No hay problema en mentir ni herir a la gente si no hay nadie que te culpe.
Por años he vivido atrapado en esta isla condenado a la soledad y la locura que grita tras la pared, que araña el suelo y me mira enfurecida tras el cristal. Todo este destino de pecado sin fin me lo he buscado, no me arrepiento de lo que hice. Cuando yo me muera o algún curioso logre entrar a la isla y marcharse entonces logrará leer esta carta. Necesito liberarme de las pesadilla y los gritos de horror, necesito confesarme.
Tal vez esta carta nunca sea leída por nadie, el futuro es tan incierto que me aterra el mañana.
Muestro mi preocupación ante esta carta llena de errores, porque cuando uno piensa en lo que quiere decir suena tan melódico, pero cuando nos enfrentamos al papel la mente se pone en blanco, las manos nos tiemblan como en mi caso, a lo mejor es por los nervios y por lo que explicó, aunque suena más coherente que sea por mi edad, soy viejo, lo sé, nunca he querido borrar los años que tengo, cada uno de ellos es tan importante como el anterior. No obstante no seguiré contando esto, sería fastidioso, no es que en vida no hayan ocurrido cosas interesantes, es que mi vida está llena de cosas terribles y buenas que una hoja de papel o diez no me alcanzan.
Hoy es una noche fría, y como no, hoy lloran los muertos.
Hace quince años esta noche se volvió decisiva, yo estaba en mi casa con mi esposa e hijo. Eran vacaciones y los niños salían a jugar como siempre, las risas inundaban mis oídos, era una melodía , las sonrisas en sus caras, los gritos de euforia, todo era perfecto.
Mi mujer estaba cocinando llevaba un vestido azul, un vestido que hacía resaltar su hermosa figura, sus bellas curvas. Por más que ellas las odiara no me cansaba de repetirle que era la mujer más hermosa que he visto en mi vida y lo muy afortunado que yo era.
Ese día estaba sentado en la sala, mientras afilaba un cuchillo, mi mujer no dejaba de decirme que no quería armas en la casa, que si tanto quería que estuviese filoso saliera de la casa, pues como una bella mujer odiaba que hubiese objetos punzantes en la casa, a excepción de los cubiertos. La amaba por la pequeñas cosas que habían hecho que me pareciera una mujer interesante.
Recuerdo haber salido de mi hogar, camine hacia la casa de la vecina, no hice ruido ni grite el nombre de mi amigo de infancia Patrick Pattinson.
Lo vi sentado afuera de su casa tomando una cerveza, levantó la cara y me sonrió, me hizo la invitación. Estaba tomando con él hasta que llegó la noche, lo convencí de ir al bosque por unas rama separa mi de días apareció su cadáver, el de su esposa y dos hijas. Con los meses me convertí en un hábil asesino, la gente comenzaba a morir y nadie sospechaba. Algunos se mudaron, y los más pobres se quedaron.
Asesine a mi esposa e hijo al final, aún recuerdo sus expresiones de miedo, pero no me arrepiento.
Desde muy joven quería hacer algo que impresionara al mundo, marionetas.
Pero no normales, sino las que probablemente algún conocido tiene. Los cuerpos que lo sirvieron y se descompusieron por mi falta de experiencia los transforme en pequeñas marionetas, solo nueve han logrado sobrevivir.
Los transforme en bella criaturas, las contemple por años en la isla, pero cada vez es peor, sus almas me atormentan, quieren la mía y me tuve que deshacer de ellas, deje una en México con un joven, en Australia a una tienda, en Londres, Venezuela, Estados Unidos, España, África, India y China.
Cometí el error de esparcirlas por el mundo, pero ha no las soportaba, se que los que las poseen en estos momentos sufrirán, querrán tomar sus almas.
Solo les digo que…
Sálvese, huya y queme a las marionetas, porque una vez que tenga el cuerpo de un amigo, familia o usted, su alma y cuerpo ya no serán para usted jamás.
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Editado: 27.08.2018