Marie Him

18. Realidad

135 DÍAS PARA LA BODA

 

─Ya, creo que este es el ideal ─los comentarios aprobatorios y negativos llegaron en conjunto. Suspiré, de verdad que era difícil tratar con ellas y todavía más cuando tienen un rol que cumplir en mi boda.

Davina, Triana, Grettel, Solene y Louise son mis damas. Su emoción al enterarse el primer día de clases fue divertida, llamaron tanto la atención de la gente que ya creo que nos tachan de locas. Era difícil ponerlas a todas en la misma página con los diferentes horarios de cada una y que mi prima no estudia con nosotras, no ayudaba mucho a la primera reunión... pero algo nos sirvió el fin de semana.

Por fin podrían conocerse.

─Yo creo que un rosa claro, así podríamos encajar con la temporada ─Triana señaló en la revista la fotografía de un grupo de chicas con pequeños ramos de tonalidades rosa pastel, todas se veían felices... como si compartieran un secreto. No se veía a la novia, pero el fondo era de madera con telas y un hermoso verde de los árboles cubiertos de juegos de luces navideñas. Era una idea rustica y se veía bonita, pero no era algo que buscaba.

La verdad... no sabía ni lo que yo buscaba.

Se estaban encargando mis padres y, se supone que recibiría las mejores propuestas para ir a visitarlas con Byron la otra semana y poder decidir nosotros. Era algo extraño no formar parte de la búsqueda para tu propia boda, me sentía un poco excluida que ni sentía la emoción de mi propio compromiso. Desconozco si es normal, pero... yo solo puedo pensar en Byron.

Desde que ese hermoso inicio de año, Byron y yo hemos pasado poco tiempo juntos, ha regresado a trabajar y se ha consumido por sus labores que hay días que no hablamos. No veo tanto el problema ya que estoy en clases de nuevo, me intento concentrar en mi futuro porque es lo primordial, la boda debería ir en un segundo plano.

Aggg, me sentía desconectada conmigo misma, mis pensamientos ahora giraban en torno a unos hermosos ojos claros, una cabellera rubia y una sonrisa que me robaba el aliento era como si... basta, Marie. Basta.

Lo extrañas, es eso.

─ ¿Tu qué opinas, Marie?

─No lo sé aún. Recuerden que aún no veo a Byron, no hemos decidido dónde será la boda.

─ ¿Pero tú que quieres? ─Davina comentó y todas prestaron atención.

No tenía respuesta y ellas lo notaron porque empezaron a llover ideas:

─ ¿Boda en jardín o playa?

─Hay salones muy bonitos, incluso puede ser en un hotel.

Quería darles una respuesta, quería ya tener algo, pero era imposible sin tener a Byron conmigo para seleccionar lo mejor para los dos. Aunque fuera un evento más que nada para nuestros padres, no estaría de más que nosotros aceptemos sus ideas hasta seleccionar la mejor para nosotros, si nos vamos a casar al menos que nos guste el lugar.

Pero era algo que no podría garantizar hasta hablar con él, de que su agenda se libere lo suficiente para que yo entre de acuerdo con mi disponibilidad y la de los lugares que visitaríamos. Era una mezcla donde todos tendríamos que poder y las probabilidades eran nulas hasta este punto.

Tal vez tendría que ir sola y, aunque no era una mala idea, no me gustaría que empezaran a verme como la novia que planea sola su boda, estoy segura de que tampoco es una imagen que los padres de Byron quieran para su hijo dentro de la sociedad. Tal vez tendría que esperar o hablar con el padre de Byron en busca de una oportunidad de liberar a su hijo de actividades, aunque fuera por un solo día, porque, de todas formas a él le beneficiaría.

El trato es para nuestros padres, pero que estemos disfrutando y sacando provecho de ello es lo que me mantiene todavía presente en esta locura.

─Marie, ¿escuchaste?

─ ¿Eh?

─Llevas perdida en quién sabe dónde por diez minutos.

Oh, que vergüenza. No esperaba desconectarme de esa forma otra vez, pero era algo inevitable. Parpadeé con fuerza, intentando quitar de mi cabeza la sensación de pesadez que me rondaba desde que salí del restaurante donde comí con mis queridas damas de honor. Se supone que después de nuestro querido recorrido en busca de vestidos para dama del supuesto día más importante de mi vida, pero... terminó siendo un desastre donde no sabíamos qué buscábamos. Ir a ciegas nunca es buena idea, no es como decidir salir con tus amistades de compras y tal vez se notó mucho cada que me preguntaban cosas de la boda y yo no sabía decir nada.

Ups.

Quedé como estúpida haciendo el ridículo frente a todo el mundo.




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