Un sello de sangre…
¿Gwyddyon habría hecho ese sello?
No había conseguido dejar de pensar en ello, incluso se había quedado dormida pensándolo, sin poder volver a concentrarse, al menos no adecuadamente. Y para su desgracia, Owen había entrado, azotando la puerta y burlándose de ella, por haberse dormido.
—¿Olvidaste que íbamos a estudiar juntos?
—No —balbuceó recordando la petición que el alguacil le había hecho en la carta.
—Me han dicho que has recibido correspondencia, pero no pudieron entender nada.
—¿Estás leyendo mis cartas?
—Tengo todo un servicio militar a mi cargo, sólo es cuestión de tiempo para que puedan descifrarlo —supo que debía enviar cartas en señuelo y sonrió al saber lo que haría para confundirlos.
—¿Algo más? —lo vió tratando de mover el libro que tenía sobre el escritorio y luego inclinándose a leerlo.
—¿Por qué no puedo ver nada?
—¿No puedes? —tenía ganas de reír, pero al intuir que podía volver a agredirla, respondió—. Debe ser parte del hechizo de Gwyddyon.
—Léelo en voz alta.
—No debo. No te conviene. Conociéndote, tomarás represalias en mi contra, así que no, gracias.
—Te estoy ordenando que lo leas —comenzaba a perder la paciencia.
—De acuerdo. Es un hechizo sencillo, pero… De acuerdo… Pero recuerda que fue tu idea.
Pronunció las palabras con temor, sin mirarlo, concentrándose en leer o mejor dicho, en fingir leer.
Cerró el libro consciente de que él no podría tocarla, al menos durante un momento.
—No te preocupes, comentó. Aún no puedo hacer que mi magia sea completa. El efecto sólo será momentáneo, cosa de un minuto. Pero al menos ahora entenderás porque no debo leer en voz alta —rió—. Cedrik me lo hizo una vez y digamos que aprendí la lección. Estuve bajo su hechizo durante casi todo el día —lo vio comenzando a moverse—. Perdón por ser tan parlanchina.
—Desgraciada —balbuceó entre dientes—. Ya verás.
—Pero… te lo advertí…
—Tú —la señaló, el hechizo casi terminaba de desvanecerse—. Esto me ha hecho recordar. ¿Intentaste abrir la puerta, al final de la escalera?
—Sí —aceptó.
—¿Por qué?
—Estaba aburrida, tomé un descanso y pensé en explorar —pensó que al admitirlo, no le iría tan mal—. Pero ni siquiera pude abrirla. Pensé que se le había caído algo que bloqueaba la puerta. Pero luego recordé a Briana, me dijo que había una puerta prohibida, sólo que no preste atención a cual era.
—¿Dices la verdad?
—No entiendo porque te molesta. De todas formas no pude entrar. Pero si es tan importante para ti —la tomó desprevenida, aventándola a la cama, apresándola bajo su cuerpo.
—Ese fue un interesante hechizo que quizá me sirva cuando al fin estemos unidos —balbuceó—. Tengo buena memoria. ¿Quieres comprobarlo? Justo ahora, podría tomar a la inmaculada doncella —no estaba segura de comprender a qué se refería—. Aunque después ya no me servirías.
—¿En serio? —esa confesión le ayudó a no sentir pánico.
—¿Te alegra? —sonrió al ver su confusión.
—Me excita —seguía confiando en lo que había aprendido para manejar a los hombres—. ¿A ti no? —gimió, tratando de acomodarse mejor, antes de besarlo.
—¿Qué estás?… —Lenora volvió a sonreír, al confirmar que había logrado desconcertarlo.
Sabía lo que hacía y por eso cerró los ojos. Lo sabía, por eso comenzó a moverse con lentitud, acariciandolo con calma y enredándolo entre sus piernas.
Sabía lo que hacía, por eso intentaba besarlo en casi cualquier lado, aunque él parecía no responder, a pesar de que aquello iba más allá de lo que estaba acostumbrada a hacer en el club.
Confiaba en lo que hacía, por eso, aún manteniéndolo entre sus piernas, pudo sentir que había logrado hacer que su cuerpo reaccionara.
Sin decir una palabra, Owen se levantó clavando la mirada en ella.
—No eres una doncella —bueno, tal vez había exagerado un poco.
—¿No? —fingió demencia, pero él sonrió—. ¿Estás seguro de que no? —la sonrisa se borró—. ¿Quieres comprobarlo? —intentó volver a lucir natural.
—Claro —apretó los ojos al escucharlo—. Pero quizá en otro momento —se sintió aliviada—. ¿En tu mundo le enseñan esto a las doncellas? —la hizo reír.
—Te sorprenderías de todo lo que podrías aprender en mi mundo.
Sin decir nada más, se marchó.
¿Eso contaba como “hacer lo necesario para mantenerse sana y salva”?
Esperaba no tener que volver a repetirlo, pero lo que había hecho solo implicaba que tendría que volverse más accesible con Owen, sin importar el asco que sentía por él.
Lo haría. No tenía otra opción.
Por el momento se levantó con calma, se cambió la ropa y se acomodó en la cama. Quizá, en ese momento, lo mejor que podía hacer era dormir.
Aunque la emoción de que pronto podría ver a Gallagher, la mantuvo despierta unos minutos más.
•••
Después de muchos días todo parecía haber tomado cierta normalidad.
Al menos, le alegraba que Owen casi siempre la ignorara desde aquella noche, a menos que hiciera algo que a él le pareciera mal o tuvieran que asistir a alguna reunión pública, lo cual él mismo había evitado, incluso había cancelado la “celebración” de la que Briana comentó y por ende, tampoco la había atacado. Pero, en caso de que lo hiciera, ya había ideado un nuevo plan.
También seguía enviando correspondencia a Gallagher, incluso comenzó a interlinear algunas frases en español y otras en lo poco que sabía de francés, como señuelos, donde además de no añadir nada importante, le dio una breve explicación para que pudiera notar las diferencias, aparte, le pidió que transcribiera esas partes en sus respuestas; aunque le parecía claro que él trataba de evitar mencionar todo lo relacionado a sus escasas investigaciones sobre Owen.
Sin embargo, lo importante, es que había decidido poner mucho más empeño en lo que debía aprender respecto a manejar la magia y, sin duda, había aumentado su poder hasta llegar a un nivel que a veces temía no poder controlar.
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Editado: 21.11.2021