Enedina también pensaba que era Aldara.
Eso le sorprendió tanto que incluso, por un momento, olvidó la clase de evento al que había acudido y solo reaccionó cuando notó que todos a su alrededor se habían levantado y alzaban las manos, justo antes de que una especie de luz saliera del centro de aquel lugar.
Tal vez sólo duró un par de segundos, pero por alguna razón que desconocía, se sentía diferente; era casi como si el cansancio, las dudas, la ansiedad y la tristeza se hubieran desvanecido por un momento.
¿Qué había sido todo eso?
¿Había sido magia?
De pronto notó que mucha gente había comenzado a alejarse, aunque otros continuaban ahí.
Pero con los ánimos extrañamente renovados, entonces supo el sitio al que ahora iría.
—¿Te sientes mejor?
—Sí —inhaló profundo y luego exhaló con una sonrisa—. ¿Por qué? No entiendo lo qué pasó.
—Es el ritual de la Luna Nueva. Nos renueva la energía hasta que llegue la Luna Ancestral. Además, se realiza un hechizo de protección y también ayuda a las cosechas e incluso a los animales.
—Suena interesante.
—Sí. Lo es. Pero nadie está seguro de lo que sucederá cuando Gwyddyon finalmente se marché de este mundo. El año pasado, su aprendiz fue quien realizó el ritual y no funcionó igual —hizo una pequeña pausa—. Cuando Aldara vuelva, para bien o para mal, todo cambiará.
Esas simples palabras se clavaron en lo más profundo de sus pensamientos y corazón, tanto, que no supo que responder.
—Tranquila. Aún faltan casi seis meses para la próxima Luna Ancestral —se levantó cuando su acompañante sugirió que fueran a otro lado—. Te veré en casa —se marchó.
Nuevamente pensativa, volvió su mirada al sitio en donde Gwyddyon charlaba con algunas personas.
Debía hablar con él. Esa era su oportunidad, quizá la única en que podría ser más sutil, quizá podría hacerle creer que la energía recibida le había motivado o incluso podría ser honesta y decirle que su principal razón era porque aún deseaba volver a su hogar.
Se levantó, con la firme intención de hablar cara a cara con Gwyddyon, pero al dar la vuelta para llegar al pasillo más cercano, ni siquiera pudo avanzar; Gallagher estaba ahí, a solo unos pasos de ella, observándola detenidamente, casi como si él supiera algo que ella también debería saber, y con una sonrisa tan ligera, que quizá sólo ella podía notarla.
Sin duda, era un hombre demasiado complicado. Sonrió al pensarlo, mientras caminaba hasta llegar a él.
—Lo lamentó. Es solo que quisiera creer que soy yo quien dicta mi propio destino —no pudo comprender a qué se refería con eso, ni porque lo comentaba.
—Estoy segura de que así es —intentó alentarlo, aunque toda la confusión volvió a ella—. Y yo estaré feliz de que así continúe siendo —bajo la mirada, dejándola en la mano del alguacil, sin saber qué más hacer pero anhelando poder sostenerle y ser parte de ese destino del que hablaba.
—¿Te marchas ya? —no supo qué más decir ante aquellas palabras—. Pronto comenzará una representación sobre la leyenda de Aldara y Cearbhall. ¿La conoces?
Lenora suspiró con pesadez. Por un lado tenía curiosidad y por el otro, se sentía un poco recelosa o quizá temerosa al respecto.
—No… —volteó hacia el punto en donde antes había visto a Gwyddyon, pero este ya se había marchado.
—Es una buena oportunidad para conocerla.
—Tal vez sea mejor que no sepa nada —balbuceó—. Según Gwyddyon, se supone que soy yo; ¿Recuerdas?
—Imposible olvidarlo —trato de ser gracioso pero fracasó en el intento—. Aún así, la información podría ayudarte a futuro —hizo una ligera pausa, como si reconsiderara sus palabras—. Aunque, quizá tienes razón. Me imagino que también deseas ser tú misma, quien construye tu propio destino.
—Sí —balbuceó y pensó rápido—. Me imagino que aún no has comido nada —con esa charla, sintió esperanza—. ¿Sería mucho mi atrevimiento, si te pido que me acompañes? Será solo un momento, después podrás volver a tus labores.
Entre las tantas cosas que ella no sabía, estaba el hecho de que causaba una gran ternura en Gallagher, quién sonrió despacio pero con más soltura de lo que acostumbraba tener con ella.
—Yo invito —afirmó, convencido de que, con suerte, el estar a su lado durante sólo unas cuantas horas de esa noche, no significaba que su destino ya estaba escrito.
Esa noche, entre bocadillos y una charla ligera acerca de la vida de Lenora en aquel extraño mundo del que provenía, y algunas anécdotas laborales de Gallagher; fue todo lo que ambos necesitaron para sentirse tranquilos.
Para ella, fue la confirmación de que sus sentimientos eran correspondidos, aunque ninguno se atreviera a confesarlos y, para él, fue el recordatorio de que quizá no podría huir de su posible destino.
Y sin embargo, aquella noche estuvieron juntos hasta la madrugada y luego de acompañarla hasta su actual hogar, anhelo poder olvidar aquello que intuía ser y tanto le atormentaba.
•••
La segunda noche del festival no fue tan diferente a la anterior. La única excepción fue que esta vez, él la había invitado a acompañarlo y también, que a pesar de ello no podría abandonar su trabajo.
Aún así, estar cerca de él mientras coordinaba la seguridad del evento, le hizo acreedora de muchas miradas curiosas y una sensación confortable.
—Si todo sale bien, hoy se sellará la energía que fue invocada ayer y la protección será fija —lo escuchaba con atención—. Gwyddyon no debe tardar en llegar —hizo una pausa—. Este puede ser el momento perfecto para que puedas hablar con él.
—Sí —la sensación agradable, se esfumó tan pronto mencionó a Gwyddyon—. Gracias…
Tal vez se había equivocado, tal vez él también deseaba que se marchara; no estaba segura, pero estaba deduciendo que eso tenía mucho que ver con la forma en que siempre solía tratarla.
Aunque, tal vez solamente estaba siendo amable con ella, porque también creía que era Aldara, y tal vez, lo hacía, sobre todo, porque ya le había dicho que no tenía la intención de ayudarles a resolver sus problemas, si no que en realidad deseaba volver a su mundo.
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Editado: 21.11.2021