Una brisa fresca entra por la ventana y mi cuerpo reacciona al frío, me despierto y con mis brazos levanto mi torso. Los rayos del sol en mi rostro son cálidos y producen una sensación de paz y tranquilidad, haciendo que el frío que invadió mi cuerpo segundos antes, se vaya.
Los recuerdos de estas últimos días viajan a través de mi mente de manera rápida, pero eso no impide que pueda verlos con claridad.
Realmente disfruté esta semana, sin incluir los reproches de mis padres y los ataques de hadas y demonios, pero estos no dejaron de hacer que estos días me gustaran. Quería pasarla bien, ya que esta noche partiríamos para el campo de batalla y buscaríamos un lugar para asentar nuestro campamento. Necesitaba un poco de paz para luego enfrentar los ruidos constantes, las muertes y la sangre ajena en mi cuerpo.
Apoyo mis pies en el suelo y estiro mis brazos hacia arriba, todo mi cuerpo truena.
Luego de quedarme unos minutos perdida en las rayas de la madera del suelo, despierto por un golpe en la puerta.
—¿Quién es?— mi grito retumba por toda la habitación.
—Querida, baja a desayunar— la voz de Margarita, la doncella de mi madre, se escucha detrás de la puerta.
—Está bien, ya bajaré.
De un brinco me levanto de mi cama y tomo el vestido que se encontraba en la silla de mi escritorio.
Cuando termino de cruzarme los breteles, miro mi imagen en un espejo para controlar que todo esté en su lugar. El vestido era simple, de una tela fresca y fácil de manejar. En la pollera tenía un tajo para que mis piernas pudiesen mover con facilidad, en la cintura llevaba un cinturón fino de color dorado. Los breteles eran parecidos a este.
Cuando abro la puerta, Margarita estaba esperándome.
—Pensé que estarías abajo— le expreso mi duda.
—Tus padre pidieron que te esperara y te ayudara si así lo necesitabas— habla con dulzura.
A Margarita siempre la consideré mi segunda madre, siempre me había ayudado en todo lo que necesitase y me había dado unos consejos maravillosos que sirvieron mucho en mi vida.
—Creo que estaría necesitando ayuda con esto— señalo la maraña en mi cabeza.
Entró de nuevo a la habitación pero esta vez con Margarita detrás y me hace sentar frente al espejo del tocador. Puedo observar como sus dedos danzan con facilidad en mi cabello y como dejan una fina trenza.
—Gracias— le sonrío por el espejo.
Cuando bajamos, puedo escuchar las voces de mis hermanas y mi madre, hablando sobre sus nuevas adquisiciones de vestidos.
—Estábamos esperándote— Lauren, mi hermana mayor, habla.
—Pues aquí me tienen— me señalo, —en carne y hueso.
Luego de sentarme, Rox, nuestro mayordomo aparece con varias bandejas repletas de comida, cuando las deja en la mesa y se retira, comenzamos a agarrar lo que cada uno comería.
Mientras como lo mío en silencio, escucho las conversaciones de mis padres y de mis hermanas, podía ver y sentir como cada uno estaba en su mundo.
—Con mamá y Lauren, queríamos desearles suerte y también queremos decirles que se cuiden y que vuelvan sanos y salvos— mi hermana menor, Fermia, habla dejando sus cubiertos apoyados en la mesa.
—Gracias— respondemos mi padre y yo.
Después de hablar sobre temas triviales y terminar de desayunar, cada uno se dirije a una parte diferente del castillo. Separándose, porque nunca fuimos una familia unida, y menos cuando todos lo necesitábamos.
▪ ▪ ▪ ▪ ▪
—Brander— Luke palmea mi espalda, —¿Qué haces?.
—Gring— es lo único que respondo.
Él apoya pone sus antebrazos en el borde del balcón y se apoya sobre ellos. Nos quedamos un rato largo en silencio, los únicos ruidos eran el golpe del viento contra las hojas de los árboles y el cantar de las aves, que iban y venían.
Cuando el sol ya comenzaba a ponerse y el crepúsculo era visible ante nuestros ojos, Luke rompió el silencio:
—Creo que ya es hora de prepararnos— mira maravillado los tonos rojizos que tiñen el cielo, —Tengo que ir a saludar a mi madre y a mis hermanos.
—Salúdalos de mi parte— hablo y cuando me retiro a mi habitación, Luke agarra mi muñeca y me atrae hacia él enredándome en sus brazos y susurrándome al oído que todo saldría bien. Quería creerle, pero en lo más fondo de mi corazón y de mi alma, sabía que era mentira. Tengo el presentimiento de que algo ocurrirá, he tenido pesadillas durante meses.
▪ ▪ ▪ ▪ ▪
Puedo ver mi cuerpo cubierto a medias por mi armadura en el espejo, llevaba puesto los brazales y guardabrazos, las hombreras y el peto. Luego de mirarme un rato, termino de cubrir todo mi tren superior, y luego empiezo a cubrir mi tren inferior con las musleras, grebas y rodilleras, cuando acabo de colocarme todo lo que faltaba, tomo mi casco y lo coloco debajo de mi brazo y me encamino hacia la puerta de mi habitación que me separaba del resto del mundo en este castillo.