Luzbell

Capítulo XI.

—Ya estoy mejor— Dijo Irene con un tono tranquilizador mientras se recargaba sin preocupaciones en su sillón y soltaba un suspiro aliviado. Su cabeza ya no daba vueltas y ya saco todo lo que pudo sacar.

— ¿Estás segura?— Preguntó Sandra visiblemente preocupada— Todo porque me acompañaste ¡Lo siento!

—Yo quise hacerlo— Le dijo nuevamente Irene para tranquilizarla— Gracias por traerme hasta a casa.

Sandra se había encargado de llevar a Irene hasta su departamento. Se sentía un poco culpable de que la hayan golpeado, pues fue ella quien pidió que la siguiera y termino recibiendo un golpe.

—Aunque honestamente sentí que el golpe fue con alevosía— Mencionó Irene finalmente mientras volvía a sobar su estómago— Pero ¿Por qué? ¿Le habremos hecho algo?

Sandra se quedó pensando para finalmente encogerse de hombros. Tampoco tenía ni idea.

—Tranquila, ya puedes regresar a casa, ya estoy mejor— Irene le sonrió a Sandra con tranquilidad— O sea, no te estoy corriendo solo digo que no necesitas preocuparte por mi estado. Ya estoy mucho mejor.

—De verdad lo siento— Volvió a disculparse Sandra mientras bajaba la vista— ¿Necesitas que haga algo por ti? ¿Sopa o algo?

—No quiero comer ahora­— Dijo ella finalmente mientras sonreía nerviosamente.

—Creo que sería lo mejor— Sandra respondió con media sonrisa— Entonces déjame traerte agua, al menos, eso te ayudará un poco, creo.

—Yo puedo…— Comenzó Irene pero Sandra la miro de nuevo. Una mirada de pena que no dejaba espacio para protestas— Los vasos están sobre la repisa o creo que hay limpios en el fregadero.

Sandra asintió y entro a su cocina. Ya había entrado antes pero le sorprendía como la  cocina parecía la más limpia por mucho de toda la casa, toda la casa era limpia, sí, pero la cocina gracias a su tono blanco, con los trastes limpios, las repisas bien acomodadas y un dulce aroma a limón del limpiador la hacía muy agradable. Hasta para solo tomar café dentro.

No quería hacerlo pero lo hizo, abrió el refrigerador y muchos productos frescos estaban frente ella, parecía que recientemente fueron a hacer las compras. Incluso vio uno que otro postre de una pastelería cercana que ella conocía muy bien.

—Si quieres puedes tomar pastel del refrigerador— Dijo Irene desde la sala ¿La había escuchado abrir el refrigerador? Que vergüenza— Están en unos envases cerca de la puerta del refrigerador.

Sandra decidió tomar uno y corrió hacía la sala donde Irene le sonrió.

— ¿Quieres que vaya yo por el agua? No, mejor leche ¿No?­— Comento en voz alta Irene mientras se levantaba. Ya no le dolía tanto.

—Cierto, eso— Dijo Sandra recordando que era por lo que había entrado a la cocina.

La puerta principal se abrió sorprendiendo a ambas chicas que estaban comiendo pastel y tomando leche como si nada.

—Buenas tardes— Saludo Sandra primero con cierto nerviosismo mientras limpiaba su boca.

—Buenas tardes— Respondió Diego mientras cerraba la puerta tras él—Estaré en el cuarto ¿Vale? Por cierto…— Vio el pastel sobre a mesa— ¿No deberían estar comiendo algo más sano para la tarde? Ahí había albóndigas rellenas.

—Nos serviremos enseguida­— Le dijo Irene mientras le sonreía dulcemente a lo que su hermano solo soltó un suspiro y se fue hacia su cuarto.

Sandra nuevamente fue testigo de cómo se preocupaban el uno por el otro aunque uno de ellos fuera casi inexpresivo.

Aquella tarde, ellas se quedaron en el departamento de Irene hasta tarde comiendo y compartiendo anécdotas. Sandra se sentía culpable pero a la vez le alegraba poder pasar tardes así.

— ¿Por qué hiciste eso?— Preguntó Alejandro hacia Catherine quien estaba cruzada de brazos y recargada en la pared del edificio de deportes. Las chicas se habían ido hace un momento— Esas chicas no saben pelear y de todos modos no te mediste, eso es raro…

—No tan raro— Catherine se mostró molesta— Debemos ser duros para que aprendan desde el ya que este no es un deporte sencillo y que incuso si quieren aprender a defenderse, debemos ser duros.

—Tiene sentido y yo mismo sé que tiene sentido pero ellas no venía a eso— Dijo Alejandro mientras soltaba un suspiro cansado— Ella venían a verme a mí para… Hacer algunas cosas, por así decirlo.



#18724 en Fantasía
#4032 en Magia
#10837 en Thriller
#6091 en Misterio

En el texto hay: libertad, magia, espejos

Editado: 25.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.