Luz de luna roja

Capítulo 2: Es una promesa

Esa noche siguió con su rutina, fue al bar, conoció a otra chica, fueron a su casa y después de un buen rato le succiono toda su sangre. A si lo hizo varias veces esa noche. Se dedicó a matar a varias mujeres sólo por placer. Pero no sólo fue al bar por eso sino que también a hacer una inspección de los hombres que iban, porque una gran cantidad de vampiros frecuentaba el bar. Y cualquiera de ellos podría haberla secuestrado. Según la nota que le dejó ella estaba con un vampiro en la City of te Moon y no podía escapar.  
Vio a dos hombres sentados mirándolo, pero  el siguió con su  botella de vodka. Se dio cuenta en un instante que eran dos vampiros por su piel pálida y su mirada de ser oscuro. Salió del bar con la botella en la mano y se quedó afuera esperando que salieran los dos hombres. Y eso fue lo que paso, lo estaban vigilando, ¿Pero quien vigilará al Gran Christopher? Primer vampiro y único hereje, o eso es lo que cree. 


-Así que ustedes me están vigilando.- dijo el cuando vio que salieron los dos vampiros. 

-No se a que te refieres.- le dijo uno de los vampiros fingiendo inocencia. 

-Ahora me van a acompañar- le dijo Christopher  haciendo una seña para que lo siguieran. Pero al ver que no lo seguían se enfureció.- Les dije que me van  a acompañar. 

Los dos vampiros quisieron escapar, el primero se quiso defender. Le intenta pegar una piña en la cara pero la esquiva y lo sostiene del brazo. Cuando el otro vampiro le quiso pegar, le rompió el cuello al vampiro que tenía en su mano izquierda  y lo caer, para luego golpear al otro vampiro y tirarlo al suelo. Cuando se intenta levantar se acerca muy rápido a el y lo levanta del cuello. Lo toma tan fuerte del cuello que en un instante le quebró todas sus huesos. Al ver que estaban inconscientes se ocupó de llevarlos a un lugar donde pueda torturarlos para que confiesen  quien había secuestrado a su hermana. Los llevo a un galpón muy lejos de la ciudad en medio del bosque, nadie sabía que existía ese lugar, sólo el. Era muy grande, lo único que había  allí eran nada más que herramientas de tortura. Espacios separados donde se podría torturar de formas increíbles y diversas. Entró  al lugar y puso a los dos en espacios separados eligió dos cuartos de tortura diferente. Se notaba que los vampiros tenían alrededor de cien o doscientos años de vida. A si que hasta un nivel de tortura leve les iba a causar mucho daño, y así  sería más fácil que digan lo que saben. A un vampiro lo puso en un espacio de tortura de madera, lo sentó en una silla de metal con agarraderas en sus manos y pies para que permaneciera inmóvil. A su alrededor había todo tipo de herramientas de tortura , desde lápices hasta grandes armas de madera. El vampiro se encontraba asustado miraba a su alrededor encontrando una salida, pero no la había. Estaba totalmente preso, no había forma de poder librarse y salir huyendo. De forma súbita Christopher apareció en frente de el, con ojos vengativos. Le colocó un collar con pinches en todo su cuello, estaba tan apretado que  cualquier movimiento que haga lo dejaría sin cabeza. Luego sujeto con sus manos unos dardos de madera. 

-Por cada respuesta mal que me digas te tiraré un dardo.- dijo con la voz muy estricta y fría.- ¿Dónde está? 

-No lo sé. Déjeme salir no tengo nada que ver con eso.-replicó el vampiro. 

-Te hice una pregunta y la respondiste mal.-le lanzó un Dardo en su pecho , tan fuerte que se escuchó un leve gemido. 

-Le estoy respondiendo con la verdad. 

-Probaremos otra vez. Quiero una respuesta precisa. ¿Quién tiene la tiene?. 

-No lo se, muchas personas tienen razones para hacerle daño- Al escuchar esas palabras le tiro los otros cuatro dardos que tenía en sus manos y agarró una estaca. Muy larga y filosa. 

-Voy a mostrarte compasión y te dejaré vivir si me respondes lo que quiero. Sino te clavaré está estaca en el corazón tan lentamente que me vas a gritar que te ahorre el sufrimiento y arranque el corazón con mis manos. 

-Pero yo…- el vampiro es interrumpido. 

-¿Dónde y quién tiene a mi hermana?-le dijo con un tono de voz elevado. 

Al no escuchar respuestas apoyo la daga en su pecho y empezó a perforarle la piel muy lentamente. 

-No lo se- grito el vampiro  queriendo soltarse. Pero al forzarse no sólo hizo que Christopher  se enfurezca sino que su cuello empezó a tensionarse y a sangrar. 

Pero tal y como dijo Christopher sino le respondía lo iba a matar muy lentamente. A si que apoyo más y más la estaca en su corazón, muy lentamente. Empezó a agonizar, el dolor era severo. 

-¡Máteme! -Grito el vampiro agonizante. 

-Suplícamelo y te arrancare el corazón. 

-Por favor, máteme, por favor arránqueme el corazón .- dejó de sonar como un hombre pidiendo clemencia a parecer un niño sufriendo queriendo cortar todo ese dolor. 

-No te mereces ni una pizca de mi compasión.- dijo muy fríamente abriendo sus ojos. 

Le sacó la estaca y metió su mano sobre el corazón. Y muy lentamente lo empezó  a apretar mas y mas tanto es así que reventó el corazón  en sus manos. Y de un momento a otro  su vida sucumbió. Ahora fue a la otra habitación de tortura con todo objetos de plata. El vampiro estaba sentado en una silla de plata con sus manos y pies agarrados, sin posibilidad de moverse. El aspecto de este vampiro era de un muchacho de veintitrés años. Tomo unas tachuelas de un tamaño bastante grande y las empezó a observar. 

-Me imagino que la tortura no es lo tuyo, así que prefiero que cooperes.- le clava una en uno de sus dedos. 

-Sólo con una condición- le dijo el vampiro asustado- no me mates. 

-¿Sabes algo de el paradero de ella?  

-Hay sólo una persona que sabe lo que ocurre en toda la ciudad. La bruja Marilyn. 

Le clavó en cada uno de sus dedos una tachuela de plata. Tomo un cuchillo y cuando parecía que se lo iba a clavar corto las cadenas que sostenían sus manos. 

-Si quieres seguir vivo trabajaras para mi. 

El vampiro le hizo un gesto con su cabeza, asintió. Para confirmarlo, lo miro a los ojos y le pregunto, usando sus poderes de hereje. 

-¿Me estas diciendo la verdad?  

El vampiro vuelve a hacerle un gesto con la cabeza indicando que si. Eso significa que le estaba diciendo la verdad y que la única que sabe todo en la ciudad eran las brujas. 
Mientras tanto Isabel se encontraba sentada en el cordón de la vereda, son las tres de la mañana y la mujer de la inmobiliaria no le dio las llaves del departamento. Le mando un mensaje hacia cuatro horas que decía que le dejo las llaves al inquilino del departamento de arriba. Isabel no lo culpó, porque se supone que ella llegaría mañana por la mañana. 
A lo lejos ve un hombre acercándose desde la esquina. Cuando estuvo a una distancia apropiada se dio cuenta que lo conocía. 

-Por lo que veo seremos vecinos.- dijo Isabel con voz entusiasta. 

-Al parecer si, ¿Hace bastante estas esperando aquí?.  

-La verdad que si, estuve horas esperando.  

-La mujer de la inmobiliaria me dijo que le diera esto.- Christopher le da la llave de la casa, sus manos rozan y se miran fijamente. 

-Gracias, no podía esperar ni un minuto más.- dijo Isabel mientras se mordía el labio, ni siquiera se dio cuenta que lo estaba haciendo, era una muestra de la atracción que sentía hacía el.  

-Nos vemos pronto.- dijo Christopher mientras se dirigía a la casa, pero retrocede de golpe y pregunta- No me di cuenta de preguntarte ¿necesitas ayuda con eso?- se acerca hacía sus grandes maletas y toma una. 

-Gracias por decirlo, me puedes acompañar.- le dirige un gesto para que la siga a la casa. 

Isabel entra con las maletas a la casa y al ver que no está Christopher va hacia la  puerta. 

-¿Por qué todavía no has entrado a dejar las maletas?- pregunta Isabel mientras lo observaba fijamente. 

-No me gusta entrar a las casas sin invitación.- dijo de golpe muy serio. 

-Entonces pasa, ya tienes mi invitación.- dijo Isabel mientras espero que pase. 

Entró con una gran maleta y la guitarra de Isabel y las dejó contra la pared. Isabel se da vuelta para agradecerle y ya no estaba. Un gran vació invadió la habitación, se dio cuenta que iba a estar sola, a partir de ahora así sería su vida. 
Recorrió las habitaciones del departamento, su habitación era acogedora, pero contaba con una gran cocina y comedor, el cual tenía dos sillones y una barra junto a la mesada color gris. Además compartía una sala de estar y un balcón con su vecino.  
Estaba aburrida así que agarró una botella de vodka, su guitarra y fue al balcón. Había sillones con una pequeña mesa baja, se sentó y empezó a tocar luego de un largo trago. Estaba angustiada y con un sin fin de emociones, pensaba en su madre y su padre sin ella, solos en la casa preguntándose qué hicieron mal y porque Isabel se fue. Luego volvió a reflexionar mientras carraspeó lentamente la guitarra, y se dijo a si misma que había tomado la decisión correcta.  
Su música la transportaba a otro mundo, viajaba con sólo escuchar una melodía. Tanto  era así que perdía la noción del tiempo y del lugar donde estaba, ni siquiera se daba cuenta si alguien la estaba viendo. 

-Por lo que veo no estás muy feliz, tu música es triste y  solemne.-dijo Christopher mientras se sentaba en el sillón y la observaba tocar. 

Isabel levantó la vista y vio unos intensos ojos grises perdidos en su guitarra. 

-Me gusta expresar mis emociones de alguna forma.- dijo Isabel muy seria tocando su guitarra muy suavemente. 

-La música es un arte, pero muy pocos saben apreciarlo. Puedo saber como se siente una persona con solo escuchar un poco de su música. 

-¿Y cómo me siento?- preguntó Isabel con curiosidad. 

-Además de sola, estas muy confundida. Cuando te sientes feliz tus notas se vuelven más altas pero de repente bajas tu melodía y vuelves a esa música fría y solemne. Eres joven para estar así. Tan abrumada. 
Isabel se impresionó, pero no quiso mostrarle que tenía razón,  después de todo no había confianza entre ellos como para hablar de sus problemas. Decidió cambiar de tema y para hacerlo le preguntó: 

-¿Y vos tocas algún instrumento?. 

-Se tocar casi todo, aunque antes solía tocar más el piano. Ya no.  

-Creo que cualquier músico que deja de tocar es por que perdió algo muy importante en su vida y hasta que no se libera de esa angustia no vuelve a expresarse. Es una forma de autocastigo, ya sabes, dejar algo que uno tanto ama, por haber perdido algo similar a eso. 

Algo en la expresión de Christopher cambia al escuchar esas palabras como si en verdad sentiría gusto lo que Isabel acaba de balbucear. Entre ellos se encontraba el silencio y un leve hilo de la melodía solemne de su guitarra. 

-Veo que estas mirando mi botella de vodka, si quieres puedes beber conmigo. 

Isabel le alcanza la botella de vodka. Otra vez sus manos chocan y se miran a los ojos fijamente. La piel de Isabel se erizo, su piel era tan suave y fría que le provocó electricidad en todo su cuerpo. Esta segura que hasta su corazón había latido más fuerte. Y Christopher estaba seguro de haberlo escuchado. 
Empezó a sonar el celular de Christopher, luego de atender se fue del balcón de inmediato sin despedirse, solo dio vuelta su cabeza y la miro muy fijamente por unos segundos.  
Delacroix tenía un problema, cinco de sus vampiros habían sido atacados a la salida de un bar sólo uno quedo vivo y decía que tenía un mensaje para darle. Sin dudarlo lo llamo y le dijo que se encontrarían en el bosque para hablar de ello. 
Isabel ya se había dirigido abajo  le generaba mucha curiosidad saber por que qué se fue tan rápido, ese hombre escondía muchas cosas, el misterio que guardaba era inmenso. Isabel se quedó pensando en su conversación y en que lo afligía tanto que dejó de tocar el piano. Estaba segura que tenía un pasado doloroso que lo había cambiado. Por mucho que lo halla intentado no pudo conseguir dormir así que se cambio y fue a caminar al bosque. 




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