Luna de Sangre I En Edición I

IX.

9. Luna de sangre.

 

Ha llegado el día, hoy a la media noche la luna de sangre estará en su máximo brillo rojo y en su celebración se ha organizado un baile antes de la cacería anual. Todos en el castillo esperan con ansias la llegada de la oscuridad.

Una semana a transcurrido desde la última vez que hable con Mónica y Benetem, me he mantenido en mi habitación la mayor parte de mi tiempo libre y solo de este modo he logrado crear un poco de calma en mi mente, esta fecha es importante para mí y no tenía el deseo de perturbarla con conversaciones innecesarias, ya tengo suficiente con lidiar con mi propia existencia.

Estos últimos días los he dedicado a pasarlos en compañía de mi clan, es bueno poder compartir tiempo con ellos como en el pasado a excepción que el único ausente ha sido Gaston, él ha estado alejado desde nuestra conversación, eso me ha causado un poco de nostalgia, pero creo que es mejor de esta forma, además se dé buena fuente que ha estado conviviendo mucho más con Marian.

Espero que pueda existir algo entre ellos, mi amiga ha estado interesada en él quizá desde antes de mi llegada al grupo. La mujer siempre dedicó su tiempo para ayudarme en lo que no comprendía o con lo que tenía problemas respecto a ser vampiro y también fue una parte importante en mi autocontrol, es por eso que la considero una hermana para mí.

Un par de horas antes de que comience la velada me dedico unos minutos a mí misma en el jardín, solo sintiendo el aire fresco en mi rostro.

Al momento de volver a mi habitación noto un hermoso vestido sobre la cama; la tela es muy exquisita el color es negro brillante acompañada de detalles en rojo sangre con un corset del color del vino. A un costado hay una nota encima de una pequeña caja de terciopelo azabache.

La nota dice:

«No existe una sola alma capaz de lucir este collar como lo harías tú.

Te ha esperado por más de dos siglos».

En el interior de la misma hay una pieza de joyería única, es un corazón escarlata acompañado de unas rosas.

El solo pensar de quien podría provenir el regalo me hace sentir como si algo me asfixiara.

Dos horas antes de la media noche nos reunimos frente a las puertas del salón del trono, una pequeña carga de emociones recorre mi cuerpo generando un escalofrió.

—¿Te encuentras bien? — Lowell se hace presente

—Es solo que… hoy es mi aniversario cien de mi nacimiento a la oscuridad.

Me resulta difícil creer que ya ha pasado un siglo desde que termino mi vida humana, no puedo recordar si he hecho algo bueno durante ese tiempo.

—Nunca imagine conocer personas que dijeran que tienen más de noventa años con tanta tranquilidad.

Su sorpresa nos hace reír.

—A veces olvido que Lowell es nuevo en este “estilo de vida” — agrega Marian

—Ya te acostumbraras a escuchar estas cosas y tomarlas con calma. — habla Edwin

Ha pasado tanto desde que los escuche reír juntos.

—Y lo espero con ansias. — habla el neófito

Mientras mis compañeros hacen bromas respecto a su edad, Ed se acerca a mí colocando su brazo por encima de mis hombros.

—Todo estará bien, Lin, es una noche como cualquier otra.

—Eso espero, Ed. — respondo con optimismo

—Eres nuestra familia, Lina. Estaremos contigo en todo momento. — la sonrisa de Marian ilumina el lugar

Al abrir las puertas queda expuesto el salón divinamente adornado con un grupo de vampiros muy bien vestidos en su interior. Los músicos tocan sus instrumentos en un costado del lugar y los sirvientes llevan bandejas de copas entre los invitados, un breve pensamiento cruza por mi mente al entrar al sitio.

“Es como los bailes a los que solía asistir en compañía de mi madre y hermanos cuando aún era mortal”.

En el trono se encuentra Benetem luciendo tan apuesto e inalcanzable, sin embargo, Mónica está a su costado. Están hablando y aunque solo podría ser eso y nada más, también existe la posibilidad de que se trate de algo más serio.

Un sentimiento diferente recorre mi mente.

La orquesta toca animadamente, las personas se mueven a la perfección en la pista de baile, este ambiente podría pasar fácilmente como una noche que podría vivir cualquier humano. Me hace sentir fuera de lugar, algo perdida quizá, un siglo ha ocurrido desde el ultimo baile al que asistí y siendo honesta en realidad no lo recuerdo.

Una voz profunda a mis espaldas se hace notoria causándome un escalofrió.

—Te ves preciosa, Linale. —  dice con una sonrisa fascinante

Las palabras de Benetem me hacen sentir sonrojada.

—Es muy amable, señor. — intento mantenerme en calma

Deja salir una pequeña risa al oír mis palabras.

—Ven — extiende su mano frente a mí —. Baila conmigo.

—Yo…— dudo en aceptar su oferta

—No fue pregunta.

Me toma de ambas manos y me guía a la pista de baile.

No puedo reconocer la melodía que tocan los músicos, mis músculos se tensan por la presión que me genera lo desconocido.

—Mantente tranquila — Benetem expresa con calma —. Sé que sabes bailar.

Sus palabras me hacen sentir un vacío en el estómago, esa oración con ese tono de voz ya lo había escuchado antes.

—Tu madre y tu hermano mayor te enseñaron.

—Veo que hablabas enserio cuando dijiste que conocías más cosas de las que debías sobre mi vida. — hablo con ligero disgusto

—Yo no miento, Linale.

Conforme seguimos moviéndonos por la pista al ritmo de la música mi cuerpo se relaja y mi mente comienza a ignorar lo que nos rodea, solo puedo pensar en la mano de Benetem sobre mi cintura y sus ojos del color de la sangre posados sobre los míos mientras emiten un brillo hipnótico.

Esta es la mayor cercanía que he tenido con el rey, la sensación de nuestras manos tocándose me produce una calma inexplicable. Él va guiando nuestros pasos que poco a poco se transforman en una danza perfectamente efectuada.




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