Maldición Fraternal

Capítulo 37

—Quiero verla, ¡por favor, déjame verla! —Llegué histérica al pasillo donde estaban los papás de Kerstin, papá y Ariana.

—La señora Lehmann dijo que no podíamos interrumpir, tiene que tener mucha concentración, está haciendo todo lo posible. —Papá estaba frente a la puerta intentado explicarme, pero yo solo quería verla, no podía creer lo que me decían—. Estará bien.

—¡Solo quiero verla, papá! —Estaba con una bola enorme en mi garganta que no me dejaba respirar, ni pensar, ni nada.

Él me abrazó mientras intentaba calmarme, me estaba meciendo con sus manos.

—Estará bien, Lory, si gritas quizá la distraigas y será más tardado. —Me decía relajado y bajito, queriendo transmitirme su tranquilidad, pero no estaba funcionando.

Miré a todos pidiendo ayuda, no podía quedarme aquí. Pero me topé con la mirada de sus padres y reflexioé un poco.

La señora estaba con los ojos rojos abrazada de su esposo, pero estaba tranquila, respiraba hondo y dejaba fluir todo; su padre tenía una mirada seria que también podría interpretarse de preocupación, pero ambos estaban tranquilos.

Y yo, ¿con que derecho vengo a ponerme como loca?

Al verlos me relajé, ellos sí lograron darme esa calma. Termine abrazando a papá mientras me relajaba e imitaba a la señora respirando hondo.

Pero no estaba funcionando tan bien, tenía que distraer mi cabeza. Me separe de papá lentamente con una misión nueva.

—¿Dónde está Damien? —pregunté tranquila sin querer demostrar el nuevo enojo que estaba surgiendo.

—En su habitación, le aplicaron un sedante porque no se podía calmar, ni tampoco hablar, lo que decía no tenía sentido —explico él.

Sin responder di media vuelta y empecé a caminar en dirección a su habitación con un objetivo claro.

Llegué y entré para cerrar la puerta detrás de mí y recargarme en ella, buscando una forma de contenerme. Él estaba sentado en la cama con la mano en sus ojos, parecía que iba despertando. Al escuchar ruido volteo su cabeza hacia mí rápidamente, note una cierta decepción o vergüenza y bajó de nuevo la mirada.

—Creo que todos merecemos una explicación razonable —dije sin molestarme a preguntar cómo estaba, él no estaba sin poder moverse en una cama.

—Ni yo sé lo que pasó —dijo lentamente pasando sus manos por su rostros, frotando, una y otra vez..

—Podrías empezar en ¿¡por qué demonios no estaban en la escuela!? —exploté sin poder evitarlo acercándome con ganas de estrangularlo.

—Teníamos que encontrar lo que sentimos —dijo bajito sin querer enfretarme.

—¿Estabas de terco buscando algo peligro? Y digo que tú porque te conozco, ¡sé que fue tu idea!

—¡Ambos queríamos saber lo que estaba pasando! —respondió por fin hablándome a la cara

—¿Y decidieron escaparse de la escuela e internarse en el bosque sin ningún refuerzo?

—Nos hubieran detenido.

—¡Pues claro! Porque fue el plan más idiota del mundo, ¡Kestin inconsciente es la prueba de eso! —me acerqué tanto que estaba prácticamente gritándole en la cara.

—¡No teníamos idea de que eso pasaría! —La vena de su cuello sobresalía tanto que parecía a punto de explotar—. ¿Crees que no me siento mal? Ella está así por mi culpa, ¡si le llega a pasar algo me muero! —Se sentó de nuevo en la cama sollozando y dejando salir las lágrimas que contenía—. Me muero...

No había visto llorar a Damien desde que éramos niños. Verlo tan roto solo hizo más añicos mi corazón.

—Solo dime ¿Qué paso?

—Estábamos en el bosque cuando sentimos de nuevo la presencia, queríamos hacernos los valientes pero no duró mucho —empezó a relatar—. Corrimos por lo fuerte de la energía, pero luego ella sintió algo... no sé qué fue, pero se detuvo. Al notarlo, me giré y quise ir por ella para arrastrarla de vuelta pero comenzó a correr hacia otro lado. —El simple recuerdo lo estaba torturando—. Intenté alcanzarla, lo juro, pero parecía como si todo estuviera en mi contra, la perdí, no podía escuchar sus pisadas, ni oler su aroma o sentir su presencia, como si todo el bosque estuviera vacío. Empecé a correr a los alrededores pero no podía encontrarla, hasta que escuché tu grito y corrí lo más rápido que pude.

Eso era muy extraño, de verdad era extraño lo que estaba pasando.

—Damien —llame su atención—. También sentí algo extraño cuando estaba en el bosque, justo antes de chocar con Kerstin.

El me miro con el ceño fruncido.

—¿Qué sentiste? —pregunto con el ceño fruncido.

—No lo sé, era algo muy extraño, pero mi primer instinto también fue correr —dije preocupada.

—Tienen que creernos ahora, con lo de Kestin y tú no pueden dejarlo pasar —dijo histérico.

—No lo están, Alex está investigando, no se dejara pasar, de eso me encargo yo —le asegure ya más calmada tomando su mano.

—Si tan solo no hubiera soltado su mano... o si hubiera corrido más rápido... tal vez...

—El hubiera no existe, Damien —trate de consolarlo.

—Pero tienes razón, sí fue mi culpa... ella estaba ahí porque yo... no sé, me sentía muy solo, y la arrastré conmigo —dijo aun sollozando.

—¿Solo? —pregunte confundida.

—Todos tienen sus propios problemas, ya nada es como antes —menciono sin mirarme.

—Eso no significa que no estemos para ti, puedes contarnos o pedirnos ayuda siempre —dije en verdad preocupada por el—. Jamás te dejaría de lado, yo... solo creí que estabas bien, estabas igual que siempre.

—No, solo que no tenían tiempo para prestarme la atención suficiente —dijo aun sin mirarme. Pero su comentario me molesto.

—Tampoco eres un niño, Damien, eres lo suficientemente maduro para saber lo que sientes y tienes la capacidad de pedir ayuda de cualquier medio —contrasté.

—Cierto, y se la pedí a Kerstin porque era la más cercana y tranquila, y la terminé metiendo en todo esto, que hijo de puta —se insultó a sí mismo.




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