Veo la lluvia caer desde la ventana de mi habitación, trae consigo el frio necesario para refrescar mi corazón que está ardiendo en el fuego del dolor y destrozando todo a su alrededor.
Esa lluvia no solo refresca, también calma esa tempestad que me atormenta.
Cada gota que muere en el césped se lleva una lagrima haciéndome pedir perdón a esas aves que vuelan buscando refugio de la tormenta, perdón a las hormigas que una a una se mueren ahogadas y perdón a esa niña que no tiene a donde ir.