Lamí la cucharita de mi yogurt mirando a Kiona que acababa de sentarse frente a mí en la mesa de la cafetería con una gran sonrisa. Alice se había escapado con Trevor, dejándome sola en la mesa.
Vaya mejor amiga la que me mandaba.
—¿Y bien? ¿Qué sucedió ayer? —preguntó y fruncí mi ceño, totalmente confusa.
—¿A qué te refieres?
—¡A ti y a Alan! No te hagas, sé que iban a salir. —Movió sus cejas subjetivamente.
—Creo que en este momento no hay cupo para una oración positiva en donde nuestros nombres estén juntos —dije, llevándome otra cucharada a la boca.
—¿De qué hablas? —Suspiré dejando de lado mi yogurt.
—¿No lo sabes? —Negó—. Bueno, al parecer tu amigo solo me quería para... ¿Pasar el rato? No lo sé, pensé que lo sabías.
—¿¡Qué!? —gritó sobresaltándome. A mí y a todos los de la cafetería. Paseé mi mirada por cada mesa y muchos, solo el chico que siempre mantenía con sus audífonos, no nos estaba mirando. Mis ojos se fijaron en un par ambarino que nos miraba con curiosidad y más que mirar a Kiona me miraba a mí. Alejé la mirada de él y seguí con el inventario de miradas.
¿Qué no tenían algo más interesante que vernos?
—Siéntate, Kiona, todos nos miran. —Haciéndome caso se volvió a sentar en su asiento.
—Lo siento, pero... no puedo creerlo ¿Qué fue lo que te dijo?
—En resumidas cuentas, luego de haberlo visto besándose con Amber, que no podía mantener conmigo ni siquiera una relación de amistad. —Suspiré y cogí de nuevo el yogurt.
—No entiendo nada —sacó su teléfono móvil y tecleó algo—, pero no fue una buena idea ¿En qué estaba pensando? Es malo, muy malo —susurró antes de levantarse de su asiento—. Nos vemos luego.
Levanté mis cejas en confusión, pero no le presté atención y seguí en lo mío.
Cuando terminé, decidí que lo mejor era irme. Estaba sola en aquella mesa, ya había comido y misteriosamente ese día hacía un poco de calor. Salí de la cafetería con dirección al árbol del jardín trasero, ese lugar que me encanta.
Pero antes de llegar recordé que primeramente debía pasar por mi casillero.
Caminé tranquila por los pasillos solitarios a excepción de pocas personas que buscaban los baños o sus casilleros. Llegué al mío y saqué los libros necesarios para las próximas horas.
El sonido de los megáfonos que rodeaban el instituto me sobresaltó, causando que mis libros, lápices y lapiceros cayeran, la mayoría, al suelo.
Sisé entre dientes, enojada y me agaché al tiempo que el director comenzaba a hablar.
Más valía que lo que iba a decir fuera, al menos, un poco importante.
—Se solicita la presencia de todos los alumnos en el auditorio finalizando el tiempo de almuerzo. Repito, se solicita la presencia de todos los alumnos en el auditorio finalizando el tiempo de almuerzo. —Y la voz cesó con el horrible sonido de los megáfonos.
Terminé de levantar todas mis cosas y las apreté a mí pecho.
Caminé de vuelta, yendo directamente al árbol del jardín trasero, el más alejado de los dos jardines que tenía el instituto, y el cual sólo podía verse a través del salón de música, salón que sólo era usado dos veces al día.
Para matar el tiempo me puse a hacer garabatos en una hoja suelta que tenía en el libro de química. Recordé una muñeca que mi madre me había enseñado a dibujar hacía un tiempo y comencé a trazar su carita. Para la hora en que sonó la campana ya tenía la mitad de ella realizada.
Recogí todas mis cosas del césped y casi corrí al auditorio.
A mitad del camino me encontré con Alice, aunque me había dejado a la hora del almuerzo sabiendo mi estado de ánimo, me reuní con ella dispuesta a sentarnos juntas. Trevor se fue hacia las sillas de la parte superior mientras que Alice se quedó conmigo en los asientos del medio. El asiento a mí lado izquierdo estaba desocupado y me extrañaba, que, estando todos los estudiantes del instituto, no hubiera nadie en él.
Alice resopló cuando el director entró con su cabeza brillando por la ausencia del cabello. Me enderecé en la silla cuando sentí a alguien sentarse en el asiento desocupado.
No miré quien era, pero si miré los asientos superiores en donde parecía que los alumnos mantenían una fiesta y al verlos era obvio que eran los chicos del equipo de fútbol y las porristas, incluida Amber... pero Alan no estaba allí y pude ser estúpida por buscarlo con la mirada, pero quería ver, inconscientemente, como se comportaba, de alguna manera, sin mí en su vida.
Fruncí el ceño con molestia cuando el director los mandó a callar, pero ellos siguieron con sus cosas.
—Son unos escandalosos ¿Verdad? —Me sobresalté a escuchar la voz proveniente de mi lado. Miré al causante encontrándome los ojos verdes pálidos pertenecientes a Matt.
Carraspeé mi garganta con incomodidad.
—Un poco, sí ¿Por qué tú no estás con ellos?
—Necesitaba un descanso.
—Ah. —Volví mi vista a la tarima donde estaba el director sin querer alargar la conversación.
Era extraño, pero no quería estar cerca de Matt, aun cuando lo quise por años enteros.
—¡Silencio! —gritó el calvo por el micrófono.
Me hundí en mí lugar por lo duro que había resonado su voz.
Suspirando prosiguió.
—Están aquí para recibir una noticia de suma importancia sobre las vacaciones de mitad de año —muchas voces de hicieron escuchar en aprobación a tales vacaciones—. Silencio. Como saben estás vacaciones normalmente duran seis semanas, un mes y medio exactamente y como saben, esta sería la última semana que estarían acá —los murmullos siguieron— ¡Silencio! —Resopló— Sin embargo, se pasó una solicitud al gobierno para hacer un cambio en estos horarios en vista de los desajustes que se han hecho durante el curso. Esta solicitud ha sido aprobada en las primeras horas de la mañana, así que me corresponde darles la noticia—el silencio que tanto esperaba se hizo. Todos estaban atentos a lo próximo que iba a decir—. En vez de seis semanas, se darán de vacaciones tres semanas. —Los murmullos se volvieron a levantar solo que esta vez eran de desaprobación. Yo emití un gemido doloroso. Contaba con esas vacaciones, no era justo que nos quitaran tiempo de descanso, o, en mi caso, tiempo que había querido para alejarme de Alan.
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Editado: 18.05.2021