar, que sólo yo pude notar. Asentí, no muy convencida.
¿Cuándo fue la última vez que entablamos una conversación decente? Fue cuando la busqué en el bar, luego de que saliera junto a Huntara.
Recapitulé lo que había pasado en esos días y seguía sin entender. No podía continuar así, necesitaba saber qué estaba sucediendo con nosotras. Me levanté de mi asiento, dispuesta a ir tras Adora y tener una profunda conversación. Antes de siquiera acercarme a la puerta del café, la mirada de la mujer morena en mi memoria me detuvo, acobardándome en el acto. Giré mi cuerpo, dispuesta a seguir un plan B.
—Hola, Huntara. ¿Qué tal te va?—mencioné con una, claramente, falsa sonrisa.
—Por favor, Catra. La falsedad no va conmigo. Sólo dime qué necesitas de mí. No estoy de buenas hoy—. Asentí, quitando el aire juguetón que había adoptado, para entrar en un ambiente más serio.