No puedo creer que dije que sí. Es decir... sabía que debía decir que sí a la propuesta de Byron, pero en su momento no lo vi como parte de nuestro trato matrimonial, lo vi como algo bonito hecho por un novio a su novia frente a su familia. Ya con la sangre fría, solo podía pensar en mis decisiones, en cómo el barco estaba zarpando y yo había entrado sin pensar en las consecuencias del viaje.
Un suspiro a mi costado me sacó de mis pensamientos y cómo un brazo pasaba por mi vientre hasta quedar en un costado de mi cadera, su brazo ejerció presión para acercarme mas a su cuerpo y yo cedí. De alguna forma aún atrapada en lo que estaba sucediendo en mi cabeza, poniendo en orden mis pensamientos sobre lo sucedido horas antes.
Byron me pidió matrimonio.
Dije que sí.
No pensando en nuestro trato matrimonial, no pensando en nuestros padres o en que todo era falso. Simplemente dije que sí.
Dije que sí. Oh, Dios...
¿Me estaba enamorando de Byon? No prometí enamorarme de él, no aseguré que tendría un matrimonio lleno de amor y mucho menos lo esperaba... pero yo iba a intentarlo, enamorarme de él en el proceso para que no fuera tan incómodo el matrimonio. Si...prometí intentarlo y Byron se comportaba de maravilla conmigo, aunque en momentos yo misma quería descreditar sus acciones. Tal vez tenía miedo de caer fácilmente bajo sus encantos.
Y aún así, ahí estaba en su habitación, siendo abrazada por un Byron dormido que se veía tan hermoso con sus ojos cerrados. Podía ver como sus ojos se movían un poco bajo sus parpados, me pregunto en qué estará soñando porque puedo ver una pequeña sonrisa en sus labios también.
Mierda, Byron. Pensé que me costaría mas tiempo caer en tus encantos.
Yo me consideraba mas inteligente, que estaba haciendo todo esto con la mente fría... y ahí estaba, sintiendo su pecho subir y bajar en mi costado mientras un cobertor nos cubría nuestros cuerpos vestidos en intentos de pijamas.
Qué vergüenza conmigo. Traía una playera de Byron de manga larga porque... no podía ir al cuarto con mi hermana ahí en busca de un pijama. Qué humillante que me vea en esta situación. Aun cuando no pasó nada entre nosotros en la noche, debía admitir que esperaba que sucediera algo, aunque me arrepintiera después.
Nos besamos, nos reímos y nos acurrucamos juntos.
Fue un día agotador, por lo que no nos costó mucho ponernos cómodos y quedarnos dormidos. Bueno, a Byron, porque a mí me atacaron miles de pensamientos que ya no pude volver a cerrar los ojos durante la madrugada.
Mi cabeza regresaba una y otra vez a ese momento donde Byron se veía nervioso, donde me sonrió antes de quedar en una rodilla, en cómo sus ojos y su sonrisa brillaban bajo las estrellas, sobre cómo la gente estaba emocionada por nosotros.
Mi madre lloró. Mi madre. Uno de los seres mas fríos que conozco que me hizo llorar a mí también mientras nos abrazábamos. Ese momento, aunque no fuera real... se sintió como tal. Estábamos tan perdidas en el momento que por un momento esa fue mi realidad. Aún puedo sentir ese nudo en mi garganta mientras mas pensaba en ese momento, en cómo mi padre se hizo el fuerte para no llorar, en cómo mi hermana me restregó su cartel de Marie Him y cómo presumía su ingenio con las palabras. Fue todo demasiado perfecto. Adorable. Irreal.
Y pasó.
De verdad pasó.
─Buenos días ─la caricia de su voz ronca me hizo sonreír. Se escuchaba gracioso donde seguía todo dormido. Volteé a verlo y sus ojos seguían cerrados mientras que sonreía a medias. Acercó su rostro a la curva de mi cuello y ahí se quedó por unos momentos, haciéndome cosquillas con su respiración─. ¿Llevas mucho tiempo despierta?
─Buenos días. No, llevo pocos minutos.
Ahora era mi prometido este hombre que estaba a mi lado después de... ¿semanas? ¿días? No llevo la cuenta, pero era tan poco el tiempo que llevábamos conociéndonos que me extrañaba el sentirme tan... neutral con el tema.
Si. Neutral es la palabra. Solo estoy flotando en el momento, viendo mis problemas a la lejanía, sabiendo que mis dudas existen y yo solo puedo admirar como me llaman a la distancia sin intentar acercarme demasiado.
─ ¿En qué piensas?
─En que yo no te di ningún regalo ─Byron sonrió, podía sentirlo sobre mi cuello y cómo sus labios dejaban un pequeño beso sobre mi piel ya nerviosa de su cercanía. Mi piel se erizó y él lo sabía, porque se rio de mí─. No te burles de mí, Byron.
─No tienes que darme nada, Marie. De verdad.
Ya no pude discutirle, porque mi hermana llamó a la puerta de Byron y entró con una mano tapándose los ojos aún cuando se le dijo que podía pasar. Era una exagerada. Podía ver cómo el drama estaba en sus venas, había heredado ese lado artístico de nuestra madre. A cada rato sale en obras de teatro dentro del colegio, siempre tiene de regalo ir a ver el musical de temporada, mamá la mete en talleres con profesionales y es maravilloso ver como consiguió el apoyo de nuestros padres siendo que son muy raros en ocasiones.