03.03.2017
— A ver si entendí — comienza a decir mi hermana sujetando en pinza su tabique... conteniendo su indignación —. Primero, la llave que encontramos en la planta le hacía a la cajita oxidada que estaba en la playa — asiento —. Dentro de esta había otra llave — asiento de nuevo, muy nerviosa pues su aura se semblante amenazante —... cuando ibas a usarla sentiste que no debías abrirlo, pero algo te presionó para hacerlo y tú... tú... ¿¡Tú dejaste mi teléfono botado al escapar!?
— Ya te pedí perdón — me excusé evitando su mirada llena de llamas e ira —. Pero como se te olvidó, lo repetiré. Perdón.
— Esto no se resuelve con un perdón, creerán que estoy muerta si no actualizo mis redes, ¡el mundo no puede vivir sin su dosis de mí!
Quise hablarle de Mikele, de cómo se mostró ante mí, y el cómo cambió en un parpadeo de amable y protector a inseguro y asesino... todos los vellos de mi espalda y brazos repentinamente se erizaron con sólo recordarlo, algo me decía que tanto tiempo en la oscuridad estaba comenzando a afectarlo. Un extraño sentimiento se acunó en mi interior, sentí lástima por él. Ya que mis planes eran evitar que la maldición nos alcanzara a nosotros, pero ¿qué hay de esas almas atrapadas? pensé en todos esos espíritus inocentes, atrapados en un bucle de tortura y, sentí algo de culpa también, seguramente mi mamá sabría qué hacer con ellos, pero ella no está y yo... jamás seré como ella.
Luego de ver la cosa que atrapó a Sam en un mismo bucle tortuoso agradecí porque él no tuviera nada que ver y eso sólo quedara en advertencia... aunque esa voz que me advirtió... no hay duda... Mikele también lo presintió.
— Whatever, me debes una grande — inquiere ella cruzándose de brazos, llamando mi atención.
— De verdad disculpa, pero te prometo que te lo devolveré — me limite a decir por lo bajo, un poco indecisa de mi promesa.
Muy dentro de mí prefería comprarle uno nuevo, y aunque sé que no puedo huir de mi cuarto por siempre mi cerebro maquinaba la forma de encontrar otra vía para comunicarnos con el profesor. Los últimos días Sarah me ayudó a dormir en una de las habitaciones de huéspedes y así mismo convencer a todos de que no entraran a mi cuarto, me daba tanto gusto de ver en ella una aliada y que nuestra relación haya superado nuestro mal inicio, porque sin su ayuda, nunca lo hubiese logrado.
Sonreí sin poder evitarlo, a pesar de todo, ya no me sentía sola, estaba el profesor, mi hermana, que en una semana habíamos alcanzado a ser lo que no habíamos sido en años, amigas. Era hermoso, aunque eso no significaba la total ausencia de riñas insignificantes como esta, las cuales aprendí que se podían atesorar.
Supongo que mamá estaría muy feliz; por otro lado, estaba Sarah y luego estaba Sam... nada más bastó que se cruzara su imagen en mi mente para que esa felicidad se alejara de mi alcance.
Durante el fin de semana rogué que estuviera bien, pero la verdad es que no tengo manera de saber en las condiciones en que está. Lo único que sé es que no vendrá a clases por recomendación médica.
Pilar estaba enojada por perder de momento su celular. En el fondo sé que se debe a que no tiene forma de comunicarse con él, aunque no lo acepte se nota que le gusta, quisiera que él se diera una oportunidad con ella... Trato de no pensar mucho en esa tarde rojiza en la que me robó un beso dejando en claro sus intenciones, me sentí muy apenada esa vez, yo jamás podré verlo de otra manera qué como mi mejor amigo, y como tal quiero que sea feliz y siento que podrá serlo con otra persona, tal vez con Pilar.
— ¿Has sabido algo de Sam? — agrego para intentar averiguar qué pasaba por su cabecita problemática.
En respuesta ella solo se encogió de hombros.
— Sólo sé lo que todos dicen, supongo — musita cabizbaja —, no cabe duda que está recuperándose.
— ¿Qué te parece si vamos a verlo un día? — propongo para darle ánimos.
De momento sus mejillas se pigmentan de un rojo intenso, claramente está lejos de ser exceso de rubor. Pero luego evade la mirada y responde tratando de ocultar sus nervios.
— ¿Qué te hace pensar que me interesa ir? — brama con intento de cinismo —. Aunque no creo que puedas llegar muy lejos sin mí, así que acepto acompañarte, Argh... eres un real fastidio Dani... ve viendo como le haces para no depender de mí todo el tiempo.
Pilar siendo Pilar.
Con las clases terminadas regresamos a casa. Desde que hay más personas aquí debo decir que la mansión ya no es tan tétrica. Es un poco incómodo sí, porque se limitan a hacer su trabajo y a hablar cuando es requerido, parecían no tener humanidad, pues sus actos y respuestas parecían programadas, al menos Sarah era distinta, me daba gusto que ahora pudiéramos llevarnos mejor y bromear.
Todos saludaron en una sola voz en cuanto nos vieron entrar, Alma devolvió el saludo muy radiante, pero se excusó de inmediato porque iba de salida, según ella tenía pendientes que atender fuera de casa. Últimamente estaba más ocupada que de costumbre, no sé si tenía que ver con la ausencia de papá o con el evento que estaba planeando, pero me preocupaba, era muy extraño.
Aunque luego pienso en que su ausencia será muy conveniente para nosotras. Al verla despedirse e irse, se me ocurrió un plan maravilloso para recuperar mi teléfono y así recuperar el contacto con el profesor, que hasta la fecha seguía sin dar señales de vida.
...
— No, de ninguna manera.... ¡Ni hablar! — denegó Pilar rotundamente.
Ahí estábamos mi hermana y yo discutiendo, de nuevo. ¿Por qué no entendía que recuperar mi teléfono era más fácil con Alma afuera? El plan que proponía era entrar en la alcoba de Alma, aprovechando que no estaría en casa. No nos demoraríamos mucho, o eso le dije. En el fondo sabía que era muy peligroso, si alguien nos descubría sería el fin. Pero poniéndolo en una balanza era un riesgo que valía la pena si quería comunicarme con Miller sin tener que ir a mi habitación... lo cual estaba descaradísimo. Pero ella veía más fácil ir a mi cuarto y eso no podía ser, era un riesgo de calibre sobrenatural, luego de explicarle mis temores llegamos a un acuerdo, entonces pude respirar con alivio.
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Editado: 13.05.2022