Mariela

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4 meses después.

La vida parecía sonreírnos de una mejor manera. 

Carlos había conseguido una casa bastante hermosa en la que Anna y el nuevo bebe podrían crecer muy felices. Era enorme, tenía un jardín precioso y el vecindario en el que se encontraba también era bastante bueno.

Con su ahora mejor sueldo Carlos había logrado vender la motocicleta y comprar un auto bastante espacioso de color azul para llevarnos a Anna y a mí de paseo los domingos.

Sus estudios también estaban a un paso de culminarse con existo. La graduación estaba muy cerca y pronto se convertiría legalmente en un abogado muy importante para la sociedad.

Por mi parte yo hacía todo lo posible por seguir soportando pues el carácter de Carlos seguía siendo exactamente el mismo y muchas veces prefería el quedarme callada antes de recibir algún tipo de maltrato en frente de mi hija quien ya tenía mucha más conciencia de las cosas que ocurrían a su alrededor y además de eso necesitaba proteger a al bebe que pronto nacería  de cualquiera de sus golpes

El embarazo iba bastante bien y la ilusión de Carlos por finalmente tener un hijo varón se alimentaba cada días mientras yo solo pedía a la vida y a Dios que el o ella llegaran sanitos a este mundo.

Sobre mi familia no volví a saber. Ellos no tenían mi dirección y yo tampoco había hecho ningún intento por lograr volver a comunicarme con ellos. La verdad me sentía totalmente avergonzada por la gran mentira y sufrimiento que les había causado al engañarlos de tal manera para cumplir las peticiones de Carlos.

Era difícil el sentir que había perdido a toda mi familia. Pero cada vez que veía a Anna sonreír mientras jugaba con su padre o escuchaba los buenos comentarios de los vecinos de la comunidad sobre nuestra hermosa, propia y unida pequeña familia nuevamente me llenaba de fuerzas para caminar hacia adelante.

Pasaron 2 meses más y finalmente llego el primer cumpleaños de mi pequeña, ya para ese entonces mi vientre estaba bastante crecido. Muchas conocidas de la zona siempre me decían que por la forma puntiaguda de este lo más probable seria que pronto le daríamos le bienvenida a un hermoso varón. Carlos se llenaba de orgullo cada vez que lo escuchaba.

Aquella pequeña fiesta fue un total éxito gracias a todos los conocidos de Carlos que asistieron. Se hiso una gran barbacoa en honor a Anna y nos divertimos mucho. Yo estuve sirviendo y los invitados y cuidando de mi pequeña mientras él jugaba al póker con sus amigos y se fumaba un puro totalmente relajado. Habían veces, solo algunas pequeñas que me quedaba observándolo fijamente mientras buscaba si había aunque fuera un pequeño rastro de la persona de la que yo hace mucho tiempo me había enamorado. Pero más allá de su aspecto físico, no encontraba absolutamente nada que me recordara al viejo y amable Carlos. Aunque algunas veces llegaba a pensar el que era posible que Carlos siempre había sido de aquella manera tan prepotente  y fuerte pero mi enamoramiento y locura por vivir un amor a su lado me habían obligado a omitir aquellas cosas que al principio pudieron servirme como algún tipo de advertencia.

La noche llego rápidamente, las personas comenzaron a marcharse y luego de terminar la limpieza decidi bañar a Anna para que luego pudiera irse a dormir fresca.

Carlos estaba en la parte de abajo aun despidiendo a algunas personas.

-Mami rosa –

-¿Quieres tu pijama de color rosa querida?- Me encantaba escuchar su pequeña vocecita intentando decir palabras.

Camine hacia el cofre de madera en donde normalmente guardaba las cosas de Anna y comencé a buscar su pijama favorito mientras observaba un poco por la ventana solo por curiosidad.

La mayoría de los invitados se habían ido, solo quedaba el y señor y la señora Hatts.

-¡Rosa!- Gritaba mi pequeña Anna mientras me observaba atentamente.

Todo se veía normal. El señor Hatts se había despedido de Carlos y estaba caminando hacia su vehículo para encenderlo y marcharse, pero un comportamiento extraño y rápido llamo mi atención inmediatamente y es que justo antes de despedirse y por supuesto antes de que su esposo siquiera lo notara, Carlos coloco su mano suavemente sobre el vestido de la señora Hatts (Específicamente en su trasero) y lo acaricio lentamente justo antes de que ella se separara de el para marcharse en el vehículo.

Eso me hiso hervir la sangre y sentirme nuevamente traicionado por su parte. Me voltee llevando la pijama rosa  con los ojos llenos de lágrimas y comencé a colocárselo a Anna mientras hacía todo lo posible por no soltar ni siquiera la más mínima lagrima en su presencia.

Termine de acostar a Anna en la cuna y me dispuse a bajar rápidamente las escaleras para ir hacia la cocina y terminar de limpiar de lavar los platos (Necesitaba desahogarme con alguna cosa).

Mientras iba pasando plato por plato y vaso por vaso no podía evitar utilizar la fuerza haciéndolos sonar fuertemente sin importarme que alguno de ellos pudiera caer al suelo y romperse.

Yo era una mujer que podía aguantar muchas cosas. Su mal carácter, su irreverencia y hasta sus golpes, es por eso que no podía entender el por que de aquella acción de su parte. Carlos debería estar totalmente feliz y satisfecho con la mujer que tenía  a su lado. Éramos una hermosa familia y yo cada días hacia todo lo posible por acoplarme a el tipo e mujer que el necesitaba para llevar una vida “Tranquila”.

Lo escuche entrar hacia la cocina mientras dejaba sus llaves a un lado y comenzaba poco a poco a desabotonarse la parte de arriba de su camisa.

-Fue una muy buena fiesta ¿No te parece?-

Decidí no responder absolutamente nada. No sentía ganas de compartir ningún tipo de conversación.

-¿Mariela?- intentaba llamar mi atención mientras se acercaba poco a poco -¿Todo está bien?-

-Todo perfecto- Respondí seriamente mientras acomodaba unos vasos con bastante fuerza.



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En el texto hay: maltratomujer, amor

Editado: 06.01.2023

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