Make You Feel My Love - Hacerte Sentir Mi Amor

10

ELIZABETH AYDIN (ÜLKER)

—Ustedes entren primero y ya saben lo que deben hacer. —dice Ahmed a su familia y ellos hacen lo que les pide.

Cuando cierran la puerta de la entrada, él regresa a verme y con ambas manos acuna mi rostro.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no entramos? —sé que sueno algo desesperada, pero este día ha estado lleno de sorpresas que me han encantado y de seguro, la que falta también lo hará— Entremos, quiero entrar.

—Tranquila, debes tener algo de paciencia cariño —me sonríe—. Pero, antes quisiera decirte algo.

—Dime.

Se queda un largo tiempo detallando mi rostro antes de continuar.

—Bueno —suelta un suspiro pesado—, primero quiero que me perdones, fui un idiota desde que llegamos a Turquía y no te he sabido dar el lugar que te mereces Sultana.

—No te tienes que dicul…

—No, tengo que hacerlo —dice muy serio—, tu no merecías nada de lo que dije o hice durante mis estúpidos arranques de celos —su rostro se ve afligido, por lo que pongo mis manos en su rostro, como él lo hace conmigo.

—Entiendo Ahmed y te perdono. —me da una sonrisa tímida pero su semblante vuelve de inmediato a mostrar seriedad.

—Ahora, tengo que decirte algo que seguro te enterarás pronto, por lo que prefiero darte yo la noticia.

—Me estas asustando Ahmed, ya dime que pasa.

Su semblante se torna serio y eso solo hace que me preocupe más.

—En las noticias, ya están circulando unas fotografías tuyas y un video —no entiendo que tiene eso de malo—. En el video se puede ver lo que pasó ese día con Asil, antes de que yo llegara con Mariam al patio —«lo recuerdo»—, ahí se ve como caes y como fui un idiota al creerle a Mariam cuando me dijo que…

—Cuando te dijo que casi me beso con él —termino por él y asiente avergonzado.

—Incluso llegaron a grabar como te saqué del patio —lo recuerdo, fue algo precipitado, pero no me hizo daño—, ahora todo el mundo me está tachando de agresivo y violento.

—Pero no lo eres, yo lo sé. —trato de tranquilizarlo.

—Gracias —retira mis manos de su rostro y las entrelaza con las suyas—, es lo que necesitaba escuchar.

—Ahora ¿Qué pasa con las fotografías? ¿Son de ese día también?

Demora un poco en responder y entiendo que tal vez es algo más serio por como su semblante se ve.

—Son…, son las fotografías que Baadir me pedía tomarte para el supuesto libro y…

«Ese hombre no me dejará en paz nunca»

—¿Y qué?

—Y una foto que no sé cómo la sacó, pero… —me impacienta que no lo diga rápido—, en ella se ve cuando te besó, incluso se puede ver que Kiral y yo estamos a pocos metros de ustedes, por lo que no sé cómo pudo sacarla o quien la sacó.

—Ese…, ese maldito —lo digo con rabia y no me pesa maldecirlo internamente.

«Lo odio, lo odio…, lo odio con todo mi ser.»

—Pero no te preocupes cariño, mi padre ya está haciendo todo lo posible por eliminar esas fotos y el video de todos los medios —lo que dice no me tranquiliza del todo—. Tal vez fui un idiota por decirte esto hoy y arruinar nuestro día, pero, no podía dejar que te enteraras por otra persona que no sea yo, perdón. —se ve arrepentido.

—Te lo agradezco Ahmed y no has arruinado nada —me acerco a abrazarlo y me acepta sin mostrar resistencia—, esa noticia no opaca todo lo que has hecho por mí y quiero decirte otra vez que te amo, sé que tal vez sueno muy molesta al repetirlo, pero quiero que lo sepas en todo momento.

—No me molesta cariño, al contrario, quisiera grabarte para escucharte en todo momento —sonrío ante su confesión—. Y que no se te olvide que yo también te amo Sultana.

Nos separamos justo cuando la puerta es abierta de manera abrupta. Mi vista tarda un poco en reconocer los rostros que tengo frente a mí y cuando al fin lo hago, uno de ellos ya está teniéndome entre sus brazos.

—Mi Elizabeth, no sabes cuanto te extrañé cariño —mi hermano, George, empieza a darme vueltas en el aire.

Cuando me deja al fin en el suelo, mi padre se abalanza de inmediato, sin darme tiempo de siquiera de decir algo. Después de un momento siento nuevamente los brazos de mi hermano alrededor de nosotros y me doy cuenta de que por primera vez estoy recibiendo un abrazo en familia, como siempre quise.

—Mi pequeña hija, mi Elizabeth —nos separamos, pero los brazos de mi padre siguen sobre mis hombros evitando que me aleje del todo—, no sabes cuanto añoré verte otra vez y ahora… —su voz suena entrecortada lo que hace que un nudo se forme en mi garganta—, ahora estoy aquí, contigo mi niña.

Nuevamente me abraza con fuerza y no puedo evitar soltar un par de lágrimas.

—Ya la hiciste llorar papá —reprocha George— y fue lo primero que te pedí que no hicieras.

—Está bien, está bien —seco mis lágrimas—, estoy llorando de felicidad, no tiene nada de malo George.

Noto que los padres de Ahmed y el abuelo se acercan más a nosotros y entiendo que esta es la sorpresa que Ahmed tenía para mí.

—Supongo que ya se conocen. —digo y todos asienten.

Siento unas manos rodearme por la cintura y de inmediato las reconozco, Ahmed me acerca más a él y deja un casto beso en mi mejilla.

—¿Te gustó la sorpresa?

—Me encantó, te lo agradezco tanto —me pongo de puntillas para también darle un beso en la mejilla, pero soy sorprendida cuando él gira la cabeza y termino dándole un pequeño beso en los labios. —por el rabillo del ojo me doy cuenta de que nadie más vio lo que hice, pero aun así siento mis mejillas arder.

«Me las vas a pagar Ahmed.»

Mi atención se vuelve a centrar en los ojos de Ahmed y todavía no puedo entender cómo este hombre puede hacer todo por mí sin esperar nada a cambio.

El sonido de alguien aclarándose la garganta, rompe nuestra pequeña burbuja y me hace volver a centrarme en mi familia.




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