Luna

CAPÍTULO 61

Ni si quiera supe en que momento me quedé dormido, pero cuando desperté vi que faltaba poco para la hora de la cena. Valentine ya no estaba a mi lado, pero escuche el ruido de la regadera, por lo que supuse que se encontraba ahí. No quería arruinar el progreso después de una agradable tarde juntos, así que solo me quede ahí en silencio, esperando a que ella saliera para avisar que me iría a mi habitación.

— No pareciera que estas aquí —la escucho decir y levanto la vista.

Fuera de la puerta del baño se encuentra la rubia, con un pijama muy lindo color violeta.

— Bueno, no quería irme sin avisarme, y tampoco me siento en la confianza de vagar por tu habitación, así que solo me quede aquí —respondo algo apenado.

— Tranquilo, Alex —dice acompañado de una ligera risa— no haría un escándalo si te fueras, así que anda, ve tranquilo.

— Gracias, Vale —digo al levantarme— te veo en la cena.

Me despido, dejando un beso en su mejilla, y salgo de su habitación para dirigirme al despacho de papá.

Doy un par de toques en la puerta hasta que escucho la autorización para entrar. Como lo imagine en el momento en que tuve que esperar más de dos minutos para poder entrar, mamá está aquí.

— ¿En qué puedo ayudarte, hijo? —pregunta papá mientras aparenta apartar la vista de los documentos en su escritorio.

— Los buscaba a ambos —digo haciendo que mamá aparte la vista del libro en sus manos.

— ¿Pasó algo? —pregunta mamá de inmediato.

— No, tranquilos —respondo al sentarme en el sofá frente a ella— solo quiero hablar con ustedes.

— ¿Sobre qué? —pregunta papá mientras se levanta para ir al sofá junto a mamá.

— Sobre mi relación con Valentine —respondo capturando su total atención.

— Alex, sé que esto de los Mates siempre fue algo conflictivo para ti...

— Tranquila mamá —le interrumpo— sé que por un tiempo fui quien más odiaba la idea de los Mates, pero ese pensamiento ha cambiado.

— ¿Entonces? —pregunta papá curioso.

— Quiero irme con Valentine —respondo y sus reacciones son de lo menos esperadas. Ambos sonríen.

— ¿Y ella lo sabe? —pregunta mamá y asiento, dejándola aún más emocionada.

— Estoy muy orgulloso de ti, Lex —dice papá con la voz algo ronca y lo escucho carraspear— ambos lo estamos.

— Así es pequeño —dice mamá mientras limpia sus lagrimas.

— Siempre fuimos conscientes de que algún día ustedes tal vez considerarían la idea de dejar su hogar y empezar desde cero —dice y puedo notar como un par de lagrimas se hacen paso por sus mejillas— nunca pensé que serías el primero, y aunque me aterra la idea de que estén sin nosotros, de que allá afuera no podré protegerlos, sé que es parte de su crecimiento, así que no te frenaré Alex.

Aquello me deja conmocionado. Pensé que tendría que rogar, que cerrarían las fronteras y me encerraría bajo llave.

— Ustedes siempre han sido los mejores padres —digo al abrazarlos.

— No hemos sido los mejores, pero seguimos intentándolo por ustedes —dice mamá correspondiendo el abrazo.

Aquel momento se torno tan emotivo, que los tres hemos terminamos llorando.

— Solo quiero pedirte que me prometas una cosa, Alex —dice papá en cuando deshacemos el abrazo.

— No puedo prometer nietos, si es lo que quieres —digo haciéndolos reír.

— No, aún son muy jóvenes —dice y revuelve mi cabello— lo que quiero pedirte es que no sigas mi mismo patrón, no seas tan tonto como lo fui yo. Quiero que me prometas que ambos van a cuidarse y respetarse, que serán un equipo, y no dejarán que las adversidades que pueda traer la vida deshaga esa unión. No quiero que tengas que vivir mi mismo dolor para darte cuenta de que estabas siendo un cabrón con las personas que amas, y aun más con tu mujer.

— Lo prometo papá, te prometo que no seré así.

— Las relaciones a veces se vuelven complicadas, Alex, ambos son jóvenes y sus experiencias no han sido las mejores, pero estoy segura de que les habrá servido para saber qué es lo que no quieren de una relación, y por favor, cuando sientan que algo va mal, hablen, si es posible busquen ayuda, no esperen a que los problemas terminen por separarlos.

— Te prometo que así será, mami —respondo haciéndola sonreír.

— Mi pequeño —dice con dulzura— no sabes lo contenta que estoy de saber que ambos decidieron darse la oportunidad.

— Te deseo la mayor de las felicidades hijo, y aunque tendrás a tu Mate a tu lado, recuerda que siempre tendrás a tu familia, y que siempre tendrán un lugar en nuestro hogar.

— Gracias, a los dos —digo al tomar de sus manos— pero ahora quiero que ustedes me prometan algo a mí. Quiero que me prometan que cuidarán muy bien de Lexi, que dejaran que lleve una vida normal, que pueda relacionarse con otros niños, y que pueda disfrutar de esta etapa de su vida.

La sonrisa en el rostro de mamá me asegura que así será, pero las dudas reflejadas en el rostro de papá no me dejan muy convencido.

— Supongo que es hora de que empiece a confiar más en ustedes —suspira— te prometo que haré lo posible por que Lexa tenga una vida normal, pero sabemos que con su don, no siempre será así.

— Lo sé, pero espero que por lo menos pueda vivir una infancia y juventud como cualquiera de nosotros.

— Haremos lo que esté en nuestras manos para cumplir con la promesa, cariño —dice mamá tomando mi mano con firmeza.

— Gracias, yo haré lo posible por visitarlos de vez en cuando, no crean que se librarán tan fácil de mi —digo haciéndolos reír.

— Siempre será un placer volver a recibirte en casa, Lex —dice papá con una sonrisa.

Sé que este momento lo guardaré como uno de mis más preciados recuerdos. 



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En el texto hay: hombreslobo, mate, magia

Editado: 30.01.2023

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