Joaquín siempre había sido un chico muy tranquilo en la primaria, pero en la secundaria, las cosas cambiaron y comenzó una etapa de rebeldía, de travesuras… Siempre había sido el popular de la promoción pero en secundaria, no solo era el más popular, sino también el más guapo y por el que muchas chicas suspiraban. De hecho, muchas de ellas se le declararon y él negó a varias; todavía no se sentía con ganas para tener novia ni preocuparse por ellas. Prefería ser más libre: dar un beso por aquí, otro por acá sin ningún compromiso, dejándoselo claro a la involucrada aunque ya toda la escuela lo sabía. Pero siempre fue bueno; era buen amigo y muy divertido. Aunque muchos lo criticaban por nunca estar con alguien fijo, nunca les hacía daño y siempre las trataba con respeto. Si se besaba con alguna, no les cortaba el habla luego de eso (a menos que ella lo quisiera) porque su intención era clara y todos lo sabían.
Por eso todos se sorprendieron cuando en el último año de secundaria realmente se enamoró. Penélope era la hermana menor de uno de sus amigos, y aunque se negó tener algo con ella para no romper los códigos entre amigos, no pudo evitarlo. Quizás fue porque ella no mostraba interés en él lo que hizo que la quisiera a toda costa, hasta que lo logró. Cuando su amigo Pepe se enteró, su amistad no terminó pero se vio afectada y Joaquín sufrió por ello. Sin embargo, se negó a dejar las cosas con Penélope. Estuvieron juntos hasta el segundo año de carrera, cuando Joaquín ya tenía veintiuno y Penélope veinte y toda una vida por delante. Sufrió cuando se enteró que su novia había estado saliendo con otro mientras ellos estuvieron juntos y aunque realmente nunca la amó de verdad, sintió mucho cariño por ella y había sido casi su primera novia oficial.
Los años pasaron y Joaquín se negaba a estar con alguna otra chica, se había dado cuenta que mejor era estar solo y pasarla bien con algún encuentro si es que la chica estaba de acuerdo. Durante la carrera estudió mucho pero también fue a mucha fiesta y se divirtió todo lo que pudo. A los veinticuatro años, ya habiendo salido de la universidad y empezando a trabajar, conoció a Pilar. Y aunque su cabeza se negaba a aceptar que estuviera sucediendo de nuevo, su corazón no lo hizo. Se enamoró otra vez. Se dijo que tenía que darle otra oportunidad al amor y que estando ya más grande las cosas serían diferentes; ya se había sentido solo bastante tiempo y el jugar y pasarla bien comenzaba a pasar a segundo plano.
A Pilar la conoció en una salida con sus amigos, cuando uno de ellos había invitado a su novia y a sus amigas para que puedan conocerlas; desde que la vio, se sintió atraído por ella. Empezó a hablarle como siempre hacía con todas las chicas que conocía, sin prometer nada ni esperar nada a cambio; lo que no esperó es que ella también hiciera lo mismo. A la siguiente vez que se vieron, sin decir ni una palabra, se besaron. Las cosas se complicaron cuando Pilar lo invitó un día a su casa y terminaron teniendo sexo, aprovechando que su familia se había ido de vacaciones. Aunque Pilar había dejado en claro que no quería nada serio, Joaquín la seguía buscando y poco a poco se comenzaron a enamorar.
Joaquín estaba en las nubes cuando estaba con ella y no se daba cuenta que estaba cegado. Porque cuando él daba todo por ella, ella no le respondía de la misma manera. No lo acompañaba a sus pasatiempos favoritos (como el básket), o en las películas que él quería ver se quedaba dormida, odiaba leer…. Hubo muchos momentos bonitos, divertidos y en los que aprendió mucho pero en el fondo la relación estaba destinada a caer. Joaquín no se daba cuenta de ello y creía que Pilar sería para siempre, el amor de su vida; no entendía como había terminado en esa situación, siendo el que nunca buscaba ningún compromiso. Pero entonces, hablando con su papá y sus amigos, creyó que era momento de sentar cabeza y pedirle matrimonio a Pilar luego de tres años de relación. Ellos no estuvieron de acuerdo porque consideraban que Pilar no era para él; sin embargo, aquella contradicción hizo que afirme más su deseo.
Aquella noche de luna llena, llegó a casa de Pilar para darle la sorpresa. Ella le había dicho que estaba enferma y se quedaría en casa ya que la fiebre y el resfrío no se le iban y no quería verlo para no contagiarlo, luego que él insistiera en hacerle compañía. Tocó el timbre y esperó unos segundos, seguro Pilar estaba dormida y no lo había escuchado, pero sin duda sus papás sí lo harían. Cuando nadie respondió, volvió a tocar dos veces más pero no obtuvo respuesta. Frunció el ceño y llamó a Pilar, pensando que quizás algo le había sucedido y por eso no respondía. El teléfono estaba apagado. Con el corazón latiendo desaforado, demasiado preocupado por lo que podría haber sucedido, marcó el teléfono del papá de Pilar.