Maldición carmesí

Violeta

 

Al despertar de su profundo estado de inconsciencia, a lo que Cloe llamaba “El sueño de la bella durmiente”, pudo analizar los anteriores hechos con más tranquilidad. Durante su profundo sueño había recobrado energía y ahora se sentía lo suficientemente bien como para recorrer los 8 bosques aledaños ida y vuelta sin descanso. Sin embargo, su nervosismo no ayudaba a Cloe, quien lo había golpeado en la cabeza, alegando que la ponía nerviosa y que no la dejaba pensar con tanto movimiento.

Al final el cazador se había cansado de las peleas y le había ofrecido un té para que pudiera relajarse.

 

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Cloe observo a Sebastian dormir, se veía tan tranquilo y pacífico, que incluso la hacía sentirse culpable por los golpes que le había dado.  En realidad, no le molestaba la hiperactividad del lobo, solo se sentía molesta y frustrada por no poder encontrar a su hermana mayor. Había pensado y pensado, y aun así no podía encontrar algún lugar en el que su hermana pudiera estar encerrada. Sus dedos presionaron la taza en sus manos hasta volverse blancos e inconscientemente se mordió el labio inferior, provocando que un hilo de sangre se deslizara por la barbilla.

Cloe no podía dejar de pensar que algo no estaba bien. Nunca había visto a su madre salir a algún lugar desconocido. Entonces “¿En qué momento la alimentaba?” “¿En qué momento atendía sus necesidades?”

Tal vez su madre había sido lo suficientemente desalmada como para dejar a su propia hija morir de hambre en algún lugar oscuro y desconocido.  Cloe se imaginó a su hermana mayor, sucia, asustada y llorando entre la oscuridad de una abandona celda de piedra.

Su corazón se oprimió y deseo haber podido tener el valor de deshacerse de su insensible madre.

 

-El odio nunca es un buen guía.

Cloe observo a su padre. Aquel hombre que alguna vez había sido tan fuerte en sus recuerdos, ahora solo era una sombra del pasado. Sus ojos estaban marcados por profundas y oscuras ojeras, su cabello antes castaño, ahora estaba cubierto de relucientes canas blancas y su antes firme postura, se mostraba curvada y triste.

-¿Puedes decirme que la perdonaras por lo que te hizo? ¿Por lo que le hizo a mi hermana? ¿Por lo que le hizo a nuestra familia?

 

Cloe pudo ver que su padre batallaba consigo mismo, deseoso de poder decir que perdonaría a Marissa y así, ser un buen padre. Un buen ejemplo. No tuvo que esperar mucho, y tampoco tuvo que forzarlo. Nunca podría hacer que su padre dijera ese tipo de mentiras, sobre todo cuando ella tampoco podría.

-Yo nunca la perdonare.

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La oscura habitación fue iluminada por un fino haz de luz que atravesó el lugar e ilumino a una pequeña y triste figura. El pequeño bulto no se movió y Sebastian creyó que se trababa de algún saco de piedras o arena. Aun así, sintió que algo lo atraía hacia ella.

Una suave y melodiosa voz susurro su nombre.

Un paso. “Sebastian”

Otro paso. “Sebastian”

Su mano se estiro lentamente, intentando alcanzar el bulto. Sebastian sintió su corazón latir frenéticamente. Su respiración se detuvo y tuvo que sostenerse el pecho con la mano izquierda, esperando que su corazón no se detuviera de un momento a otro. “Sebastian”

Cuan por fin logro tocar el bulto, sintió como este temblaba bajo su tacto. El bulto cubierto de telas sucias y derruidas se giró “Sebby”

Los grandes y bellos ojos que conocía como a la palma de su mano lo observaron y detuvieron el frenético latir de su corazón.

Lo último que vio antes de caer al lado de aquella sucia chica, fueron las perladas lágrimas que salían de los hermosos ojos. Una mezcla de suciedad y sangre.



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Editado: 31.01.2020

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