-Vino el reporte de forense. - Dice, abriéndolo Marceles. - En la ropa no había huellas, tampoco en la piel que indicaran que fue empujada. - Tomando otra carpeta, lee. - Murió por el corte en la cabeza.
-Tampoco tenemos motivo - Dice Mauri. -, por el que se encontraba en el sitio de construcción.
-Deberíamos interrogar a las otras pretendientes de Montejo - Interviene Casilas. -, en fin tuvo altercados con menos dos de ellas.
-Mal no nos puede hacer.
-Sarina Dosetti, bienvenida. - Dice Marceles, entrando en la sala de interrogación. - Soy el inspector Livio Marceles, encargado de las investigaciones de las muertes de Ángela Galicia y Loreta Adama. - Mientras se sienta la ve asentir con la cabeza. - ¿Sabe por qué está aquí?
-¿En la comisaría o en el cuarto de interrogación? - Pregunta, nada contenta Sarina.
-El motivo por cuál fue llamada.
-No. - Con fuerza de la seguridad contesta Sarina.
-Bueno, entonces yo le explicó. La llamamos porque nos hemos enterado de su pleito con la señorita Adama poco antes de que falleciera.
-¿Y de dónde se enteró? Digo, porque sucedió en un lugar cerrado y privado.
-Tenemos nuestras fuentes.
-Bueno, diga lo que quiere, pregunta lo que le interesa y déjame salir de aquí, que esto es humillante.
-¿Por qué discutieron?
-Se me vino encima con insultos.
-¿Cómo se comportó?, porque sabemos que la razón fue su anuncio en el periódico.
Exhalando, sin ganas, Sarina dice. - Como loca que era, en el último tiempo se fue de verdad... - Moviendo los dedos a lado de la sien para darle a entender que se le esfumó el cerebro.
-¿Me da algún ejemplo?
-¿Más de que me desgreño? Que vemos, en la fiesta se humilló, hasta grito, me he enterado de que completamente desnuda, espero a Leonel en su oficina... No lo sé, es todo que por el momento me puedo recordar antes de Leonarda, cuando estaba Ángela no era así.
-¿Sabe usted cómo eran sus encuentros con la señorita Mayis?
-No, no sabía ni que se hubieran visto.
-¿Considera usted que alguien tuviera motivos de deshacerse de la señorita?
-No. Ni amigas somos.
-¿Señor Montejo?
-Leonel no, lo conozco desde niño y no es capas ni de sacar una mujer de su oficina, menos matarla.
-Está bien, ¿Dónde estaba usted esa noche alrededor de las once?
-Con unos amigos en el club.
-Muy bien, señorita Dosetti eso es todo, por ahora vamos a verificar su álibi por lo que la pido que me deja los datos del club y de las personas que la acompañaban. - Entregándole papel y pluma .
-Gracias por venir, señorita Mayis. - Dice, entrando Marceles.
-¿Por qué me llamo?, yo no sé nada. - Algo asustada, pregunta Leonarda.
-No se preocupe, señorita, no es nada malo, solo nos interesa saber de sus encuentros con la señorita Adama.
-Loreta. - Enarcando una ceja.
-Sí. Por favor. - Invitándola a sentarse.
-Yo no sé nada de su muerte.
-Está bien. - Tratando de calmarla, levantando las palmas de la mesa en su dirección.
-¿Estaba en su casa esa noche?
-Si.
-¿Desde cuándo? - Pregunta sin firmeza que utiliza siempre.
-Desde unos nueve. - Levanta insegura la ceja. - Llegue desde el trabajo, cierran en once, como todo es tranquilo y no hay problema, salgo antes.
-¿Me puede describir sus encuentros con la señorita? ¿Cómo eran?
-Obligados. Siempre me buscaba.
-¿Cómo se comportó?
-Normal. Como era, segura, por tener dinero, concluyó que todo puede ser como ella quiere...
-¿De qué se trataban esos encuentros? - Sigue hablándole con delicadeza.
-Leonel, estaba tratando de que lo deja usando las mentiras y falsa solidaridad.
-¿Y no lo logro? - Dubitativo.
-No, la definitiva fue por Brigite. Loreta empleaba unos trucos que siempre la golpeaban de regreso en la cara.
-Escuché que en su último encuentro la tuvo que echar.
-Si, no me dejaba regresar a mi trabajo.
-¿Vive con su familia?
-Si.
-¿Ellos pueden confirmar que estaba en la casa?
-¿Por qué?
-Es solo la confirma de lo que dijo.
-Si, estaban ahí, si eso no es suficiente, comparto la habitación con mi hermana.
-¿Hasta cuando tengo que esperar? - Grita Brigite, cuando entró Marceles.
-Tranquilizarse, señorita Camil.
-No sé cómo espera, eso sí, me tiene aquí acusada de asesinato.
-Nadie la está acusando de nada, esto es solo una plática.
-Como no. - Ródano los ojos.
-Bueno, ¿Se puede tranquilizar y que terminamos con esto?
-What ever. - Dice, sentándose.
-¿Comenzamos? ¿Por qué se considera acusada?
-¿Como por qué? Les tengo que recordar que me trajeron.
-No, pero eso es porque se negó venir sola.
-¿Y quién quiere aquí llegar por su voluntad?
-El que no tiene nada que esconder.
-Yo no escondo nada.
-Bueno, como quiere ¿Tiene el álibi por la noche de la muerte de la señorita Loreta Adama?
-Sí, estaba en el club de la sociedad.
Anotando, Marceles pregunta. - ¿Es culpable de la ruptura entre señor Montejo y señorita Mayis?
-¿Eso que tiene que ver con nada? Además, es cosa privada.
-Cuando policía está involucrada nada es personal señorita Camil.
-Lo denunciaré.
-No tiene por qué, todo es grabado. - Enseñando con el dedo hacia la cámara.
-¿Terminó? Me quiero ir.
-¿Su relación con la difunta como era?
-No la tuvimos, solamente nos interesó el mismo hombre. Además, yo no vivo aquí.
-¿Tiene deseos de regresar?
-Ya tengo el billete.
-¿Sabe que no se puede ir hasta que la investigación no termina o la descartamos como sospechosa?
-Tengo álibi que me permite abandonar, esté dichoso país. - Levantándose, anuncia. - Hasta nunca. - Dice saliendo por la puerta.
-Señorita...
-Corea, Zora Corea. - Lo interrumpe, presentándose extendiendo la mano.
Editado: 31.01.2023