7. Primera tarea.
Estoy en mi guardia cotidiana en Crimson, pero con una tarea especial por cumplir, Benetem me ha dado la orden de recolectar sangre de un suguinem, la necesitaba lo más fresca posible por eso he aprovechado este momento para conseguirla.
Ha resultado ser un poco problemático, pues la única forma de extraerle la sangre a una de esas criaturas es mientras aun continua con vida, así que durante el combate debo preocuparme por dos cosas, uno: obtener el líquido deseado, dos: proteger mi vida.
Al amanecer me dirijo a la biblioteca del castillo, es allí donde veré al rey para entregarle la sangre, no sé para que la necesita no me ha querido dar más datos que solo los “necesarios” como él dice.
El lugar es tranquilo y silencioso, como el resto del castillo, pero se siente una vibra diferente aquí, siento que siempre es de este modo con las bibliotecas.
—¿Por qué te demoraste tanto? — Benetem replica al verme
—Lamento no ser tan veloz como deseas. — argumento con sarcasmo
Saco el frasco de sangre de mi bolsillo para entregárselo. Él lo analiza rápidamente antes de hablar.
—Perfecto, una cosa menos de la lista.
Dudo en hacer la pregunta, pero aun con el temor presente soy capaz de llevarla a cabo.
—¿Qué tan larga es la lista?
—¡Oh disculpa! ¿Tienes algo más que hacer? — responde con sarcasmo
Agacho la cabeza intentando ocultar mi vergüenza.
—No, solo era curiosidad.
La tensión del silencio incomodó me hace sentir como si no pudiera respirar, lo cual es curioso porque en realidad yo no respiro.
—Si tienes tanta urgencia me puedes acompañar hoy.
Disculpa ¿Dijo acompañar?
—N-no, no quisiera interrumpir en sus asuntos. — la calma no formo parte de mi oración
Benetem arruga el ceño para después responder con seriedad.
—No fue pregunta.
Por supuesto, aunque una parte de mí esperaba que lo fuera.
—Búscame en el salón del trono tres horas antes de la media noche. No llegues tarde, odio la impuntualidad.
Se marcha sin dejarme pronunciar palabra alguna, sería ridículo esperar más de él.
Durante el día una vez más me fue imposible lograr conciliar el sueño, así que decidí salir a despejarme en los jardines en los cuales mientras haya luz solar no hay ni un alma cerca del lugar.
El color verde predomina en el sitio, los arbustos tienen algunas flores de color amarillo y magenta, en el centro del jardín hay un estanque con piedras blancas decorándolo. De pie a la orilla del mismo no logro divisar el fondo, las aguas se tornan más oscuras en medida de la profundidad.
El aire fresco y la brisa húmeda me hacen sentir en calma, salir al aire de la mañana se ha vuelto una pequeña tradición mía, ya que es una de las pocas cosas que aún me hacen sentir cuerda.
Con el pasar de los minutos logro olvidarme de todo por un pequeño instante antes de escuchar una voz pronunciar mi nombre.
—Linale querida.
Miro a mi alrededor tratando de encontrar al dueño de esa voz hasta que lo veo.
—¿Qué haces afuera a estas horas del día? — pregunta
—No podía dormir ¿Y tú que haces aquí, Markus?
—Tengo algunas tareas que son necesarias a realizar en estas horas. — aclara —¿Qué te mantiene inquieta?
Lo que no me deja dormir es el asunto de cumplir una de mis tareas con el rey, pero no es algo que tenga permitido decir en voz alta.
—Son los suguinem, me preocupa. — una excusa creíble
—Estamos cerca de solucionarlo.
Markus me observa en silencio mientras mantiene una sonrisa llena de secretos, parece como si me estuviera analizando con la mirada antes de continuar hablando.
—¿Has hablado con el rey?
Su pregunta me toma por sorpresa.
—No he tenido el placer de conocerlo. — pronuncio con seguridad
Parece dudar de mis palabras por unos segundos, pero al final las acepta con tranquilidad.
—Creí que sería más listo — habla para sí mismo —. No deberías acercarte a él. — advierte
—No tengo un motivo para querer estar cerca de una figura tan importante.
—Es mejor que se mantenga de ese modo, el rey es una persona peligrosa.
No es la primera vez que escucho algo como eso.
—Suele tener una fascinación por las mentiras. — afirma
Esas palabras no me hacen sentir confianza.
—Como el resto de los vampiros. — intento calmar la severidad de sus palabras
—Solo es una advertencia, no confíes en él. — sus ojos se inundan de ira
Si uno de los más cercanos miembros del concejo afirma el no poder confiar en su rey, qué es una persona a la que lleva conociendo por más de trecientos años ¿Qué me podría esperar a mí?
Durante mi tiempo en el castillo he luchado por eliminar las ideas del terror y pánico que debería sentir al oír hablar del rey Tepes, algunos días se vuelve sencillo verlas como habladurías que pasan de boca en boca, pero después aparece alguien para recordarme que debo tener miedo y que no puedo confiar en lo que hay a mi alrededor.
Se ha vuelto complicado entender, las cosas han cambiado tan rápido como un parpadeo desde nuestra llegada.
Con los primeros rastros de oscuridad en el cielo camino por los fríos y desolados pasillos para llegar a mi habitación. Necesito preparación psicológica para las próximas dos horas.
—¡Hey Lina! Te estaba buscando para mostrarte esto.
Visualizo a Marian a unos metros frente a mí acercándose.
—Es un libro de la sanadora — su felicidad es cegadora —. Estaba en la biblioteca y tiene todos sus remedios curativos.
—Qué lindo…
¿Aparece de la nada para hablar de remedios curativos en los cuales parece completamente sumergida?
—Siento que no hemos hablado en una eternidad. — la honestidad de sus palabras me confunde
—Pues no lo hemos hecho, al menos no como antes.
—Extraño esas conversaciones a la media noche recostadas en el pasto —puedo notar como los recuerdos brillan en sus ojos —. He estado siguiendo a Gaston.