Luzbell: Reflejos

Capítulo XLIX.

—Ya veo— Átropos frunció los labios y miro directamente a Diego quien estaba tumbado en el suelo, inconsciente— Te dio el poder que le quedaba para potenciarte momentáneamente. Un plan desesperado digno de la humanidad.

Sandra no pudo evitar sentirse preocupada por Diego pero no aparto la vista de la diosa.

Todos detrás de ella se pusieron de pie.

— ¿Van a seguir peleando?— Preguntó Átropos mirándolos con severidad.

—No podemos perder ahora— Sandra apretó sus puños— Vamos a detenerte, por Diego y por su hermana. Por nuestros amigos.

Átropos levanto ambas manos y dos rocas se formaron a su alrededor, entonces la dos se prendieron en llamas. Relámpagos las rodearon, creando una protección adicional que deja totalmente ionizado el aire.

Las dos comentaron a caer rápidamente.

Abigail creo una barrera de agua alrededor de una, mientras que Celeste creaba relámpagos para electrificada con el fin de contrarrestar a los de la diosa, finalmente Alejandro la congelo, dejando aquella esfera de hielo, flotando a un lado de la diosa.

La otra esfera fue destruida gracias al poder de fuego de Sandra y a que Gabino disperso los pedazos lejos de ellos para evitar el mayor daño posible.

José aprovecho y se impulsó hacia ella para patearla directamente en la cabeza.

Átropos cayó al suelo ruidosamente, pero se levantó rápidamente flotando sobre ellos rápidamente y con el rostro molesto.

—Ya basta necios, no importa cuánto ataquen, no podrán derrotarme­— Dijo la mujer mientras relámpagos la rodeaban y mientras el cielo se llenaba de nubes de color rojo—Los freiré con la velocidad del rayo.

Los relámpagos cayeron con gran velocidad pero el fuego de Sandra se esparció, deteniendo los rayos antes de que los tocaran.

Las llamas azules no quemaron a sus amigos, solo los llenaba de calidez, de una calidez muy rara.

—Es casi como si Diego y Sandra me regañaran por alguna razón— Admitió Alejandro.

—Siempre pasa ¿No?— Preguntó Gabino contemplando las llamas azules.

—No siempre­— Admitió Alejandro.

—Solo Sandra puede lastimarla, incluso con su poder— Observo José mientras asentía— Hay que guiarla hasta la diosa, para que la ataque, y nosotros la cubriremos.

La diosa floto hacia ellos rápidamente tratado de atravesar a Abigail con su mano de relámpago.

Sandra trato de golpearla con sus manos en llamas, pero la esquivo en el último momento, entonces una masa de tierra la detuvo de salir disparada hacia la biblioteca debido al impulso.

Nuevamente fue José quien aprovecho, pateando el estómago.

Sandra aprovecho para golpearle en la cara aunque no con la suficiente fuerza.

Aún temía lastimar a Irene.

—Eso me dolió— Átropos le sonrió con nerviosismo. Era Irene aunque ahora fuera una diosa corrupta. En realidad era dos diosas en un solo cuerpo mortal— No deberás hacerme daño, porque soy tu amiga ¿No es verdad?

—Yo…— Sandra bajo su brazo y lo sostuvo con temor.

—Confió en ti— Admitió Irene mientras lee sonreía con tranquilidad.

Una onda de viento alejo a todos de ella, entonces volvió a flotar sobre sus cabezas, mostrándose tremendamente molesta, su rostro casi parecía deformado.

—La resistencia de los mortales me da asco, es completamente innecesaria, y más ahora que estamos listos para comenzar nuestra fusión y liberar a la humanidad— La diosa estaba realmente frustrada, temblaba visiblemente.

Sandra no podía dudar más, ya no era su amiga, ni la diosa buena.

—No es lo que desea tu hermana ni es tu misión— Dijo Sandra finalmente mientras las llamas crecían a su alrededor con aquel tono azul— No vamos a meternos en una jaula, la humanidad no es así.

—Claro que lo es…— La diosa negó con la cabeza— Son mulas descarriladas y seré…

—No, tú deberías ayudar a la humanidad a alcanzar tal libertad, no obligarlos a llevarla a cabo, y entonces tu hermana podría terminar su misión a tu lado— Le explico Sandra de mala gana— No puedes rendirte por solo un problema como la individualidad.

—Los humanos cargan miles de problemas— Dijo la diosa mientras un tic nervioso aparecía en su ojo.

—Todos podemos comprenderte, y por eso puedo decirte que lo haces esta mal. Nosotros también desesperamos pero siempre podemos corregirnos y levantarnos— Le dijo Gabino dando un paso al frente.

—Siempre buscaremos libertad, sin importar lo que nos cueste— Admitió Abigail.

—Incluso las emociones que dices que te atan, como el amor, en realidad deben de libertarte, de lo contrario, aun tienes mucho que buscar— Gabino se dio cuenta de eso cuando convivio con esos chicos.

—Con los verdaderos amigos puedes liberarte— Complemento José.

—Ser libre también es sufrir, pero sabiendo que la decisión la tomaste tú al final, no alguien por ti— Le dijo Alejandro mientras sonreía débilmente— Al final tus decisiones te enseñan y te muestran el camino a la libertad.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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