-¿Qué hacemos aquí exactamente? - Pregunta Leonel mientras patea la hierba.
-Pensé que estaría buena idea irnos, alejarnos de todo.
-¿Y a si se te ocurrió rentar esta cabaña?
-Bueno, es obvio que necesitamos cambios y lo más lejos.
-Y que más lejos hay que bosque. - Exclama con las manos en el aire.
-Oye, no ofendas.
-Está bien, está bien, ven, vamos a disfrutar. - Dice abrazándola por los hombros para atraerla y besarla en la cabeza.
Centrados en la interminable pradera que tienen por delante, caminan tomados de la mano, olvidándose de todo lo que dejaron en la ciudad gracias a la vegetación. Rodeados de árboles, plántulas, mariposas que vuelan, grillos que escuchan, hasta encuentran mariquitas. Iluminados por el sol y un cielo celaje. Inhalan paz y aire fresco.
-Arruinaré los zapatos. - Caminando, dice Leonel.
-Camina y no te quejes.
-Fácil a ti decir, mira que te preparaste, llevas leggings, tenis.
-Y me bañé en alcohol para espantar las moscas. - Informa.
-Tonta. - Riendo, le dice.
-Que cocinero me tocó. - Bromea Refina. - Es una delicia esta pizza.
-Todo es riquísimo cuando tienes donde descongelar. ¿Película?
-No, salimos.
-Es de noche. - Apuntando a la ventana, con incredulidad dice.
-¿Y?, yo dormí afuera mil veces y mírame, solo vamos a caminar.
Mirando la película Carolina y Ferdinando, Refina se percata de la excitación que se remarcó en los pantalones de Leonel.
La risa de Refina distraje la ya difícil concentración de Leonel sobre la temática de la película.
-No te rías. - Serio dice Leonel percatándose que es la razón por la que ríe.
-Para de reír. - La advierte lo que hace que a Refina le sea más chistoso.
Para silenciarla, Leonel le cubre la boca con la mano, pero Refina sigue.
-Refina - Chilla como un niño. -, ya. Como sea me es difícil de concentrarme, tu risa no ayuda.
-Pero, ¿Leonel de verdad? - Apuntando con la palma en el problema.
Las picantes escenas de la película hicieron suyo y Leonel no lo fue capaz de controlar.
-¿Crees que a mí me da gusto?
-Bueno pudiste decir y hubiéramos buscado otra, como si es la única película.
-No me lo esperaba.
-¿Quieres que lo detenga?
-Miramos hasta final, anda.
-Está bien, después no te quejes, que la película termina en el mismo tono.
Día siguente.
-Me ama, no me ama.
-No seas ridículo.
-Me ama.
-Ridículo.
-No me ama.
-Detente.
-Me ama.
-¿De verdad?
-No me ama.
-Eso es para niños.
-Me ama.
Para que no obtiene el resultado, Refina le aplasta lo que quedó de la flor y se echa a correr perseguida por Leonel.
-¿Fruta? - Pregunta, ofreciéndole la cereza que arrancó del árbol.
De su mano Leonel toma la fruta, mientras hacen un paseo.
-Me podría acostumbra a este estilo de vida. - Dice Leonel, regresando desde fuera. - Naturaleza, lejos de la ciudad, mujer en casa, comida lista. - Al pasar a su lado, Refina lo golpea en el abdomen por lo que dijo. - Uh.
-Hoy sin carne, lo agarré del jardín. - Al sentarse, frente una sopa de verduras.
-Dime qué menos el postre tiene chocolate.
A lo que Refina niega con la cabeza mirándolo en los ojos.
Sentados sobre la manta Refina y Leonel están cenando con el sol a punto de hacer la puesta.
-Mmm. Te salió delicioso. - Dice Leonel, tomando la mordida de la hamburguesa.
-Estamos en las mismas, que a mí también me encanta. - Mordiendo la hamburguesa.
-Y ese pastel se ve como el paraíso.
-Deja de halagarme.
-Si dejas de cocinar.
-Y debería, si no te conviertes en un panzón.
-¿Me dices gordo? - Bromeando, pregunta.
-No - Con dramatismo dice, haciendo un O con la boca. -, ¿dónde yo?
-Gracias. Que esto de verdad me llegó bien. - Le dice sonriendo con humor por la broma.
-Siempre, lo sabes. - Le promete.
-Si no, te mato. - Dice, haciendo que ambos rompen a reír.
Encontrándose con un diente de león, Leonel lo arranca y pone frente Refina, diciendo. - Sopla.
Alejándose para ver lo que tiene frente los labios, Refina pregunta. - ¿Qué? - Sorprendida y sin entender mucho. - Sigues con todas esas cursilerías de deseos.
-Si y no olvides el deseo. - Sosteniéndolo en frente de ella.
-Leonel. - Poniendo la cabeza a lado mientras con la palma aleja la mano con la flor.
-No, lo vas a hacer.
-No lo haré y basta.
-¿Por qué siempre tienes que estar tan madura, tan seria, tan...? ¿Tú?
-Porque arrancaron de mí la niña y lo sabes, así que por favor, aléjalo. - Presionando la mano de Leonel, a la que él ya no sostiene con tanta fuerza frente ella.
Afectado por las palabras, Leonel lo sopla y le dice después. - Ven. - Extendiendo el brazo para abrazarla.
¿Pediste el deseo? - Pregunta, entre sus brazos.
Si te lo digo no se cumplirá. - Solo para no tener que confesar que la incumbe.
Editado: 31.01.2023