-¿Puedes dejar de sonreír, por favor? - Pide Leonel a Refina que en todo el trayecto de regreso a la oficina no dejo de sonreír, haciendo que él solo sonríe y su petición sale más a broma por reír.
-Qué. - Sonriendo, Refina se hace que no sabe de qué habla. - Dime como fue.
-¿Qué, como fue?
-Parece una chica normal.
-Todas lo parecen.
-¡A no! Yo conozco unas, por las que nunca diría que son normales.
-No invocas.
-Ellas vienen solas y más ahora cuando no está Ángela. ¿Entonces tomaste su número? - Volviendo a sonreír con picardía.
-Dice que no tiene.
-Hoy todos lo tenemos. Es como decir que yo no tengo cuernos.
-Cuernos, ¿Y quién te los puso?
Ignorando la pregunta, Refina rueda los ojos. - ¿Cómo la vas a buscar entonces? ¿Lo vas a hacer tan siquiera?
Leonel decide guardar la respuesta para sí mismo, encogiéndose de hombros y sonriendo. Antes de preguntar, cambiando el tema. - ¿Salimos esta noche? Quiero despejarme.
-Está bien.
-Te recojo. - Concluyendo la conversación y el plan, Refina abandona la oficina y ambos vuelven al trabajo.
A la noche, Leonel viene, con la idea de que salen enseguida. Cuando la puerta se abre, dice - Vamos. - Quedando aturdido por su aspecto. Refina que habitualmente lleva un aspecto profesional de tacones y trajes, esta noche lo sorprende que le sea difícil de recuperar la compostura. Llevando tacones, con unos pantalones negros cortos y arriba, solo tiene un sujetador de los que pueden decirse son como suficiente para salir.
-Lista. - Cerrando la cerradura, dice Refina y él no puede otro que asentir, decepcionado. Sabiendo lo que ese look significa y que los planes no le están iguales, llevando él unos vaqueros, una chaqueta y abajo una camiseta.
-¿Entonces vas de ligue? - Sin poder contener su deserción, pregunta Leonel, mineras maneja, con una mano apoyada sobre la puerta y el dedo a la comisura de labio.
Mirándolo de pies a cabeza, a pesar de estar sentados, Refina contesta. - Tenemos diferentes ideas de despejar.
-Eso parece.
-¿Te enojas? - Pregunta Refina, percatándose de su tono y postura.
-No. Esta bien. - Después de un tiempo cayado, dice Leonel, tomándola de la mano y besándole la mano.
Desde el otro lado de la discoteca, Leonel está observando a Refina, apoyada sobre la pared y coqueteando. Dividido en sus sentimientos de soledad y felicidad, de verla olvidarse de todo, menos por una noche.
Consciente de que su celular vibro, en su bolsillo donde tiene y la mano, lo saca y se encuentra con el mensaje que los hace negar con la cabeza y sonreír más fuerte.
Dime cuándo quieres irte y nos vamos.
-Siempre presente. - Dice para sí solo.
Ya en el coche, la pregunta. - ¿No había nadie interesante?
-¿Dónde? - Pregunta Refina, abriendo los ojos, apoyada sobre el respaldo.
-En el club.
-¡Aaa! Ph. - Su respuesta de poca gana, lo hace sonreír.
-¿No lo hiciste por mí, que no? - No queriendo ser el culpable que se le frustró la noche.
-No. No tuve ganas de quedarme más. Y en fin tú me invitaste, no era correcto de mí dejarte solo con tus penas.
-No puedo vivir dependiendo de ti - Encogiéndose de hombros. -, debo acostumbrarme.
-¿Te quedas?
-¿Quieres que me quede?
-Pregunto para saberlo, nada más.
-¿Has planchado mi ropa?
-Sabes que estoy buena ama de casa.
-Estoy pensando que debería llevar más opciones. Un día alguien se dará cuenta de que seguido llevo lo mismo.
-No vamos a volver a eso, ¿no?
-No, yo tampoco lo quiero recordar y es el pasado. He decidido no recordarla más.
Editado: 31.01.2023