Ya casi era de noche. Dos hermanas veían una película en el televisor. Una de ellas se levantó en dirección a la cocina. Llevaba un tazón en sus maños. Vestía unos jeans negros, una playera roja de manga larga y sus converse negros. Dispuesta a hacer un poco de más palomitas ya que las que habían hecho antes terminaron en el suelo gracias a una guerra de palomitas entre ambas. Mientras que su hermana llevaba puesto un vestido con estampado de flores y zapatillas.
Estaba a punto de poner las palomitas recién hechas en el tazón. Cuando un portazo se escuchó. Nadie daba esos portazos y a ella se le hizo extraño, todavía no era hora de llegada de sus padres. Con el ceño fruncido, salió de la cocina y vio en el corredor cercano a la entrada. Un hombre alto, de cabello castaño muy oscuro y ojos color café le regresaba la mirada, una muy llena de preocupación.
― Steve ― dijo la otra chica que se había movido del sillón al lado de su hermana
― ¿Por qué azotas la puerta? ― pregunto la chica de las palomitas
― Ellos lo saben ― dijo Steve. Ellas intercambiaron una mirada de alarma. Sabían lo que significaba. Después de unos segundos viéndose. Ambas corrieron escaleras arriba a sus respectivas habitaciones.
La chica de los jeans, saco de su armario dos maletas grandes y las abrió encima de su cama. Rápidamente lleno ambas maletas con sus pertenencias, ropa, zapatos, libros, discos y los portarretratos que había en los buro que flanqueaban su cama. Tomo su mochila y ambas maletas.
Salió de la habitación justo cuando su hermana lo hacía. Caminaron juntas recogieron los portarretratos que había en los muebles del pasillo, mientras pasaban. Bajaron las escaleras. El mismo hombre, las esperaba abajo.
― Sus teléfonos ― dijo Steve
Ellas le entregaron sus teléfonos y el los metió en el microondas poniéndole el tiempo. Mientras ella recogía portarretratos de la estancia y otra tomaba algunas latas de comida.
― ¿listas? ― pregunto cuando estuvieron de nuevo cerca de la entrada. Ambas chicas asintieron ― ya saben que hacer ― dijo
Después de eso ellas salieron a la cochera cada una metió sus pertenencias en sus respectivos autos. Un Jeep blanco y el otro negro. Y salieron. La chica de los jeans negros, manejaba detrás de su hermana. Ellas sabían que en estos casos deberían irse, a un lugar seguro. Al ser su familia, unos prófugos, debían tener un segundo plan en caso de que los encontraran; en este caso tenían un refugio temporal, ya que estaba en la misma ciudad y no era muy seguro.
Después de minutos manejando al fin llegaron. Un edificio de trece pisos se alzaba al frente. Aparcaron en el estacionamiento debajo del edificio y salieron de los autos con solo una maleta, pues ambas sabían perfectamente que solo estarían en ese lugar por un muy corto tiempo y no había necesidad de bajar todas sus pertenencias.
Caminaron en silencio hasta el vestíbulo, donde una mujer de cabello negro, joven les recibía con una sonrisa.
― Buenas noches señoritas ― dijo la mujer
― Buenas noches ― respondieron ambas al saludo
― Sean bienvenidas ― dijo
― Gracias ―
Ambas se subieron al ascensor. Después de unos minutos la puerta se abrió en el piso 10. Llegaron a la puerta del apartamento y una de ellas busco en el marco de la puerta encontrando una llave, abrieron la puerta y entraron. Un apartamento se abría paso frente a ellas, las paredes eran de un café oscuro. Los muebles en la sala estaban cubiertos con sábanas blancas.
― Porque no mejor te vas a elegir una habitación en lo que yo arreglo un poco aquí ― dijo la chica de jeans girándose hacia su hermana.
― Ok ― dijo la chica antes de irse
Su hermana estaba enojada y ella lo sabía, de todas formas era su culpa la situación por la que estaban pasando.
― ¡YA ENCONTRE LA MIA! ― grito su hermana.
Ella sacudió su cabeza mientras doblaba las sabanas. Al terminar de acomodar todo, se fue a buscar su propia habitación. Escogió una. Entro dejando su maleta a un lado, sobre la cama había un IPhone de última generación junto al cargador. Puso a cargar el teléfono. Y se fue al baño para darse una ducha, antes de dormirse.
…
― ¡DESPIERTA! ― le grito una voz que conocía muy bien
― te encanta el escándalo ― dijo molesta y medio dormida aún. Abrió los ojos y vio a su hermana perfectamente arreglada parada en el umbral de la puerta.
― vamos levántate el desayuno ya está listo ― dijo la chica en la puerta sonriendo
― Hubieras empezado por ahí ― dijo la chica levantándose de la cama
Después de darse una ducha rápida salió de la habitación, apenas llego a la sala, le llego el olor de la comida. Le rugió el estómago.
― Que rico huele ― dijo apenas entro
― sabes que mi comida es mejor que la tuya ― dijo sonriente mientras le pasaba un plato lleno de hot cakes con maple encima. Ella apenas los tuvo en su poder los ataco devorando cada uno. Tenía mucha hambre al parecer. Su hermana rio mientras veía la forma en la que se atragantaba.
…
En el cielo se veía una franja naranja y la casa estaba limpia. La puerta se abrió las dos chicas corrieron para ver a dos figuras paradas; un hombre de mediana edad, alto, con el cabello corto y castaño al igual que el de sus hijas ni muy oscuro pero tampoco demasiado claro sino en un término medio, con los ojos café claro; y una mujer de la misma edad que el hombre, misma estatura que las chicas, con el cabello negro largo atado en una coleta muy elegante y unos ojos de un azul marino muy intenso justo como el de sus hijas.
Ellas tardaron unos cuantos segundos en correr para abrazarlos, ellos las abrazaron como si no las hubiesen visto en años. Cada vez que ocurría algo como eso siempre reaccionaban de la misma manera.
― ¿están bien? ― pregunto su madre con una voz suave cuando se separaron