Prologo

Me encontraba reunido con cuatro de mis hermanos Belial, , Grigori y Semyazza discutiendo sobre que nuestro padre el creador debería permitirnos gobernar a su lado en lugar de hacernos esclavos de sus nuevas creaciones los humanos --Azael, tu eres el favorito de nuestro padre, el te escuchara a ti. Belial tenia razón, si había a alguien a quien nuestro padre escuchaba era a mi, junto a mis hermanos nos encaminamos al trono del creador quien siempre estaba sentado en el. Cuando llegamos su figura gigante parecía intimidar pero pude contener mis nervios, mis hermanos y yo nos pusimos de rodillas ante el

--Hijos míos ¿en que puedo ayudarlos? Dijo nuestro padre al vernos

--Padre...mis hermanos y yo estamos aquí ante sus pies para pedirle algo

--habla Azael

--padre denos la oportunidad de reinar el reino celestial a su lado, no queremos ser esclavos de su nueva creación , queremos reinar a su lado.

Por un largo tiempo no escuchamos nada, de reojo veía a mis hermanos quienes tenían la cara algo preocupada, levanto la mía para ver la cara de mi padre la cual estaba furiosa.

--¿Como te atreves Azael?

--¿Padre?

--tu naciste al igual que tus hermanos para servir. Su voz molesta llamo la atención de los demás ángeles

--padre solo queremos ayudarle a gobernar

--mientes, conozco tus malas intenciones Azael te has vuelto soberbio a demás has corrompido a tus hermanos, eso no lo voy a permitir

Los cinco nos levantamos completamente preocupados --yo el creador destierro a Azael del reino de celestial, yo el creador destierro a Belial del reino celestial, yo el creador destierro a Mefistófeles del reino celestial, yo el creador destierro a Grigori del reino celestial, yo el creador destierro a Semyazza del reino celestial y cualquiera que los siga con su rebelión. Mis hermanos y yo comenzamos a sentir el peor dolor de todos, cuando me di cuenta nuestras alas estaban siendo quemadas, con mucho trabajo mire por sobre nosotros a otros ángeles que estaban siendo quemados, ellos al igual que nosotros buscábamos el poder reinar el mundo celestial con nuestro padre; Pronto dejamos de sentir el suelo que teníamos y comenzamos a caer en picada.