“Compré barato,
Pagué caro
Y el amor salió por la puerta chica”
All For Venus.
Un nuevo comienzo. La secundaria, que había sido más cruel que amable había quedado atrás y lo único que rescataba y amaba de esa época era a Olivia, así como a las hermanas de Olivia, que se habían vueltos sus amigas también. Andrea poco a poco fue dejándolas, apartándose de aquel circulo. Andrea, si alguien le hubiese avisado cómo serían las cosas, a lo mejor se hubiese quedado con el otro grupo, pero terminó atada a Olivia y Elizabeth, que nada de igual tenían a la idea del otro grupo.
Decidió que iba a ser distinta, menos tímida. Sí, iba a hablar más, sin dudarlo, así que al ver una joven con una funda de “El nacimiento de Venus” le habló, era seguro que pertenecía a la misma carrera que ella. Ahí se terminó todo su ser diferente, su capacidad de sociabilizar se agotó y volvió a su esencia, la timidez. Aunque, poco a poco, trabajo a trabajo fueron sumándose personas al grupo. Así llegaron Luciana, Luana, Bárbara y Marcos.
−Disculpa ¿Me decís la hora? –un chico no tan alto, delgado, pelo negro y ojos de un marrón claro, se acercaba. Ese chico estaba en su clase, no le había prestado demasiada atención, pero, lo poco le prestó, le había dejado una sensación bastante pedante.
−Son las diez y media de la noche –respondió Elizabeth, que tenía la costumbre de llevar su reloj pulsera en la muñeca contraria. Ella estaba esperando que su papá la vaya a buscar. El joven estaba con su grupo de amigos.
− ¡Wau! ¿te gusta Inuyasha? – Preguntó sorprendido.
−Sí –ella estaba sentada en un cantero –Es uno de mis favoritos, típicos de la infancia – soltó una risita nerviosa. Aquel prendedor que llevaba se lo había dado Olivia aquella vez que emigró de provincia.
− ¿Fumas? – se sentó a su lado y le ofreció su cigarrillo.
−No, gracias – rechazó. El joven era tres años mayor que Lizi se quedó charlando un buen rato más con ella, mientras los amigos del mismo los observaban. A ella esa situación la avergonzaba bastante.
Así, pronto comenzaron a hablar todos los días, por redes, en persona, incluso en las clases. Los temas no se acababan.
− ¿Leíste Cincuenta Sombras de Grey? – preguntó el joven cerca de su oreja, junto a otros compañeros habían ido a una convención de venta de libros.
−Sí – admitirlo le daba vergüenza, así que le salió en un pequeño hilo de voz.
− ¿y El juego previo? – indagó.
−Me lo prestó una amiga. Era muy chica – se justificó.
−Quiero leerlos, podríamos juntarnos a leerlos – sugirió con total seriedad.
−No – se alejó extrañada.
Al poco tiempo, ella se enteró que Mattew tenía una novia, ella engañada había bajado la guardia como para que él le gustase. Conozco a Mattew, es esa clase de chico al que le gusta jugar con el corazón de las chicas.
Era una mañana soleada, muy soleada. El clima era realmente hermoso, Olivia y ella irían a un día de picnic, además, iban a pasar por galerías japonesas y chinas de chucherías. Después de subir una foto con su amiga rumbo al lugar de paseo, le llegó un mensaje
−Eu ¿a dónde vas? –consultó Mattew.
−A la plaza de las galerías japonesas, a pasar el día.
−Voy con un amigo, nos encontramos ahí.
Elizabeth se sobresaltó y le mostró el celular a su mejor amiga.
−Es una cita – gritó en medio del transporte público. Las chicas llegaron al punto de encuentro, media hora después, llegó Mattew y su amigo.
−Hola chicas – saludó el joven a ambas.
−Hola Mattew ¿cómo estás? – sonrío Lizi – te presento, ella es mi amiga Olivia.
−Hola Olivia – la saludó también –este es mi amigo Lautaro.
Caminaron un poco, el lugar era bastante lindo, con una ambientación bastante agradable.
−Vamos a ir a un baño, acá cerca hay una estación de servicio –avisó el chico.
Así fue que los jóvenes se fueron y las muchachas se quedaron dando vueltas por la galería. Pronto se hicieron una o dos horas desde que los chicos se fueron “al baño”. Ellas ya habían recorrido más de la primera mitad de los locales, incluso tomaron un café, pero ellos no regresaban. Sinceramente, Elizabeth estaba muy nerviosa cuando él le dijo que también iría. Almorzaron un sándwich de queso y tomate, hablaron de otros temas, haciendo de cuenta que no importaba. Luego, volvieron para continuar recorriendo lo que les quedaba.
−Eu –alguien llamó desde fuera del local donde se encontraban las jóvenes.
Ambas voltearon, Mattew y su amigo estaban afuera del local. Olivia siguió mirando los productos, Lautaro se apartó, Elizabeth salió a hablar con quien la llamaba.
−Nos vamos nosotros – anunció el chico.
−Bueno –Elizabeth se pasó la mano por el cabello, en realidad, era más como si no hubiera estado.
−Medio que nos aburrimos – se rascó la oreja – me separé de Martina.
−Ah – suspiró la muchacha, no sabía bien qué debía decirle – Lo siento − palmeó su espalda, en señal de consuelo.
−¿Querés venir conmigo a algún lado? Le digo a este que se vaya
−Lo siento, no. En un rato tenemos que volver – sonrío tímidamente.
−Bueno, me voy a ver con Lautaro si hay algún evento cerca –para entonces, Olivia y Lautaro ya se habían aproximado. Todos se saludaron con un beso en las mejillas, las muchachas vieron a los chicos alejarse. Entraron a más negocios, pero la sombra de la decepción se apreciaba en esos ojos marrones de Elizabeth, y es que es muy fácil ver en ellos sus emociones, quien le preste un mínimo de atención puede leer en ellos.
−Toma – Olivia sacó la mano de su bolsillo – Lo compré para ti.
− ¡Qué hermoso! – Elizabeth sonrió, era un patito tallado en madera.
−Es un pato mandarín, dice que es el amuleto para encontrar al amor verdadero, una unión que dure muchos años, toda la vida. Son un símbolo de fidelidad y compromiso, también para la buena descendencia− Olivia la conocía, sabía que pensaba mucho sobre todo y esa situación la entristecía – Me dijo el señor donde lo compré, que, a diferencia de otras especies, el pato mandarín siempre anda acompañado de su pareja. Espero que puedas encontrar el amor Lizi, estoy harta de ver como siempre se te acercan o te acercas a idiotas.