El sábado Isabella despertó temprano y con una sonrisa enorme; la noche anterior había estado increíble y su corazón no había dejado de latir, ni siquiera cuando Joaquín la acompañó en su coche hasta su casa y luego pidió un taxi para él. Por supuesto que apenas había llegado a su casa le había contado todo a Pamela y su amiga había estado muy feliz por ella, porque era un paso hacia borrar el pasado; solo le dejó la pregunta pendiente si se lo contaría a sus papás. Pero ella ya estaba resolviendo inconscientemente esa pregunta, aprovecharía el domingo familiar para contárselo a su familia. Ante los miedos, ir con todo.
Ese día no fue a baile, estaba con mucha pereza y prefirió descansar en su casa. Se quedó gran parte de la mañana en la cama leyendo e intercambiando mensajes de Whatsapp con sus amigos y Joaquín. Se había convertido en un chico muy dulce, y aunque siempre lo fue desde que lo conoció, lo era aún más ahora que ya eran algo oficial; y eso le movía el piso.
Joaco: ¿Cómo está mi ojitos bonitos?
Isa: Bien cansada, aún en la cama. Anoche gasté muchas energías jajaja
Joaco: Quién habrá sido el culpable, porque yo no fui.
Isa: No te hagas el loco.
Joaco: mira chiquita, cuando yo te haga gastar energías no será solo con un beso…
Oh.
Joaco: pero falta para eso, no quiero te traumes señorita. A partir de ahora nos conoceremos más y eso me gusta J
Isa: J J
Isa: ¿Tú qué andas haciendo?
Joaco: Aproveché para ir al taller a ver cómo está mi carro pero todavía estará listo el lunes L
Isa: Si el señorito gusta, puedo pasar por él el lunes.
Joaco: Nada más me encantaría ;) Pero no quiero molestarte.
Isa: ¡Ey! Ayer me dijiste que esto era oficial así que ya no hay molestias entre los dos jajaja. Hablando en serio Joaco.
Joaco: Está bien J Gracias bonita.
Durante el almuerzo no dejó de pensar en Joaquín, en sus citas, en sus besos… sus ojos… se sentía mágico y después de mucho tiempo, amada. Claro que sentía el amor de sus padres y su hermano, pero ser amada por alguien externo a la familia era una bonita experiencia. Con Diego había creído sentirse así pero cuando descubrió que eso nunca había sido amor, todo lo que había experimentado fue como si nunca hubiera existido. Sus papás eran externos a ella, y aunque contestaba casi monosílabos a su conversación, no la interrogaron y en caso lo hicieran sabía que su respuesta sería que mañana les contaría todo.
La tarde se le pasó bastante rápido organizando algunas cosas de su cuarto, bañándose y decidiendo que se pondría para ver a sus amigos. Irían a un bar, nada fuera de lo común, pero siempre le costaba decidir qué ponerse para cada ocasión. Se decidió por un vestido corto negro y zapatos de plataforma bajos; quería estar cómoda y ese atuendo la hacía sentir así. A las nueve de la noche, Pamela pasó por ella y en el camino le contó todo sobre la noche anterior, a pesar de que ya había oído la historia varias veces. En el bar ya estaban Micaela, Teresa, Rodrigo y Alberto y faltaban Alejandra y Antonella que no tardarían en llegar.
—¡Bella! —la saludó Rodrigo porque no la veía hace tiempo—. Qué lindo verte.
—Igualmente Rodri, ¿cómo está Cecilia? —dijo, preguntando por su novia de hace años.
—Bien. Está preparándose para hacer su sustentación de tesis. ¡Ya por fin!
—Qué lindo —respondió Isabella, sonriendo, realmente estaba contenta por ellos dos.
Terminó de saludar a sus demás amigos y a Micaela le dio un abrazo fuerte. A pesar de que era la prima de Diego y a veces le daba temor que hablara de él o lo viera en alguna parte, la quería mucho y siempre tendría los recuerdos bonitos de la adolescencia. Estaba muy agradecida de aún mantener a sus amigos de toda la vida, no sabía qué haría sin ellos. Cuando llegaron Antonella y Alejandra, ya todos estaban sentados en una mesa, pidiendo algo para picar y bebidas.
—…es un lindo chicos, realmente estoy enamorada —estaba contando Alejandra—. Yo sé que voy a sonar cursi para nuestros amiguitos pero tengo una noticia… —Todos la miraron expectante—. Anoche me enamoré más de Leo; les juro que fue demasiado lindo…