CAPITULO 60 LIBRE DE A POCO
Ámbar
14 de noviembre 2018
16:35 P. M.
Recordando aún nuestros días de felicidad, siento que los pierdo poco a poco
Solo un dia mas, solo un dia mas para abrazarte es lo que pido
Pero lastimosamente, no soy la única que desea ello con todo el alma
Vuelve… Por favor no dejes que te olvide
Almorzamos en la sala principal, las niñas miraron extrañadas los platillos y variedad de jugos, y aunque decían que podíamos guardar, Octavio les dijo que coman lo que deseen, que él invitaba, a pesar de sus dudas, comieron ante las burlas de Paul quien no dejaba de sonreírles a ambas mientras les explicaba los platos servidos.
Algunos no son nacionales como comúnmente hacía o son conocidos, es una variedad gracias al menú que manejan las cocineras..
Alexis comió en silencio tratando indiferente a Octavio, apenas le respondió sin querer abalanzarse con los reclamos de lo que pasó en Londres, podía sentir su enojo, aunque lo reprime para sí mismo. En fin, la mesa se sintió demasiado la incomodidad y la tensión entre ellos dos más que nada,, apenas pude dar algunos bocanadas a los platos mientras trataba de que las gemelas comieran, cuando subí para recostarse, vi a duras penas como Octavio y Alexis salieron por la puerta principal, Alexis pisándole los talones a quien no dejaba de fruncir su ceño con los puños apretados en sus costados.
Miguel se interpuso entre ambos, pero Octavio le dijo algo, dejando que salgan sin más..
Debería seguirlos, pero las gemelas querían dormir, y ello seguía siendo mucho más importante que esos dos peleando o discutiendo, cualquiera que fuera espero que no se maten, el cansancio me está cobrando factura cuando ducho y arropo a las gemelas y les pongo una canción de cuna dejando que duerman y luego salí con cuidado de la habitación, la puerta principal sigue cerrada, así que no subieron.
las empleadas limpian las demás habitaciones, una de ellas paso a informar sobre la visita de los jardineros para mañana, pasaron las hojas de vidas de los tres que arreglaran las flores y árboles de la casa. Roberto ya había verificado antecedentes de todos, así que asentí con algunas cosas más que se necesitaban arreglar.
Miro la puerta otra vez, pero nada de ambos.
Que uno de ellos me llegue con un moretón me van a ver enfadada, resisto bajar y dejó escapar un suspiro de cansancio mientras los empleados se mueven de un lado al otro acomodando, Paúl pasa con comida de un lado a otro, de seguro a la que es su habitación en la casa.
Camino hacia la habitación y busco mi celular, entre mis contactos, busco a la doctora Meys.
Dios, un contacto tan antiguo que pensé no recurrir nunca más.
Pero tiene nuestros casos, la punzada de dolor que pasa de mi cabeza a mi cuello es señal de lo que se me avecina.
Marco rápidamente, acercó el celular a mi oreja y esperando a los timbres que suenan.
—¿Hola? — su voz quejosa y algo mayor me hace cerrar los ojos y pensar si seguir o colgarle ahora mismo y hacer que me equivoque, pero las niñas aparecen en mis pensamientos — ¿Quién es o cuelgo? — habló antes de que lo haga
—Habla Ámbar — trato de escucharme a mi misma seria y firme, ella lo notará de inmediato y no quiero sus sermones, al menos no hoy. — Somos del caso Arcoíris ¿Nos recuerdas? — si, a veces ese fue el nombre que se nos denominó tan pronto como la prensa necesito llamarnos, ya que no salimos a hablar por nuestra edad, nunca entendí porque nos llamaron así, pero lo escuché de una de las enfermeras que me cuidaban.
—Muchacha — el tono de su voz cambia a uno de sorpresa, me muevo por la habitación ansiosa por alguna razón — Tiempo Ámbar, dime el motivo de tu llamada, querida — la escucho buscar y hojear su libreta de apuntes y los tintineos de los lapiceros que maneja.
—Tuvieron una recaída — murmuró —Piensan que tienen cinco años y no dejan de hablar de mi madre — camino hacia la cama y me siento en ella moviendo mi pierna izquierda con nerviosismo, jadeó sorprendida, y hace aquel sonido molesto, que dice que entiende ello.
— ¿Es por lo mismo de aquella vez? — la mentira se quiere desplazar, pero me abstengo a soltarla, lo sabe es obvio.
—Si — suspiro con cansancio — Tuve una discusión con un tipo, ellas vieron cómo discutí y llegó a más, ellas fueron retenidas, hasta que gritaron que mi madre se detenga… lo supe, trate de pararlo, pero no se pudo — suspira, otra vez.
—¿Ha ocurrido antes de ello?
—no — niego diciendo la verdad — desde aquella vez, nunca pasó… Hasta hoy — la tristeza se filtra en mi tono frío y se que lo ha captado de mí.
— Bien, no podemos seguir hablando por celular, ¿A qué hora quieres una cita para ambas? — y claramente, se que debo de ir a verla, para hablar con más calma, pero por alguna razón la encuentro molesta su presencia, respiro hondo para aclarar mi cabeza y dejar de lado las malas vibras de mi cuerpo. — Tenemos mucho de qué hablar ¿No te parece?
— A mediodía, te explicaré con más detalles las causas y lo que ha pasado en estos días, de ellas — recalcó entre dientes.
— ¿Y tú?
— Lo vere — hablo — Iré en mi horario del almuerzo, por favor espero que estes libre— hablo más calmada
— Me parece bien, las espero a las doce, hablaré con mi secretaria para que reserve las dos horas — sin más, cuelgo la llamada.
Me tiro hacia atrás, dejando caer mi celular a un lado mío, extiendo mis brazos sobre la cama y me remuevo hacia el espaldar de la cama para poder estar en medio de ella, mientras miro el techo y el foco que cuelga con la luz no tan fuerte.
La inquietud no abandona mi pecho, amenaza con romperme los pulmones a tan solo respirar, pero trato de pensar en cosas bonitas.
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Editado: 25.01.2023