Mar de lágrimas

Vida de Sombras

Ese día luego que llegué a casa me dió el deseo de caminar así que después de cambiada y haber intentado comer un poco ya que nada pasaba por mi estomago, salí hacia el parque de la otra vez, estaba deseando ver a Sofía pero al parecer ese día no iba a venir y la verdad es que me disilusioné un poco, el lunes pasado me la pasé muy bien con ella, además de que me levantó el animo y me hizo reír cosa que ya no cualquier persona logra en mi.

Me quedé sentada en una banca por un buen rato, hasta que se hizo de noche, cuando llegué a casa me volví a dar un baño y luego de eso me acosté a intentar dormir un poco si era posible.

A las 2 de la madrugada me tuve que levantar de la cama ya que se me había ido el sueño, me senté al lado de la ventana de mi habitación y ahí despierta, esperé hasta escuchar el despertador que sonaba cada mañana a las seis treinta.

Cuando me estaba vistiendo luego de salir de la ducha, me miré en el espejo y tenía unas grandes ojeras que daba a relucir mi desvelo y así mismo era mi vida, llena de sombras que no daban paso a la claridad.  Me puse un poco de protector el cual no las tapaba del todo pero si un poco.

Llegué a la empresa a las 7:45 y Tamara aun no estaba en su lugar de trabajo por lo que seguí directo hasta el piso que me toca quedarme hasta que se solucione el problema con el lugar que me toca a mi.

La puerta de la oficina de Eider estaba cerrada así que toqué pero como nadie me respondió decidí abrirla y como lo sospechaba aquí tampoco hay nadie.

Entré y me senté a esperar hasta que el llegará en una silla que estaba junto a su escritorio, perdí la mirada en la vista de la cuidad que ni siquiera me dí cuenta cuando alguien llegó hasta que habló. 
  
-Muy hermosa la vista por eso me gusta mucho esta oficina, no es por presumir pero es una de la mejores en toda la empresa- asentí, Eider tenía razón esta oficina es realmente hermosa. 
-¿Hace mucho que estás aquí?- me preguntó el desde el umbral de la puerta.

-Solo un poco- le contesté volteando hasta donde el estaba.

-Lo siento es que tuve un pequeño problema-dijo disculpándose.

-Esta bien, no tiene que darme explicaciones- dije encogiéndome de hombros- lo importante es que ya está aquí- el asintió entrado y sentándose en su silla.

-Tienes razón- dijo mientras sacaba unos papeles de un portafolio- vamos a trabajar- asentí.

Y así fue como pasamos la mañana completa revisando documentos, y pues solo hablamos para aclarar algunas dudas que tenía y más nada.

-Creo que debemos descansar un poco y luego retomamos- dijo levantándose de su asiento a lo que yo asentí- ¿Por que, desidiste trabajar aquí?-me preguntó sin que yo me lo esperara.

-Creo que trabajar aquí es el sueño de cualquier economista-dije encogiéndome de hombros y desviando la mirada de la suya, me sentí un poco incómoda.

-Sabes perfectamente que no es  eso a lo que me refiero- Y ahí está lo que trataba de evitar.

-Era el sueño de una persona muy importante para mi- dije suspirando y tragando el nudo que se me  estaba formando en la garganta.

-Puedo saber quien es esa persona- Lo miré fijamente, para después negar con mi cabeza- ¿No?- me preguntó y yo volví a negar.

-Lo siento pero no quiero continuar hablando de este tema- Se que si seguía hablando me iba a derrumbar y eso no era algo que quería que pasara delante de él.

-Esta bien, respeto tu decisión- se lo agradecí muchísimo internamente- Volvamos a trabajar, que ya casi es la hora de almorzar- dijo y yo asentí.

Luego de treinta minutos ya me estaba preparando para bajar a almorzar.

-¿No necesitas nada más?- vi que me sonrió, lo cual me pareció muy extraño y el al parecer lo notó.

-Me rio porque veo que ya no se te hace tan difícil tutearme-

-Era eso o que usted- me miro- que tu no dejaras de insistir hasta que yo al fin te tuteara- dije mirándolo.

-En ese tienes razón, pero ya no te entretengo más, ya te puedes ir, no necesito nada más por el momento- Asentí y luego de eso salí.

Ya cuando estaba abajo, me iba a ir directamente para el comedor, pero me acordé de Tamara y por instinto fuí hasta su lugar de trabajo.

-Hola- me dijo sonríendo.

-Hola, ¿estas disponible para ir almorzar?-  asintió.

-Vamos que estoy que me como un ganado de vacas completo y alguito más- eso que dijo me hizo reír un poco.

Ya en el comedor ella ordenó dos sándwiches, un jugo de piña y una hamburguesa, yo por mi parte lo mismo de ayer, una ensalada y un jugo pero en este caso era de pera.

-No entiendo que es lo que tienes en ese estomago para solo comer una simple ensalada con un jugo- me dijo ella mientras comía de su hamburguesa.

-Pues créeme que eso mismo me pregunto yo de tí, ¿como es que todo eso te cabe en el estomago?-una carcajada salió de su boca.

-Hay veces que ni siquiera yo misma se que es lo que tengo aquí dentro- dijo poniendo las manos sobre su barriga, la cual a decir verdad se ve bastante plana.

-¿Cuanto tiempo tienes trabajando aquí?- pregunté olvidando el tema anterior.

-Cuatro años- Asentí.

-Es mucho- pensé que tenía menos.

-Si, la verdad es que gano muy bien y no me he querido ir para ningún otro lado-

Continuamos hablando por media hora hasta que ella tuvo que volver a su puesto de trabajo y yo no me iba a quedar ahí así que decidí volver a la oficina.

Y al igual que ayer, antes de entrar toqué la puerta hasta que escuché que me daba el permiso de entrar.

-Eso fue rápido- me dijo Eider mirándome desde la ventana- no me digas que ya almorzaste?-

-La verdad es que si, ya almorcé y no tenía nada más que hacer allá bajo- dije sentándome en mi silla.

-Ya veo- se encaminó hasta su sillón- Para no abusar de tu horario de trabajo, vamos a esperar a que se complete la hora de almuerzo- asentí.

-¿Puedo a hacerte una pregunta un poco personal?-  pregunté un poco tímida.




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