Maldición carmesí

¿Por qué tanto odio?

El lomo de Sebastian era suave y cálido, Cloe se inclinó aún más sobre el pelaje, aspirando el suave olor a flores y césped húmedo. La muchacha esperaba que Sebastian no notara cuanto disfrutaba el ser llevada a caballito. Su mano derecho sujeto la caperuza, cubriendo el rostro de la lluvia. Después de todo lo que había leído en los libros de texto; la traición y el despecho, debería dejar de portar aquella caperuza manchada de la sangre de millones de lobos, pero no podía, la caperuza formaba parte de ella, era parte de su pasado y seria parte de su futuro.

Cloe se encargaría que toda aquella sangre inocente, fuera vengada.

Al llegar a la cabaña, Cloe se abalanzo a la puerta y la abrió, evitando la lluvia en lo máximo posible. Sebastian la siguió adentro poco después de cambiar a su forma humana. Manteniendo la costumbre de su especie, Sebastian se sacudió, ignorando la toalla que el cazador le tendía.

-Hoy tengo más tiempo, Marissa pensara que me quede en casa de mi abuela por la lluvia.-explico Cloe, acomodándose en el mullido sofá cerca del fuego. Sus ojos vagaron por las llamas. Desde hace 1 mes había estado faltando a las visitas, hasta que en un momento, había dejado de ir. Ya no podía ver a su abuela a los ojos. Cuando recordaba sus palabras "No creas en testimonios ajenos, la gente es cruel y despiadada. Incluso tu alma te abandona al morir, así que también podemos engañarnos nosotros mismos, debemos ser muy cuidadosos y seguir a nuestro corazón" un estremecimiento la recorría. No sabía si las palabras de su abuela eran con odio o arrepentimiento, pero de algo estaba segura, su abuela había pertenecido al “Cazador” al igual que su madre y su hermana. Ya no podía verla de la misma forma.

-Estas muy pensativa hoy.-Cloe giro su cabeza, enfocándose en Sebastian, quien bebía chocolate caliente de una taza con corazones y abejorros. Cloe no pudo evitar pensar que aunque el cazador vivía únicamente con la compañía de Sebastian, era muy dulce.

-Solo me preguntaba porque mi madre odia tanto a los lobos, algunas brujas lo hicieron por influencia, porque fue lo único que aprendieron durante años, pero…Marissa solo tiene odio en su mirada, como si los lobos le hubieran hecho una gran ofensa. No puedo entenderlo.

-Yo tampoco. Cuando me case con Marissa, ella ya tenía ese brillo en sus ojos. A veces era muy dulce y protectora, sobre todo con Violeta, pero todos los años, incluso cuando tú naciste y creciste, ella no elimino esa mirada de odio.-el hombre bajo la vista, observando su taza de humeante chocolate.- A veces…ella salía en las noches… y regresaba cubierta de sangre. Nunca quiso explicarme la razón de aquello y yo no pude soportarlo durante mucho tiempo. Cuando empezó a hablar de venganza y matanzas a Violeta, decidí irme.

-¿Por qué no nos llevaste contigo?

-Quise hacerlo, créeme que quise hacerlo, pero Marissa me sorprendió a mitad de la noche cuando me las llevaba. Me rompió la pierna con un tronco y me amenazo, dijo que si no me iba y las dejaba, me mataría. No quería dejar de verlas, creí que cuando crecieran, podría volver y abrazarlas, ver las señoritas en las que se habrían convertido. No supe de la muerte de Violeta hasta que en una de mis excursiones por leña encontré a Sebastian, estaba malherido y al borde de la muerte. Lo traje aquí y lo cure, yo creía que era simplemente un lobo malherido, pero una vez curado volvió a su forma humana. Yo no podía creerlo, Marissa siempre había hablado de hombres lobo y yo nunca le había creído, pero Sebastian estaba frente a mí, mirándome asustado y desconfiado. Me conto lo que le había pasado y yo tuve que decirle que Violeta era mi hija, luego de muchos intentos, Sebastian decidió confiar en mí.

-Ya veo.

Cloe no supo que más decir, estaba aturdida y confundida.

-¿Aun no tienes un plan?-Sebastian inquirió con fastidio-. Sabes que puedo matarla. Sé que es tu madre y la quieres…

-No la quiero. No después de lo que le hizo a mi hermana y a ti. No, voy a hacer que pague, pero no permitiré que te conviertas en un asesino por culpa de ella.

-Por si lo olvidaste, YO asesine a tu hermana…

-No fuiste tú Sebastian, y estoy cansada de repetírtelo. Fue Marissa.-Cloe se levantó, interrumpiendo la respuesta de Sebastian.- Voy a entrar en sus recuerdos y descubriremos porque los odia tanto.

 

.........🐺🐺🐺.........

 

Cloe y Sebastian entraron en la casa de Marissa. Cloe con antelación le había dado una pócima del sueño, solo para asegurarse de que no despertara mientras veían los recuerdos.

-¿Marissa?... ¿mamá?

Al no obtener respuesta, Marissa le indico a Sebastian que se acercara con un gesto. Ambos se colocaron a un lado de la cama. Sebastian apretaba sus manos, deseando golpear a aquella mujer que había planeado la muerte de su familia.

-Tranquilízate.-susurro Cloe. Concentrando toda su energía en Marissa, conjuro un pequeño hechizo, esparció unos polvos y en una gran nube dorada los recuerdos empezaron a emerger.

Ambos vieron a una joven Marissa paseando por el bosque, acompañada de un hombre de cabello castaño y ojos verdes.



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Editado: 31.01.2020

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