— ¿Qué mierda fue lo que paso? — digo enojado.
— ¿Dónde estamos? — dice Lucas.
Sigo sin creer lo que paso; tengo la sensación de que es un asesino de la red profunda, el que nos quiere chingar la vida, pero también me quedo esa sensación de que es el asesino a la familia. Nos levantamos de la grama y nos dirigimos a la carretera para pedir un aventón, por suerte paso una patrulla de la policía y amablemente nos llevaron a una sede para que nuestro padre no recogiera y reconocieran.
Esto es lo peor y más humillante que me puede pasar: mis padres buscando en el lugar menos inesperado y que les he prometido jamás estar, pero así son las cosas y lo más importante es que no sepan en que problema estoy metido.
Por fin, mis padres me recogen y no recibí mi respectiva puteada, como de costumbre, solo fui a casa a bañarme y tratar de olvidarme de los problemas mientras me cae agua en el pelo y la cara. Mis amigos me llaman a casa, pero decido darme tiempo para pensar en lo que estamos haciendo.
Me doy cuenta de que estamos en una aventura loca: estamos jugando con asesinos que no se tientan el alma para matar personas y quizás corramos el riesgo de ser cadáveres en el río “Las vacas”.
Tengo miedo de abrir mi computadora y también de explorar mi celular, siento como si algo me va a suceder: tomarme una foto con la cámara frontal o quizás rastrearme, lo mejor es que estemos desaparecidos por un tiempo.
Al día siguiente me levanto como si fuera una nueva persona, pero solo es el inicio de mi peor pesadilla. Entramos a clases y todos comenzaron a reírse de nosotros: alguien público en un sitio web de la red superficial sobre nosotros y nuestros humillantes secretos:
1) Lucas le gustaba vestirse como mujer y fotos que prueban esa realidad
2) León entraba a discotecas de homosexuales
3) Yo pues me masturbo viendo fotos de hombres
Genial, fui humillado públicamente y no sabemos quién es el responsable, así que tendré que hacer lo que más odio: volver a la red profunda y también hackear un par de cuentas. Lo mejor es ir a casa de Lucas en donde tiene varios servidores proxy que nos ayudarán de incognito y además no podrán rastrearnos por allí.
Comenzamos haciendo una lista de personas que pudieron tener razones para vengarse de nosotros. Hemos humillado a tantos, pero es muy difícil saber quién fue. Ninguno llena el perfil necesario, y somos los únicos que logramos entrar a la red profunda y conocemos la mayor parte de ella.
Sigo pensando en que tienen que ver con la página de investigación, no nos hemos presentado y pueden que nos estén buscando. Al momento me llega un mensaje de WhatsApp con un audio.
— Muchachos, escuchen— digo.
Tengo una pequeña corazonada y coloco el altavoz para escuchar el audio.
— Hola querido León, Lucas y Marcos. Se que deben de estar asustado, pero al momento de aceptar el desafío se metieron a un laberinto sin salida. Es momento de completar reto que se le han puesto o les aseguro que lo ocurrido esta mañana se repetirá y sus vidas serán una mierda por muchos años. No crean que no sabemos de ustedes; redes sociales, usuarios en la red profunda, métodos y técnicas. Les recomiendo que enciendan sus computadoras o tengan por seguro que vamos a asesinarlos. Buen día. —
Sin duda no bromean sobre esto y no sé qué hacer, podríamos hablar con la policía informática, pero eso también significa que nosotros nos debemos entregar y creo que lo ideal sería escapar o lo mejor será aceptar el desafío nuevamente.
— ¿Qué creen que pase? — Pregunta Lucas.
— Tenemos que terminar el desafío— digo.
— Ni loco, este tipo está enfermo. No quiero exponerme más— dice León.
— Acabamos esto o lo peor está por venir—
En ese momento la casa de Lucas comienza a comportarse de forma extraña. Todo comienza a encenderse: aparatos electrónicos, computadoras y los servidores comienzan a sobrecalentarse y quemarse. Tengo la sensación de que estos sujetos no están bromeando.
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Editado: 18.08.2019