-¡¿Tú eres imbécil o que?! - Furiosa, pregunta Refina tirando sobre el sofá su bolso.
-Callate, okey. - Sin ganas de escuchar sus reproches.
-Muy bien, me callo. - Cerrando la puerta de su habitación al entrar.
¿Estás bien?
¿Y él?
Te preguntó a ti.
Entonces es claro.
-Siempre todo debes destruir. - Dice al vacío Refina, tirando con la pierna la sábana.
-Día. - Entrando en la cocina, saluda Refina.
-Buenas. - Responde, tomando un bocado, sentado Leonel. - ¿Sabes que eso es de mala educación? - Cuando ve que pretende quedarse de espaldas.
-Hoy me voy a spa. - Volteando para quedar a frente con la taza de café.
-Admitido.
-Gracias, por aceptar mi invitación. - Dice Refina reuniéndose con Leonarda a la entrada.
-Si ignoramos el tema principal.
-No te preocupes de que yo también no soy la admiradora de los hombres. Ven, vamos, te encantará. Buenas, hola. - Saluda Refina, pasando por el vestíbulo.
Leonarda se queda mirar el elegante y exclusivo lugar. - Para alguien que dice que no se acostumbra tienes unos gustos muy caros.
-Es el salón que frecuenta Justa, ella me introdujo en este mundo. - Responde Refina, volteando la cabeza de lado, caminado adelante de ella. - Danos tratamiento simple.
-¿Crees que es bueno estar aquí? - Mirando por detrás.
-Si, no te preocupes. - Dándole una sonrisa reconfortante y apretón a la mano. - Olvidarás todo. - Volteando al mostrador, frotando sé las sienes. - Las dos.
Un masaje realmente relajante, compartiendo la sala y con nueces, como bocadillos que gustosa Refina come.
-¿Qué tú harías en mi puesto?
-Pensé que no hablaríamos de eso.
-El masaje me hizo olvidar, pero ya terminó.
-No puedes compararnos, somos diferentes. Yo no me voy a casar, los hombres no son un factor importante para mí...
-¿Los ves como pasatiempo entonces?
-No tanto, solo no les doy tanta importancia como lo haría otra.
-¿Yo?
-Tú te ves haciendo una familia, hombre, vestido, hijos..., yo no. Yo no permití que se desarrollará esa parte.
-¿Y qué harías si te toca lo mío?
-Siendo yo me haría dos preguntas. Uno: ¿Qué siento? Dos: ¿Si él vale? Siendo tú solo uno: ¿Es el sentimiento suficientemente fuerte para olvidar?
-Lo amo.
-Entonces torturarlo para que siente a menos la mitad.
-Hola. - Dice Zora entrando en la oficina sin previo aviso.
-¿Qué quieres? - Dejando de trabajar, pregunta de mal humor Leonel.
-Vine a ver ¿cómo estás?
-Viniste a ver cómo estaba - Con sarcasmo repite Leonel. -, después de lo que hiciste, viniste a ver cómo estaba. ¿Y qué crees como estoy? - Mezclando la risa con el enojo.
-Me pareces enojado. ¿Qué la novia no se parece a Ángela?
-Deja a Ángela donde es su sitio y si Refina no me dirige la palabra puedes imaginarte que hace la otra.
-Una aburrida total.
-La amo.
-Lo vi.
-Estaba tomado.
-Mala excusa.
-Soy un ser humano.
-Al que ni la mujer que vela por tu felicidad no perdona.
-Está tan enojada que ni al trabajo vino. - Se queja.
-¡A!, eso nos deja solos. - Rodando la mesa.
-No te atrevas. - Alejándose en la silla de la mesa y poniendo las manos enfrente como protección.
-¿Qué? A la novia ya no tienes. Podemos terminar los que empezó ayer.
-¡No! - Levantándose de golpe y mandando a la silla a golpear la pared atrayendo la mirada de ambos.
-Qué de mal humor. - Cínica dice Zora antes de alejarse y tomar su bolso, haciendo enfurecer más con su actitud y su manera de hablar.
Como vino, así sé y fue. Haciendo que Leonel exhala con las manos en jarras. Con la mirada busca la silla para regresar al trabajo.
Editado: 31.01.2023