Hoseok me había contado en el trayecto del viaje que la fiesta le pertenecía a uno de los chicos de último año y que era parte del equipo de fútbol del instituto. La casa del chico se encontraba algo alejada del pueblo. Desde la carretera podía escuchar la música retumbando a lo lejos; lo típico que se escuchaba cuando salía a bailar a boliches con mis amigos cuando aún estaba con mamá.
Cuando llegamos la casa, la cual era bonita, era de dos pisos un poco grande a lo que preferiría, pero lo que más me llamó la atención fueron la cantidad de autos estacionados a lo largo del camino de tierra que seguimos después de desviarnos de la ruta. Las personas que se encontraban dentro y fuera de la casa. Parece que las personas en los pueblos si saben divertirse.
Hoseok estaciono en donde su auto pudo caber, parecía que todos en el pueblo solo tenían autos o camionetas, mientras que yo ni una bicicleta tenía. No es como si supieras andar en una, me recrimino mi mente.
Cuando entramos en la casa, mi amigo me tomó de la mano para que no me perdiera entre la gente y me llevó a lo que parecía ser la cocina, digo parecía porque una pareja se encontraba tragándose mientras se apoyaban sobre la heladera.
— Ten tendió un vaso de plástico con una bebida que nunca había visto en la vida, y que no iba a beber, al no tener resistencia al alcohol acabaría borracho aun tomándolo despacio sorbo por sorbo. Cuando Hoseok se distrajera tiraría la bebida en algún lugar. Agarre el vaso con mi mano—. Ven vamos a bailar.
Fuimos a la sala donde se encontraban los demás invitados bailando, comenzamos a movernos al compás de la música, por momentos saltábamos y por otros nos reíamos.
Me estaba divirtiendo demasiado, como hace mucho no lo hacía. Estaba sediento y había logrado con éxito tirar la bebida rara en una maceta que adornaba la gran sala, avise a Hobie que iría por algo para refrescarme a lo que solo asintió.
Fui a la cocina y me encontré con unos chicos charlando con expresiones tranquilas, busque un vaso limpio para luego servirme un poco de refresco de naranja y tomarlo de a ligeros sorbos. Revise mi celular, ya eran las dos de la madrugada, el tiempo había pasado muy rápido. Conteste unos mensajes de mamá que seguramente vería cuando se despertase para después guardar mi móvil.
Volviendo a la sala busqué a mi amigo con la mirada, pero no podía encontrarlo. Rayos, primera salida y ya perdí a alguien. Las ganas de ir al baño no se hicieron esperar después de haber tomado tanto refresco. Deje mi vaso en uno en una mesa ratona y subí las escaleras hasta llegar al piso de arriba esquivando los cuerpos de las personas, algunas ya con el alcohol por las nubes. Había cinco puertas cuando termine de subir las escaleras, una tendría que ser el baño, cuatro de ellas se encontraban enfrentadas y había una última al final del pasillo.
Abrí la puerta que se encontraba cerca de mi mano izquierda y para mi sorpresa no era el baño, era una habitación y dentro estaban la parejita de abajo, la de la cocina. Solo que esta vez el chico estaba sin remera y la chica con las piernas abiertas, aun con su vestido para mi suerte, en la cama matrimonial besándose.
— Uh, y-yo lo siento mucho —mi cara de asco era inigualable, momento incómodo. Ellos me miraron sorprendidos separándose con rapidez con sus labios hinchados y brillosos por sus acciones —. Sigan con lo de ustedes, yo ya me iba.
Cerré la puerta.
La segunda habitación que abrí parecía ser de un adolescente, al igual que a mí. Corroborando que no era el baño, cerré la puerta inmediatamente y abrí silenciosamente la tercera puerta al final pasillo, si alguien se encontraba adentro haciendo sabe qué cosas iba a marcharme sigilosamente sin pasar ninguna vergüenza, para mi mala fortuna no era el baño, era parecido a una sala de juegos, con varias personas reunidas allí.
— Jungkook está como perro sin dueño porque su compañero no vino —se burló una voz. Abrí un poco más la puerta, ¿compañero?
Sentí celos, solo un poco.
— Si no te callas, Namjoon, te partiré la boca.
Esa voz, Jungkook.
— No puedes darme órdenes, aun no eres el Alfa —el tal Namjoon tenía un vaso con un trago, se encontraba sentado en uno de los sillones individuales, era rubio de ojos miel—. Y estas en mi casa.
— Eso no evitará que te golpee —contestó.
— Tranquilos, chicos —Jimin se levantó de su asiento—. No queremos armar una pelea, estamos en una fiesta.
Jungkook llevaba puesto una camisa a cuadros desprendida y debajo una remera blanca y unos jeas negros, podía verlo desde el lugar donde me encontraba. Para mi sorpresa, él se levantó de un salto y miro al dueño de casa con su ceño fruncido y luego paso lo que nunca espere, Jungkook gruño.
El gruño.
— Si no de dejas de hablar de Jin atente a las consecuencias.
Vamos, no podía ser yo, sé que no puedo ser el único Jin en el pueblo.
El rubio se levantó enfrentándolo.
— Ahora te vas a poner en contra de nosotros por ese sucio lobo solitario.
¿Quién se cree que es para llamarme sucio?
— Te lo advertí —dijo levantando su puño, preparado para estrellarlo en la cara del tal Namjoon.
Editado: 06.02.2022