—Me llamo Lucifer.—dijo seguro de sí, destapando su capucha con lentitud, mientras que por el brillo de la luna, se reflejaba su sonrisa macabra y esos intensos ojos rojos sangre. En sus reflejos se veía todo el odio y la maldad que cargaba su "alma". Una oscuridad infinita, sin rastros de pavor humano u corazón. Un profundo abismo, lleno de llamas e infinita esclavitud. Un mundo peligroso tras él, excitante y macabro a la vez. No era un hombre como lo describían las leyendas y mitos, no tenía cachos, ni cola larga, mucho menos era rojo, lo único que tenía era ese color profundo en sus ojos, que cada vez se volvían mas intensos. Bajo su traje negro se notaba el cuerpo esculpido que tenia, sus bíceps notorios en las mangas, las fuertes piernas, y las facciones de su cara, bien perfeccionadas, pestañas largas y abundantes, labios gruesos y de un color carmesí fuerte, su mentón y quijada a la forma de un hombre perfecto, más lo que resaltaban sus brillantes dientes. Se había moldeado como un hombre perfecto de toda mujer, pero con el alma llena de oscuridad y odio... Sin haberme dado cuenta -por estar en la definición de su perfecto cuerpo-, este yacía pegado a mi persona, rosando su frente con la mía y tomando mi cintura con su brazo, lo cual llenaba de escalofríos mi cuerpo, por que no sabia que hacía. No le conocía, temía de él, temía de lo que fuese a salir de esos perfectos labios, en los cuales habían rastros de sangre, la sangre de las personas que había asesinado apenas había aparecido. En un susurro firme y claro, dijo:— Serás mía.
El prólogo, espero os guste.
Se despide, Andy.
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