Sin duda, ese sujeto no sabía nada sobre modales; y no es que realmente le importara u ofendiera, porque gracias a su trabajo estaba demasiado acostumbrada a que los hombres no fueran especialmente delicados o respetuosos con ella, y también a que siempre intentarán sacar algún provecho de su situación; tal como Corey había hecho. Pero en lugar de sólo quedarse ahí parado, destacando su falta de atención en el camino, estaba segura de que al menos podría haberle ayudado a ponerse de pie.
—¡Aargh! —se levantó sola, a pesar de sentirse adolorida.
—Sea más cuidadosa. Podría herir a alguien —aquel regaño le hizo declinar a la ligera idea de disculparse con él y así conseguir información, después de todo, era la primera persona con la que se encontraba luego de escapar—. ¿Qué habría hecho, si en mí lugar, hubiera tropezado con una anciana? Estaría en serios problemas.
—Tiene razón —fue todo lo que se le ocurrió decir—. Pero es que estaba escapando, necesitaba alejarme antes de que me vuelvan a capturar.
—¿Escapando?, ¿De quién? Yo no veo a nadie persiguiéndola —levantó las cejas e hizo énfasis en sus palabras, dando un vistazo a toda aquella calle que lucía bastante vacía.
—Me secuestraron. Necesito llamar a la policía. Por favor, ayúdeme, ni siquiera sé dónde estoy —parecía desesperada, pero él seguía luciendo imperturbable.
—¿Se golpeó muy fuerte al caer? —frunció el ceño, a pesar de que ella aún parecía suplicante—. Bien —exhaló—. Estamos en Nordaneĝo y…
—Pero, ¿A qué país y estado pertenece este pueblo?
—Soleca Sulko está a tres noches de aquí —por un breve instante y con gesto pensativo, fijo su vista en el cuello de Lenora.
—¿Eso es un país? —para ese hombre estaba claro que aquella chica sería un problema.
—¿De dónde eres?
—Soy Americana, de California —escuchar aquellos disparates, terminaron de impacientarle.
—Escucha: justo ahora, en realidad no me interesa lo que te ha pasado, ni tampoco entiendo lo que intentas decir, pero si buscas a la policía; tienes que ir derecho, hasta el mercado y a tres calles giras a la derecha, ahí está la oficina del alguacil —de inmediato siguió caminando—. Aunque hoy no lo encontrarás, es su día libre, pero podrás hablar con cualquiera que esté ahí.
—¡Gracias! —suspiró pensando que pronto estaría de vuelta en casa y podría seguir cuidando de su madre, aunque no estaba segura de haber entendido bien las instrucciones pero llegando a dicho mercado, podría volver a preguntar.
Aunque le pareció curioso que antes de perderle de vista notó que la ropa de ese hombre también parecía ser algo extraña.
—Debo estar muy lejos de casa —musitó.
Tomándose un minuto para pensar y recobrar el aliento, confirmó que realmente nadie la seguía; eso le parecía todavía más extraño.
¿Y si solo se estaban tomando su tiempo para hacer que se sintiera con confianza?
Lo mejor era volver a correr, al menos hasta llegar al mercado mencionado, esperando que el ver gente a su alrededor les obligaría a dejarla ir, antes que a hacer un escándalo.
Lenora se detuvo ante lo que supuso que sería el mercado, aunque tal parecía que a esa hora ya todos se estaban marchando; a pesar de ello, intentando fingir serenidad, volvió a preguntar por la oficina del alguacil.
—¿Secuestro? —la mujer a cargo de las denuncias no parecía muy contenta con su presencia.
—Sí. Creo que estaba en Los Ángeles, con Corey Mahoney y después desperté aquí —volvió a explicar.
—Y dice que el señor Gwyddyon es quien la trajo a este reino.
—Fue él, lo admitió abiertamente.
—Regrese mañana, para entonces enviaré por él. Pero debe saber que la acusación que está afirmando, es muy fuerte.
—¿Hay alguna otra opción?
—Sí. Regrese a su casa y olvídese de esta absurda denuncia —palideció tan pronto escuchó la sugerencia.
—Con gusto habría preferido no molestarla, pero no tengo mi móvil conmigo, debió quedarse en el lugar donde me secuestraron o en la casa de ese hombre; de lo contrario ya habría llamado al novecientos once y así, su laborioso día no se habría visto interrumpido por algo tan trivial como una denuncia por secuestro —lo dijo porque desde que llegó era obvio que la mujer no hacía absolutamente nada, más que estar sentada escuchándola.
—Aunque no entiendo a qué se refiere con “móvil”, me veo obligada a repetirle que sólo soy la asistente administrativa del alguacil, quien justo hoy descansa. Lamento los inconvenientes que esto claramente le ha causado, pero por ahora no hay suficiente personal como para atender su emergencia. ¿Desea continuar con el procedimiento?
—Volveré. Pero deberían contratar a más personal. Estando solamente usted a cargo, ¿Qué pasaría en caso de que la vida de alguien esté en riesgo? —continuó, antes de recibir una respuesta—. ¡Ya sé! —alardeó—. Le diría que por favor, se mantenga sano y salvo en donde está, hasta el día de mañana.
—Para eso existe el equipo ”esenca“ —ignoró la burla—. Vuelva mañana por la mañana.
•••
Frustración y confusión era aquello que sentía mientras sostenía el comprobante donde supuestamente estaba escrito lo necesario acerca de la denuncia que había ido a levantar, y si lo que le habían dicho era correcto, también se mencionaba la cita que tenía para el siguiente día.
Sin embargo, no estaba segura de que aquellos garabatos significaran algo.
Lenora exhaló con fuerza. Tenía hambre y no tenía ni la menor idea de donde pasaría la noche pero, al menos ya no estaba con su secuestrador y eso, aunque en ese preciso instante no le pareciera, era una ventaja, ¿o no?
Tal vez, tomando en cuenta que aquella especie de pueblo parecía tranquilo, podría quedarse en algún rincón donde el clima no le afectara demasiado. Decidido esto y tomando en cuenta que cada vez era más tarde, era momento de buscar ese espacio y de paso, buscar algo que pudiera comer.
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Editado: 21.11.2021