Los días pasaron. El pesar en el alma de Lina se hacía cada vez más incontrolable. Era tanto su dolor que sin darse cuenta se encontró sumergida en la oscuridad, perdiéndose en ella por algunos lapsos de tiempo y volviendo a la luz cada vez que recobraba el sentido. Temía de sí misma, de sus emociones y pensó en múltiples opciones de acabar con su vida antes de perderse completamente en la oscuridad.
El perder a la persona que amas, deja una huella indescriptible en el corazón, y Lina bien lo sabía. A diario luchaba consigo, encontrándose entre estas dos dualidades, que se alternaban en su interior; en ocasiones desando el mal a la humanidad, mientras que en otras buscando como salvarla. El pesar de su alma y el control de aquel poder la habían agotado y ya no sabía cómo actuar, deseando firmemente terminar con todo eso.
-Debes limpiar tu espíritu.- dijo una voz desde el fondo de su interior. Lina se estremeció, intentó mantenerse serena y escuchó con atención. –Comparte el poder. – añadió la voz. Ella suspiro, ¿quién le hablaba? ¿La luz o la oscuridad?
-Pero ¿cómo haré eso? – se preguntó esperando una respuesta.
Sentada en el suelo, rodeada de árboles, esperaba una respuesta a sus temores. Sus manos le temblaban, no quería causar daño, y ese miedo solo había hecho que se aísle. Luego de la muerte de Daniel, Lina desapareció. Se alzó, alejándose rápidamente, perdiendo el contacto con todos aquellos que la querían, en su mente solo había miedo.
-Existe un lugar en la tierra. El inicio del mal, allí encontrarás las respuestas.-dijo la voz serenamente.
-¿Dónde está?
-Tú lo sabes.
Por muchos intentos que realizó, aquella voz se perdió en el silencio. Seguía dudando pero sabía bien que debía buscar las respuestas. “Un lugar” pensó, cerrando sus ojos e intentando visualizarlo, hasta que por fin una imagen vino a su mente. Se levantó raudamente, y se encaminó hacia el lugar en su mente. Durante su trayecto, pensó en Louis, en él podía confiar, y esperando que él aceptara su amistad nuevamente inicio el contacto.
-Louis, Louis. –susurro, buscando su imagen. Al cabo de algunos segundos una voz la alegró.
-Lina. ¿Eres tú? ¿Dónde estás?-preguntó desesperadamente.
-Louis, gracias por establecer contacto.- respondió entristecida.
-Claro que lo haré, una y mil veces si es necesario. Pero ¿Qué sucedió? Intenté contactarte y no pude.
-No podía permitirlo.
-¿Y ahora estás bien?
-No lo sé, pero necesito de ti.
-Cuenta conmigo. Dime ¿qué sucede?
-Necesito respuestas. Algo en mi me dice que debo ir a este lugar.- respondió Lina proyectando la imagen de su mente en Louis.
-¿Un edificio?- dice Louis pensando en qué lugar podría ser.
-¿Sabes algo o lo has visto?
-Espera, me parece familiar. Tu ¿en dónde estás?
-Voy en camino hacia ti.
-Buscaré el lugar y esperaré por ti. Te acompañaré.
-No. Solo necesito que me digas en donde puedo encontrar ese edificio. Yo iré sola.
-No. No estás sola. Yo estoy contigo.
Lina guardó silencio y salió del contacto con Louis, mientras estés desesperadamente intentaba hablarle. Se detuvo a mitad de su trayecto, sobre una pequeña laguna, observó a su alrededor y vio con asombro como convivían pequeños animales junto a sus depredadores. “El ciclo de la vida” se dijo riendo, comprendiendo que todo lo que sucede en el mundo tiene su propósito. “¿Quizás Louis está a mi lado por algo?” pensó confiando en que tenía un aliado. Descansó por unos minutos, concentrando sus esfuerzos en descubrir más sobre el oscuro, buscando en su interior la información sobre aquel extraño sujeto.
-Louis ¿encontraste el lugar?- preguntó.
-Lina ¿Por qué cortaste el contacto?- respondió Louis confundido.
-Aún estoy confundida con todo lo que me está sucediendo. No quiero causar daño.
-Sigues con lo mismo. En fin, no seguiré insistiendo.
-Louis, lo siento.
-Está bien.-respondió suspirando.- El lugar es el edificio de Míster Robinson.
-¿Míster Robinson?
-Un hombre de negocios, muchas familias tienen negocios con él, incluso la mía.
-Debemos ir a ese lugar entonces.
Ambos se encontraron en la entrada principal de aquel lugar, a los pies de un gran edificio. De pie junto a la puerta de ingreso los esperaba un hombre alto, pulcramente vestido, que al verla le hizo una reverencia de respeto. Lina miró a Louis algo sorprendida, no comprendiendo lo que sucedía. Una vez en su interior, los trabajadores de aquel lugar, la saludaron cordialmente, mostrando sus respetos a quien, según ellos era la nueva dueña del gran conglomerado que poseía Míster Robinson.
-Señorita Helena.- dijo un joven elegantemente vestido. -La esperábamos.
-¿Cómo?- respondió Lina confundida.