Luzbell: Reflejos

Capítulo LIII.

María quería salir de ahí de una vez por todas.

Pero Irene le dijo que estaría ahí hasta que ella misma comprendiera a verdad de su situación pero ¿Cuál era la verdad? Ella parecía conocer su situación pero últimamente muchas cosas pasaban por su mente y no la dejaban pensar con claridad.

Últimamente Gabino regresaba a su mente.

Pero ya no podía arriesgarse al libertinaje.

¿O eso era lo que quería?

No, ella quería algo seguro, pero incluso si era algo seguro ¿Podría aceptar todas las situaciones que le daría esa seguridad?

Casi podía decir que no conocía otra cosa que no fuera eso.

La imagen de ella, comiendo con Irene y con Gabino se presentó, un momento muy importante al menos para ella, incluso recuerda que Mauricio estaba presente, cosa que solo aumento su importancia.

—Es genial que finalmente podamos reunirnos solo nosotros— Observo Irene quien no cabía de tal felicidad.

—Lo siento— María se disculpó con ellos.

—Lo importante es que estamos todos— Les comento Gabino.

—Sí, desde hace tiempo que queríamos hacer esto pero cada que se planeaba, la situación se complicaba por una u otra cosa— Mauricio se mostró de acuerdo y comenzó a comer— Vamos a comer, después vayamos a otro lugar divertido.

—Lo secundo, muero de hambre— Irene también comenzó a comer.

Ese día fueron a ver una película cuando terminaron de comer, bromeando por el camino e inclusive de regreso a la parada de camión. Fue un día divertido y María se sintió verdaderamente libre, pues no tenía que fingir ser alguien más.

Desde pequeña ella fue bombardeada con responsabilidades que una niña no podía hacer, le enseñaron a madurar mucho rápido de lo normal, y cuando entro a la secundaria, todas sus diversiones se habían ido.

Nunca se quejó.

Después llego Daniel.

Las cosas mejoraron significativamente, pues estar con él la hacía sentir muy bien, era libre, podía quejarse e inclusive llorar y él siempre la escucho, sin importar el problema y la ponía primero que cualquier otra cosa.

Jamás la saco de su zona de confort.

Ella era feliz gracias a eso.

—Cuando terminemos nuestras carreras, vamos a casarnos y a librarnos de todo—­ Le dijo Daniel durante una de sus salidas.

—Sería genial— Admitió María.

De verdad lo era, porque así se libraría de todo lo que cargaba, ya no estaría sola de nuevo, y él le entregaba la libertad de poder ser ella y sacarlo todo sin preocupaciones. No podía pedir nada más.

No podía esperar más por esa seguridad.

Realmente estaba ilusionada.

Pero los problemas no tardaron en surgir cuando los dos se separan y tuvieron que cursar sus carreras respetivamente, demostrando que su lazo no era tan fuerte como ellos habían pensado en un principio.

Celos, peleas e inclusive algunas rupturas momentáneas. 

Pero siempre se arreglaban.

Eso convencía más a María de seguir.

Gabino entro en uno de esos momentos, donde sus peleas eran mucho para ella.

Se sentía muy cómoda también, ya que la escuchaba y le daba seguridad, pero no el mismo tipo de seguridad que podía darle Daniel.

El no a dejaba en su zona de confort, él la obligaba a salir y a enfrentarse a las cosas, sin importar que.

Era otra especia de seguridad, pues estaba con él.

—No deberías limitarte por querer ser como dicen que debes ser— Le dijo una vez.

Incluso cuando estuvo con ambos, se sentía bien, porque era lo que quería, el tipo de libertad que necesitaba, no solo con Daniel, sino también fuera y gracias a la participación de Gabino.

Se enamoró de ambos.

Reconocía que también era maliciosa.

Sabía que podía estar con ambos y que ambos le darían todo, pero ¿Qué podría darles a cambio? En realidad podía limitarse y esperar solo recibir benéficos, pues así como ella los quería y ellos también a ella.

No iba a pasar sobre sus corazones y por ello planto la situación con Gabino desde el principio.

Intentarlo, estar con él y ver si era mejor, pero si no salía bien, entonces simplemente ir por Daniel, el que ya era seguro.

Era una mala persona y por ello término antes de comenzar.

Ella planeaba decirle la verdad pero la oportunidad se le fue de las manos.

Culpar de todo a Gabino tampoco era lo correcto.

Daniel había hecho algo igual de imperdonable, pero tampoco podía repróchaselo, pues lo dejo.

Al final, quizá debería simplemente ser libre pues no sabía que era lo que quería.

Debía terminar su carrera, si o si, incluso sin ellos, hacerse de su vida lejos de su familia, sin ellos y debía ser feliz sin ellos ates de poder ser feliz con alguno de ellos o con cualquiera.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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