Me preparo en la otra sala para salir con Stéfano a la presentación de siempre.
—¿Te puedes calmar?, me desesperas.
—Estoy pensando lo que tengo que decir —camino de un lado a otro por el lugar.
—¿No leíste lo que te dejé? —lo miro breve y miro a otro lado—, ya veo que no.
—Tiempo, es lo que me faltó.
—Habla sobre lo que pasa ahora, las cosas y... no sé... solo cuenta algo —asiento colocándome la máscara y justo abren las puertas.
Miro todo el lugar, no hay muchos. La decoración y las máscaras de todos llaman mi atención. Todo es negro con blanco y un poco de dorado. ¿Cómo se pusieron de acuerdo, o soy yo?
El presentador habla explicando unas cosas, me cede la palabra, empiezo saludando a todos y luego explicando lo que ya saben, el por qué estamos aquí y demás.
Veo de reojo como Stéfano me mira con disimulo. Se ve algo nervioso, igual lo estoy pero... Termino de hablar y todos aplauden haciendo una reverencia.
El presentador dice unas palabras más mientras nosotros nos vamos a nuestra mesa.
—Has omitido casi todo —habla entre dientes y se nota que está molesto.
—Es lo mejor. No preocupemos más. Hagamos algo y luego hablemos.
—¿Y qué quieres que hagamos para resolver esto?
—Algo se nos ocurrirá. Pero es mejor actuar que hablar y demorar.
Me mira de golpe y veo intriga en sus ojos. —Safira, te estás metiendo en un muy mal camino.
—¿Mal camino? Yo solo seguí la sombra de personas que me ayudaron a llegar al lugar donde hoy estoy —inclino la cabeza en modo de saludo a otros que pasan por adelante.
—No tiene nada que ver.
—Si tiene que ver y punto final de la conversación. Permiso, ya vuelvo —me levanto y me alejo de ahí.
Ahora quiere contradecir lo que hace mucho dijo. Sí claro, como no.
Sigo caminando, algunos saludan, yo los miro o correspondo su saludo.
Empieza a abrumarme, escucho todo como murmuros que me desesperan. Trato de salir pero me mareo un poco.
Entre todo el ruido, escucho el llanto de un bebé. Miro a todas partes pero no encuentro el lugar exacto donde proviene ese llanto. Sigo buscando hasta que lo escucho en uno de los pasillos. Recorro todo el camino y el sonido es más fuerte. Corro hacia el final del lugar, la adrenalina hace que avance más. Siento como una extraña sensación en el pecho al escuchar ese sonido, puede ser...
Termina el lugar y llego afuera. Ya no se escucha nada. Estoy segura que...
Alguien me agarra de la muñeca y me tira al piso.
—Vaya, vaya, vaya —ríe de una forma maliciosa—, pero si tenemos a la débil y fácil, Lombardi.
—¡Fiore!
—Ese soy yo —me da vuelta y trata de sacarme la máscara, pero no se lo permito—. ¡Quédate quieta!
—¡Basta!
¡Tenía que aparecer este!
Apriciona con sus piernas las mías y mis brazos los sostiene con una mano. Es más fuerte que yo, mucho no puedo hacer.
—¡¿A qué quieres llegar?! —pregunto frustrada.
—Todo lo que pasó es tu culpa —dejo de moverme y lo miro fija—. No te hagas la inocente, mi hija no estaría desaparecida sino fuera por tu descuido.
—¿Qué? —esas ganas de llorar vuelven.
—Voy a terninar contigo. Voy a dejar a tu mano derecha y a vos en la calle, ¡en la nada!
—Sigue intentado porque no podrás —mi voz empieza a temblar.
¡Merda! Ahora no...
—No sabes lo que les esperan —se escucha un sonido de arma, miramos y es Stéfano—, para vos también va.
—La dejas.
—¿Se reconciliaron? —pregunta con cierta burla y serenidad.
—La sueltas, ahora —su tono de voz es duro.
—¡Uh!, me das miedo —lo empuja y termina él en el piso con el arma en su cuello.
—No me cuesta nada disparar ahora.
Me levanto y lo aparto. —No... no.
—Pero...
—Ella habló.
—¡Te callas porque no me cuesta nada apretar el gatillo y dispararte! —está furioso Stéfano, quiere hacerlo pero no se lo permito.
—Basta —se levanta y nos mira sonriendo—, te vas. Pero la próxima no será nada bueno el encuentro. Estás en aviso, Fiore.
—Eso lo veremos —da vuelta para irse pero para—. Seguro que en todo este tiempo te has sentido mal. Pues mejor, es tu culpa y eso no se te olvidará.
Stéfano me agarra de la cintura, pero no lo suficientemente fuerte. Caigo de rodillas, las lágrimas salen sin que las controle.
Otra vez sentir esa culpa, otra vez sentir ese dolor, otra vez revivir lo que sucedió hace un año.
—Él no tiene razón. Para, no llores más —se arrodilla al lado mío abrazándome.
—Aún sigo creyendo que es mi culpa... y es la segunda vez...
Sí, la segunda. La primera fue porque tiempo después que mataron al señor Lombardi; llegó una carta, diciendo que el que lo había hecho se había involucrado conmigo. Algo, un poco irónico. Sólo conocía a José, Lucas, Stéfano, Clear, Vela, Sebastián y el señor Lombardi.
Mucha interacción no tenía con los demás del grupo. Pero había quedado que había sido mi culpa. Y por muchos años me culpé.
Ahora esto también. La desaparición de mi hija, hace que vuelva a sentir culpa. Culpa de yo, no ser mejor persona, en pensar de que en algo fallé... o estoy fallando.
No dejo de llorar. Stéfano sólo hace el intento de consolarme con caricias en la mejilla.
¿Cuándo podré estar tranquila?, ¿cuándo?
José:
Sólo hay una palabra para describir todo esto. Desastre.
Enserio, no se aguanta de tanto trabajo que tenemos aquí.
Fiore se ha llevado más de la mitad de los partidarios del grupo Lombardi.
Pobre Safira, no debe estar nada bien. Y yo no puedo hacer nada para ayudarla.
Fiore nos tiene encerrados aquí en Francia, ni siquiera a su propia hermana la deja en paz. ¡Maldito!
Ahora quiere que adelantemos el casamiento así nos vamos a Rusia. En su sueños que haré eso. Tan lejos no me iré, no sin Safira. Ella lo es todo para mí, sólo la veo como mi hermana menor. Esa es la única forma que puedo verla, con esos ojos. Mi hermana.
—No te duermas vos también. Hay que hacer mucho todavía y hay que planear lo que sigue —tenía que aparecer ella.
—Sí —suspiro y junto las carpetas que están arriba de mi escritorio.
—Levanta ese ánimo.
Dejo de golpe las cosas y la miro mal. —¿Ahora me vas a mandar cómo debo estar?
—Estás de muy mal humor. Y sí, cambia un poco —se aleja caminando sonriente.
Odio cuando hace eso. Es igual a su hermano. De arrogante y molesto.
—Ajá. Ya recibiré órdenes tuyas. Vamos a ver... todo va a cambiar.
Vuelvo a lo mío.
Cuando voy a otra parte, es peor todo. Hay muchos aquí y es muy agobiado. Si no me controlo, algo aquí armaré. Sólo un poco más para encontrarme con Safira y ver bien cuándo terminaremos todo aquí.
Sólo un poco más...
¡MALDICIÓN HACE DOS AÑOS LO DIJE TAMBIÉN!