Isabella no pudo dormir correctamente a causa de aquel sueño, aunque apenas era parte de sus recuerdos, le trajo nuevamente un dolor en el corazón. No entendía por qué nuevamente estaba sucediendo esto si hace mucho tiempo que no tenía esos sueños; se preguntaba si tenía algo que ver con la aparición de Joaquín y lo que su corazón comenzaba a sentir. Mientras se bañaba, no pudo evitar derramar algunas lágrimas y aunque intentó borrarse la prueba de ello, sus ojos quedaron un poco hinchados al igual que su nariz. Sin duda su madre la cuestionó cuando la acompañó en el desayuno y solo le mencionó que no había dormido bien, pero Manuela era más inteligente que eso y sabía que eso no era todo.
—¿Qué pasa mi amor? Sabes que puedes confiar en mí, siempre lo has hecho —dijo su mamá, mientras tomaba su taza de café.
—No es nada, de verdad. Si es verdad que estuve llorando pero por cosas tontas, no tienes que preocuparte —le respondió e hizo un intento de sonrisa.
—Me hace recordar a aquella época en que te vimos muy distante con tu papá y que terminaste yendo con Brenda.
Brenda fue durante un par de años su psicóloga a pedido de sus papás. Ya no la veía pero la recordaba con mucho cariño porque la había ayudado a superar muchos miedos tanto de lo que había sucedido con Diego como temas relacionados a los estudios y su vida. Al inicio no había querido ir a las sesiones, e incluso casi ni hablaba, pero cuando ella le indicó que de eso se trataban las sesiones, que si quería hablaba y si no, poco a poco empezó a hablar hasta que tuvo mucha confianza. Aunque Brenda le aseguró que nada de lo que le contara se lo diría a sus papás, le tomó tiempo contarle lo de Diego.
—Sabes que cualquier cosa me puedes contar y si necesitas ir de nuevo con ella me avisas —agregó su mamá.
Isabella suspiró y asintió. Su mamá nunca había sabido la causa de por qué había estado distante; al inicio había sido porque coincidió con la época en que tuvo una relación con Diego. Luego, había sido a causa de las consecuencias que esa relación tuvo en ella. Manuela nunca la cuestionó sobre cuál había sido realmente el problema solo estuvo agradecida de que haya podido salir adelante y que las cosas hayan vuelto a la normalidad; sabía que no era nada grave. Por eso, luego de dos veces de cuestionarle y que su hija le asegurara que estaba todo bien, confió. Tuvo mucho miedo de estarse equivocando así que lo consultó con Brenda y ella le aseguró que no era nada de lo que no pudiera salir.
Ahora lo intentó nuevamente y al fallar, supo que solo le quedaba hacerle recordar a su hija que estaba ahí para ella, así no supiera lo que realmente pasaba.
—Si ma, no te preocupes —respondió con una pequeña sonrisa.
Ese día Isabella llegó más temprano de lo usual a la oficina, tan temprano que ni Roberto se encontraba. Como era su primer día sin Mariana, quería comenzar a planificar el día, ordenar los pendientes, y comenzar a estructurar los planes de trabajo para los clientes; además, consideraba muy importante hacerse conocer a ellos, para así poder mantener un ambiente de confianza. Estaba tan concentrada en el Excel, elaborando los tiempos de trabajo, que no sintió a Joaquín llegar. Solo cuando él dejó un beso rápido en su mejilla y se sentó a su lado, despertó de su ensimismamiento.
—Buen día pequeñuela —la saludó, con una enorme sonrisa.
—¿Qué haces tan temprano aquí? —fue su respuesta, un poco brusca.
Joaquín frunció el ceño porque ello no era habitual en ella y porque le hubiera gustado una respuesta más bonita.
—Eh… ¿hoy el gimnasio está cerrado y quise aprovechar de venir temprano para ver a una chica bonita de ojos lindos?
—Ah… —agregó Isabella, aún desconcertada, sin realmente estar presente.
—¿Pasa algo? —la cuestionó él—. Tus ojos están…
—Hinchados, sí —lo interrumpió, antes de cerrar los ojos—. No dormí bien.
Hubo un breve silencio en el que Isabella no pudo mirar a los ojos de Joaquín y él mantuvo los suyos enfocados en su rostro. Sin duda algo le pasaba.
—Isa… —empezó y la tomó del mentón—. ¿Qué pasó? Sabes que puedes contar conmigo. Puedo ser muy molestoso a veces o parecer divertido pero hay algo que no me gusta y es ver triste a alguien que me importa.
Isabella obvió la última parte, no quería pensar en eso ahora, y se animó a levantar la mirada hacia él.