Matt O'Brien
—¿Cuándo será tu presentación? —Dejó los libros sobre la mesa y tomó asiento a su lado—. Para hacer espacio entre mis clases.
—Será dentro de un mes, en el auditorio trasero. —Deja su mochila—. Será a las 3 de la tarde, pero no hay necesidad de que vayas. Tienes tus clases. Solo es una presentación igual que los demás.
—Para mi, no solo es una presentación. Será la primera en la que te voy a acompañar como novio, para mi es mucho. —Asiento con la cabeza—. Quiero estar ahí y apoyarme.
—Ya que andamos en eso. ¿Cuándo presentarás tu obra? —Toma uno de mis libros—. Para también hacer espacio en mis clases.
—Será a fin del semestre, con ese libro terminaría uno de los proyectos que tengo registrados —conteste sin mucho interés.
«Si tan solo supieras de qué va la historia…»
Ya no respondió ante lo que había dicho, su vista se estancó en unas paginas de mis libros, especialmente en las que tenía subrayadas en diferentes colores. Lo leía con sumo detenimiento, ella casi siempre tomaba mis cosas y revisaba cada una. Eso le entretenía y a mi se me hacía tierno. Siempre se interesaba en lo que a mi me gustaba.
Eché mi cabeza para atrás mirando a cada persona que caminaba por la biblioteca, ninguna disimulaba, podía sentir sus escaneos, en especial las chicas a los chicos les daba lo mismo. Algunos soltaban rumores de que había dejado a Stephanie por Melanie, o que Melanie era una más en mi lista, cosa que no me da orgullo. Y los que más me sacaban de mis casillas era que todo el maldito campus decía que yo sometía a Melanie en base a manipulaciones y maltrato. Pero claro, el creador de ese rumor era Antoni.
Melanie conocía de ello, en varias ocasiones se acercaban a ella para decirle lo que habían escuchado de mí. Rumores y chismes. Mucho antes de Melanie, cada cosa que decían de mí me causaba mucha gracia. Pase de ser el más popular a ser el chico solitario. Claro que la gente se armaba suposiciones, pero a éste punto si me incomodaban por ella.
—Deja de verlos, no tienen nada que hacer. —Toma mis mejillas y me hace mirarla—. Habíamos quedado que no le haríamos caso a la gente.
Me limité a hacer un gesto de aprobación y le robé un pequeño beso. Las cosas estaban cambiando un poco y él quería joderlo.
Antoni, sentado al fondo de la biblioteca con los ojos en mí.
«—Hijo de puta —exclama Antoni, con cierta diversión—. Llevo horas buscándote, ¿dónde carajos andabas?
—Pero que chismoso eres —contesta Jake—. Los hermanos tenían cosas que hacer.
—¿En dónde está la rubia? —Se acerca a nosotros, con dos cervezas en la mano.
—Se quedó dormida en el cuarto de invitados —contestó, sin mucho interés.
—Casi la ahogas con la mano. Capaz y quedó desmayada, y tu ni en cuenta. —Jake ríe y le da un trago a la cerveza.
Hace algunos minutos habíamos compartido a la misma chica en aquella habitación. El sexo mas desagradable por cierto y sin querer le aprete tanto el cuello que casi la asfixio. En fin, nada importante. O bueno, por el momento no me importaba.
—A veces me pregunto si tienes sentimientos, Matt —habla Antoni, sin verme a la cara.
—¿Sentimientos hacia qué? — Le doy un trago grande a mi cerveza.
—Hacia las chicas. —Se encoge de hombros—. Debe de haber una que te interese realmente.
—Lo único que veo en ellas es diversión —suelto un suspiro largo—. Un rato, es todo lo que me interesa en ellas.
—Es lo que son, un juego —ríe—. A veces me causa diversión ver cómo esperan algo más de nosotros.»
Me había convertido en algo que no quería. Nunca fui fiel creyente del amor de tu vida, aquella con la que te vas a casar y formar una familia. Y ese recuerdo que tengo de nosotros tres son de los más leves en realidad, había recuerdos peores, más fuertes y más asquerosos que no me interesa contar. Las cosas habían cambiado bastante mas en mi persona, reconocí cada cosa mala en mí y procedí a cambiar. Con ello obtuve la soledad, es algo que no comprendo muy bien entre las personas. Era bastante idiota por jugar con las personas, pero cuando comencé a seguir lo que para mí era bueno, simplemente la gente se alejo.
Sin embargo, Antoni no era capaz de acercarse y amenazarme, exigirme cosas que sabría que no puede obtener de mí. Porque yo soy su mayor cofre y sabe que si habla tendrá cada pie en su tumba.
—¿Qué pretende? —Recargo mi cabeza en el hombro de Melanie.
—Quizá que caigas. —Se recarga conmigo—. No sabría decirte, la verdad
—¿Será porque le bajé a la novia? —La miro de reojo.
—¿Le bajaste a la novia? —Finge sorpresa.
—Bueno, es su exnovia y un día nos besamos, y todo eso —respondo de igual manera.
—Es un idiota, déjalo —ríe—. Si tu no lo comprendes, mucho menos yo. Solo se limita a hacer cara de enojado, como si lograra algo asiendo eso.
—¿Tienes clase la hora que viene? —Doy un gran bostezo.
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Editado: 09.03.2024