Marginal

— 4 —

Me desperté bastante alterada soñando que me ponía unas zapatillas de andar por casa y andaba por un bosque, aparece Sam gritándome que necesitaba algo de mí, pero no recuerdo bien que era.

Me levanté y fui al baño, intenté no tocar nada en exceso, todo necesitaba una limpieza urgente. Cuando salir del baño me fije en que Eddy estaba despierto en la habitación sentado mirando por la rendija de la ventana por la que ya entraba algo de luz.

—Buenos días. — Dije acercándome pensando en que quería ducharme, pero allí no había nada para hacerlo.

—¡Buenos días! ¿Has dormido bien? — Tenemos que irnos pronto o si no nos van a quitar el sitio. — Dijo Eddy levantándose muy rápido y se quedó mirando al infinito un momento. — Espera, Se agacho y cogió agua y se fue donde estaba el baño. Cuando salió varios minutos después salió con la cresta del cabello perfectamente hecha. Le debí de mirar con cara extraña como para que sintiera la necesidad de darme una explicación. — Jabón y un peine dijo sonriendo.

Al bajar había gente abajo comiendo, tenían puesta música bajita, alguno estaba tumbados por el suelo encima de mantas o cartones. Pensaba que como casi desde mi infancia me había gustado llevar el pelo de colores y pasaba algo desapercibida con mi cabello morado.

Max estaba allí sentado en un sofá fumando.

—Eddy. — Le gritó desde donde estaba. — Ven aquí. — Dijo haciendo gestos con la mano.

—Ahora vengo. — Me dijo sonriendo. Y se fue hacia donde estaba él, desde donde estaba no podía escuchar lo que decían. Al momento Eddy volvió. — Bueno, vámonos. — Me dijo cogiéndome de la muñeca.

—¿A dónde? — Pregunté yo.

—A buscarnos la vida. — Dijo él tirando de mí hacia la puerta.

Salimos y fuimos hacia donde me encontré con Eddy el primer día.

—¿Qué hacemos aquí? — Pregunte.

—Vamos a pedir. — Dijo él dejando una mochila abierta al lado de la pared.

—¿Pedir? — Me puse muy nerviosa. — ¿Y si alguien nos ve? — Dije mientras miraba hacia los lados.

—De eso se trata, si no te ven, no te dan dinero, y no vives. — Dijo él riendo.

—Pero... hay algo que no entiendo, si estas en contra de él sistema. — Dije señalándole la cresta. — ¿Entonces por qué pides a gente que trabaja para él sistema? No sé. ¿No es contradictorio? Al fin y al cabo, estás viviendo del sistema igualmente.

—A ver...— Dijo Eddy suspirando. — ¿No sería maravilloso autogestionarse? ¿O que esa ropa que compras en multinacionales no explotase a la gente? ¿O que ese señor trajeado que trabaja en un banco no finja no saber qué está jugando con él dinero de sus clientes? — Me preguntó haciendo un aspaviento con la mano.

—¡Si! — Dije mirándome la ropa que llevaba y sintiéndome como una mierda por haber comprado en una multinacional.

—Vale, ahora dile a todo el mundo que deje de comprar ropa, o que solo compre en tiendas éticas.

—Pero... aunque se lo digan a la gente, no podría hacer que todo el mundo dejara de comprar ropa en multinacionales que explotan a la gente. — Dije preocupada.

—Exacto. Ahora busca un sitio en la ciudad para hacer un huerto, o dile a ese señor trajeado que deje de estafar, que deje de ganar dinero a costa de otros, que es en lo que se basa esto. Tu nunca vas a ganar lo que gana tu jefe, no en una gran empresa, y si lo haces probablemente pases por encima de otros y te habrás convertido en ese al que odiabas. Es más complicado que eso, pero bueno. — Dijo él frotándose la frente con la mano.

—Jopé, pensé que ayudando en una ONG hacía suficiente. — Dije yo.

—Eso está bien, no es suficiente pero ya es algo, poco a poco, todos poniendo de su parte podrían hacer un mundo mejor.

—Si, eso suena muy bonito, pero ¿en qué ayudas tu pidiendo? —

—Ayudo cuando puedo, comparto lo que tengo, que no es mucho, si alguien necesita ayuda nunca digo que no si puedo hacer algo, pero pedir es una necesidad, si pudiera comer solo por ser pobre.

—Hay casas de comidas, albergues para el invierno.

—Yo por suerte tengo casa, no mía, pero tengo, en los albergues hay horarios, normas que no son para mí. ¿Casas de comidas? Alguna vez he ido, pero yo me puedo buscar la vida pidiendo, hay gente con hijos a los que les quitó una comida si voy yo.

—¿Tanta gente pobre hay aquí?

—Más de la que te piensas, si no pobre, trabajando, pero sin apenas dinero para comer...

—Ostras, pero si tu pides, le estas quitando dinero también a la gente.

—No, yo pido por necesidad, si alguien me da entenderé que le sobra o que puede compartir su riqueza.

—Pero en el fondo es todo dinero del estado... ¿No?

—Por desgracia y hasta que vuelva él trueque aquí manda el caballero don dinero en la mayoría de sitios.

Nos sentamos en el suelo y aunque pensaba que en algunas cosas tenía bastante razón había cosas que todavía no me quedaban claras, pero como no quería ser pesada simplemente me senté a su lado y cambie de tema, más o menos.

—¿Y no te da cosa? Que alguien te vea, a mí me da vergüenza. — Dije preocupada.

—Si tienes hambre te la suda que alguien te vea. ¿O prefieres morir a pasar un poco de vergüenza?

—Bueno, viéndolo así...

—Hay gente que solo pide para vicios, personas que engañan diciendo que es para comida, y luego si les dan comida la tiran, o que simplemente les dan más dinero por decir que son para vicios, es un mundo la verdad, yo llevo meses en este sitio, no es el mejor sitio, pero está bien pasa un número razonable de gente.

—O que te dicen que es para él autobús y luego te intentan robar. — Dije medio riendo. — A mí me ha pasado.

—¿Qué? — Dijo girándose bruscamente hacia mí. —¿Cuándo? ¿Donde?

—Hace unos días no muy lejos de aquí, supongo que cuando atracas ya es que tienes mucha necesidad...



#36056 en Novela romántica
#5973 en Chick lit
#8657 en Joven Adulto

En el texto hay: pobreza, prejuicios, marginados

Editado: 01.05.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.