Luna de Sangre I En Edición I

III.

3. Historia de mortalidad.

 

Cada día que pasa la situación en el pueblo empeora, cada vez hay menos personas en las calles, están temerosas de la infección propagándose.

Me gustaría decir que el clan la ha pasado mal desde la llegada del nuevo miembro, pero no es así. Lowell ha encajado bien con el equipo, lo cual para mí resulta ser molesto. Mis compañeros olvidan rápido, mientras que yo soy en exceso rencorosa.

Una semana ha pasado y cada noche hemos vigilado las calles combatiendo con los suguinem, Gaston ha hablado con líderes de otros clanes comparando las situaciones en sus respectivos pueblos. Lamentablemente cada lugar está peor que el anterior y ha habido muchas pérdidas de miembros de la comunidad vampírica.

Pasar tiempo con el “nuevo” me ha hecho ya no odiarlo tanto, aun no lo tolero. Se pasea por el lugar con seguridad excesiva cortejando a cada dama que ve, su personalidad es realmente exasperante.

Ciertamente no creí volver a convivir con personas de mente cerrada y pensamientos vacíos, pero eso es lo que pasa con los neófitos, su único conocimiento es el que les enseñaron en base a la sociedad humana actual.

Por la mañana al pasar por el salón me encuentro con Lowell interrogando a Gaston por cada mínimo detalle sobre ser vampiro, me detengo en el marco de la puerta mientras los observo con diversión.

—¿Acaso la luz solar no nos quema?

—No, eso solo le sucede al vampiro mayor. — responde Gaston sin quitar la vista de su periódico

—Y ¿Qué es un vampiro mayor?

—Es el hijo de los vampiros antiguos, los primeros vampiros. — habla Marian mientras entra en el salón

—¿Por qué él si es sensible a la luz y nosotros no? — continúa con su interrogación

Gaston deja caer el periódico a su costado con pesadez antes de responder la pregunta.

—Por qué él nació en la oscuridad y nosotros provenimos de la mortalidad, nacimos en la luz. — dice antes de abandonar la habitación de mala forma

Nuestro líder siempre ha sido tolerante y comprensivo con nosotros, pero cada que alguien le recuerda su lado mortal su semblante se oscurece, nunca ha dicho ni una sola palabra al respecto, sé que todos tenemos un lado sensible en nuestras vidas mortales y vampíricas, pero él sabe cada detalle de nuestras vidas y en cambio nosotros no sabemos nada sobre él.

Entro en el salón y al notar mi presencia Lowell se pone de pie para seguido hacer una pequeña reverencia en señal de saludo, él no lo hace enserio sabe que aborrezco los falsos modales hechos con sarcasmo, este es el motivo por el que los lleva acabo y logra su objetivo de hacerme enfadar.

—Detén tus hipocresías, por favor. — hablo en tono acre

—¿Cómo sabes que son hipocresías? — pregunta

—Expresión corporal — lo analizo con la mirada —. Eres sumamente sencillo de descifrar.

—Que palabras tan duras, bella dama.

Se acerca a mí de manera acelerada tomando mi mano derecha para levantarla, pero se detiene en cuanto ve el anillo que llevo conmigo. Me tenso ante su acción y lo analizo detenidamente esperando su próximo movimiento.

—Que bella joya lleva. — acerca mi mano a su rostro

—Suéltame, ¡ahora! — le exijo

—No sin tomar esto.

Lowell intenta tomar mi anillo, pero soy más veloz que él, direcciono ambas manos al cuello de su camisa sujetándolo con fuerza y lanzándolo al otro lado de la habitación.

—¡No te vuelvas a acercar a mí! — le ordeno desde mi lugar

<<Edwin Stoker>>

La calma de la mañana llena mi habitación, una pequeña luz se filtra a través de las cortinas oscuras que cubren las ventanas, hasta que un golpe en el piso de abajo rompe la armonía.

Bajo la escalera siendo consciente de la escena que estoy por presenciar, me temo que conozco lo suficiente a Linale como para saber sus reacciones a cosas que le desagradan y Lowell es una de esas.

Camino por el pasillo cuando Linale abandona el salón hecha una furia. Entro en dirección contraria a ella y me encuentro con una escena bastante interesante, Marian se encuentra sentada en el sofá leyendo con tranquilidad mientras Lowell esta tirado en el suelo.

—¿Qué sucedió? — pregunto

—Lowell intentó tomar el anillo de Lina. — contesta la mujer de cabello rubio

—¿El de las tres lunas?

—Ese mismo.

Me acerco al hombre en el suelo para ayudarlo a levantarse.

—Me sorprende que haya podido lanzarte tan fácilmente, siendo un neófito eres más fuerte que cualquiera de nosotros. — extiendo mi mano frente a él

—Esa mujer está loca. — explica mientras se pone de pie

—No lo está, solo hallaste su lado sensible. — habla Marian

—¿Qué? ¿Un anillo? — duda

—No se trata de lo que es, sino de lo que representa — el joven parece confundido —. Todos tenemos una historia, un pasado, memorias y miedos que aún nos persiguen para atormentarnos.

Recuerdos de un pasado ya lejano destellan en mi mente como una débil llama encendiéndose.

—Ustedes ya saben mi historia; nací en Austria, pero me mudé a Rumania por los negocios de mi familia, soy hijo único y estaba comprometido con una joven del pueblo.

Me mantengo en silencio después de escuchar sus palabras contemplando que debería responder. Marian se adelanta a mí tomado la iniciativa y comienza a hablar.

—Yo soy de Grecia, nací en mil seiscientos ochenta y uno, estaba... casada con un hombre diez años mayor que yo — su semblante se entristece —. Él era una persona horrible, se aprovechó de mí de cualquier manera posible. Pero un día excedió su propio límite de daño y termino con mi vida, o lo habría hecho de no ser por Gaston quien estaba en el momento y lugar correcto, eso ocurrió en mil seiscientos noventa y nueve.

—Entonces te convirtió…

—Sí.

—Entonces tienes ciento sesenta y tres años...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.