Luzbell: Reflejos

Capítulo VIII.

La tarde era cálida, el sol brillaba a lo alto pues era medio día, las personas caminaban de aquí y allá pero frente a la escuela Luzbell nadie pasaba, como si la propia escuela repeliera a las personas de pasar frente a ella cuando no había clases.

Sandra pensaba en eso mientras miraba la escuela, estaba esperando a Irene pero había llegado un poco más temprano de la hora acordada y para perder tiempo se puso a meditar sobre la escuela y su pasado.

Luego pensó en aquel chico, Alejandro quien también tenía un espejo en su poder y que a diferencia de ella, no había tenido el poder de controlarlo, de hecho comenzaba a preguntarse como ella pudo pero aquel chico no.

Comenzaba a pensar que se debía a la propia fortaleza de su mente, ya que aquel chico parecía solitario, tal como ella pero quizá un par de niveles más arriba en su escala y pensó que debería ser duro para él. Ella al menos tenía a su abuelita, a su amiga Carmen y a Irene.

—Lamento la tardanza— Se disculpó Irene llegando al lugar del encuentro.

—No te preocupes, tengo poco de llegar también— Dijo Sandra sonriéndole, con tal de tranquilizarla pues parecía haber llegado corriendo.

—Ay, qué bueno— Dijo Irene sonriendo de lado, mostrándose verdaderamente aliviada.

—Bueno ¿Nos vamos?— Preguntó Sandra mientras levantaba la bolsa de tela que tenía en su mano— Compre algunas cosas de las que mencionaste ayer para que no gastes tus propios víveres para mí…

—No te preocupes por mí— Le dijo Irene mientras comenzaba a caminar seguida de Sandra— No me molesta gastarlo, al final lo usare para comer ¿No es verdad? ¿O lo usaras para otra cosa?

—Sí, solo para comer— Respondió Sandra mientras se lo pensaba ante la mirada extrañada de Irene.

La casa de Irene estaba muy cerca de la Academia Luzbell, por lo que solo tuvieron que caminar unos quince minutos hasta llegar a una serie de departamentos que en su mayoría ocuparían estudiantes, o eso pensó Sandra.

La casa de Irene estaba en un tercer piso, algo que Sandra no agradeció pero no podía mostrar su lado cansado a tan pronto de comenzar.

— ¿Vives sola?— Preguntó Sandra mientras la miraba desde abajo— ¿Con compañeros, me refiero?

—No, vivo solo con mi hermano— Comentó Irene mirándola por encima del hombro—No te preocupes, se irá a trabajar en un rato entonces podremos trabajar tranquilas. No recuerdo si le empaquete la comida en la mañana.

Sandra se dio cuenta de que podía sonar como si lo quisiera fuera de la casa pero en realidad parecía estar muy encariñada con él a tal grado que lo último que dijo lo susurro para sí misma. Qué bueno que estaba cerca para oír.

Ella entro finalmente a su casa y ahí estaba su hermano tomando un par de paquetes de la mesa.

Sandra se sorprendido porque definitivamente no podían ser hermanos de ninguna manera, uno debía ser adoptado seguramente y esperaba que fuera el chico, pues mientras Irene era brillante, ese chico parecía más bien lúgubre.

Era un chico de complexión robusta, ojos café oscuros, cabellos cortos morenos, tez olivácea, era alto, más alto que ellas, al menos, sus pestañas eran largas y se notaban incluso tras sus lentes de un color rojo muy suave. Estaba vestido con ropa elegante, incluso con un moño negro.

—Un gusto— Dijo Sandra rápidamente mientras se ponía rígida. Cuando finalmente la miro, sintió una gran presión— Lamento las molestias.

—Diviértanse— Dijo finalmente el chico mientras terminaba de guardar los empaques y caminaba hacia la entada, pasando a un lado de las chicas sin mirarlas de nuevo.

—Esta noche hare la cena ¿Llegaras para que cenemos?— Preguntó Irene finalmente antes de que el chico cerrará la puerta tras de él.

—Sí, esta noche salgo temprano, pues parece que el jefe tiene un evento y las cosas ya están preparadas— Dijo finalmente le chico sin mirarla y cerrando la puerta tras él.

— ¿Está enojado?— Preguntó Sandra, esperando cinco minutos para que el chico se fuera completamente y no la escuchara— ¿Es porque vine? ¿Se enojó contigo por eso?

—No, no, solo es un  chico serio—Irene trato de tranquilizarla con una sonrisa— No suele ser bueno con sus emociones, por eso suele parecer un chico frio y enojón pero tiene un buen corazón y es un poco torpe.

Sandra no pudo evitar relajarse y notar que definitivamente quería a su hermano.

—Comenzamos ya— Dijo finalmente Irene mientras mostraba un sonrisa triste que de alguna manera Sandra reconoció.

Irene explico detenidamente cada paso a Sandra pero claramente tuvieron que esperar a que el arroz dejara de estar crudo por lo que ambas se sentaron a ver videos en la laptop de su hermano, con el fin de comparar gustos musicales.

Mientras escuchaban una canción, Sandra finalmente miro el cuarto donde estaban espera del arroz, con detenimiento, su cuarto era pequeño como cualquiera en esa serie de departamentos, tenía un librero con libros y demás materiales, un ropero replegable, una cama que era muy cómoda, una mesita con una lámpara y un libro y un cojín en medio junto a otra pequeña mesita.

— ¿Es tu primera vez viviendo sola? Me gustaría vivir sola también algún día— Dijo Sandra mirando el techo, entonces se dio cuenta de que tenía estrellas fluorescentes pegadas— ¡Qué bonito!



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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