Luna de Fresia

XIII. Leyenda. Parte 1.

Los días pasaban lentamente. Las cosas en el instituto eran tranquilas, Ágata se había mantenido en silencio. El hecho de que Louis se enojara con ella por defender a Lina la entristecía, sin embargo ese silencio era algo temporal.

Lina intentaba mantener la calma, siempre alerta y expectante. El haber dicho sobre sus habilidades a Daniel le liberaba de un gran peso y aquello los hacia estar más unidos que antes. Ambos compartían un gran secreto y Daniel no podía evitar sentir curiosidad.

Mientras caminaba hacía Lina, la observaba curioso, y recordó el libro que antes había visto en la biblioteca, “¿Cómo se me pudo olvidar ese libro?” se dijo mirando hacía el árbol. Lina se encontraba sentada allí, distraída observando el vaivén de las hojas. Se acercó a ella cautelosamente y colocó su mano sobre su hombro.  

-Tengo una idea.-susurró mentalmente.

Lina pudo sentir un sesgo de curiosidad en sus palabras. Se volteó y vio ese brillo en sus ojos, aquel brillo inocente de emoción y curiosidad que suele verse en los niños pequeños.

- ¿Sigues siendo un niño pequeño?- respondió sin desviar la vista de las hojas.  

Daniel se echó a reír mientras miraba que Lina sonreía, se sentó a su lado observando en la misma dirección que ella buscando el objetivo de sus ojos.

-¿Qué hacemos?- preguntó.

-No sé qué haces tú. Yo solo miro la energía que brota de esta árbol.- respondió ella.

-¿Energía?

-Sí. Este árbol tiene un color energético distinto. Me hace sentir bien; en paz, en calma.

-Sabes, eso me recuerda a algo. Y esa era mi idea.

-¿Qué cosa?

-No para de darme vueltas en la cabeza el cómo obtuviste tus habilidades. Lo siento pero tengo demasiada curiosidad.

-Lo sé. Se nota.

-¿Recuerdas que te hable de un libro que encontré?

-¿Un libro?

-Sí. Cuando estaba asustado por lo que me ocurría, busqué información. Había muchas leyendas y cosas raras ligadas a este lugar; y encontré un libro antiguo.

-Ya lo recuerdo. Dijiste que lo viste en la biblioteca.

-Sí. Podemos revisarlo bien. Quizás allí haya algo que nos ayude a entender lo que pasa.

-Está bien.- respondió algo cabizbaja.  

-No te ves convencida.

-No lo estoy. Hay algo que siempre me observa. Lo siento todo el tiempo. Y ahora que lo recuerdo siempre me encuentro a un hombre extraño.

-¿Tienes un acosador?

-No, es como una entidad.

-¿Un fantasma?

-No lo sé. Será mejor que nos vayamos.- añadió sintiendo una extraña presencia.  

Daniel miró a su alrededor, pero no logró percibir al acosado o fantasma que acechaba a Lina. Luego se levantó rápidamente y no pudo evitar sentir la emoción de descubrir algo nuevo como si se tratara de una misión y ellos fueran detectives o algo parecido.

Quería buscar una explicación razonable a lo que sucedía con Lina, algo que explicara el por qué ella tenía esas habilidades, por qué era diferente, aterradora y especial. Ambos caminaron en silencio, se miraron cómplicemente y se dirigieron hacia la biblioteca. Miles de emociones se entremezclaban en ambos generando un caos de sentimientos y pensamientos que los hacía temblar.

La biblioteca estaba compuesta de 4 secciones, dos en el primer piso y dos en el segundo. Sin embargo había una 5ta sección reservada y alejada de los estudiantes. Estaba oculta y muy pocos conocían de ella, los libros que allí se encontraban estaban prohibidos, pero por un extraño motivo “algo” había guiado a Daniel a aquel lugar.

-Tenemos que entrar en silencio.- dijo Daniel. –Llegué a aquella sección por casualidad.

-¿Sección? ¿A cuál vamos?

-A la 5ta, en el 3er piso.

-La biblioteca tiene dos pisos. ¿Estás delirando? ¿O lo soñaste?

-No, ya lo verás.

Daniel guio a Lina hasta el segundo piso. Una vez allí, caminaron entre los estantes simulando revisar y buscar libros hasta que se encontraron frente a una pequeña puerta con un cartel que decía “Prohibido el ingreso”.

-¿Aquí?- preguntó Lina.

-Shuuuu. Silencio. –respondió Daniel.

-¿En serio es aquí?

-Sí.

Daniel hizo un gesto colocando su dedo en la boca indicándole a Lina que guarde silencio. Ella lo miró incrédula. Él se acercó a la pequeña puerta, movió la manilla y la abrió suavemente, luego llamó a Lina; quien se encontraba entre los estantes, y la hizo pasar vigilando que nadie los viera. Una vez adentro, cerró la puerta suavemente y respiró profundo.

-Tenemos que estar en silencio.- dijo caminando en puntillas.

-Eso ya lo dijiste.- respondió Lina.

Avanzaron unos pasos y se encontraron con una escalera caracol; ambos la subieron sigilosamente. Al llegar, Lina se sorprendió al ver tal cantidad de libros; por la apariencia de aquel lugar se veía que era una sección antigua del instituto; los candelabros, las mesas, los estantes, todo parecía sacado de un libro de cuentos.




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