— ¡Aria, levántate que llegaras tarde al primer día! —me levanto a regañadientes y pienso en que este es de los momentos que odio en mi vida, a veces me pregunto ¿Por qué terminan las vacaciones? —. ¡Apresúrate!
— ¡Ya voy señora autoridad!
A mi madre le molesta que le diga señora autoridad porque cree que le falto el respeto con lo de la palabra señora. Bueno por eso la molesto a veces.
Elijo un vestuario apto para la escuela elijo un pantalón de mezclilla, una playera negra y unos vans negros. Bajo hacia el comedor y me encuentro a mi madre y hermana desayunando.
—Al fin vienes—habla mi hermana, y le hago muecas de que no hacía falta que hablara.
—Que te he dicho Aria sobre decirme señora autoridad—protesta mi madre con un poco de molestia.
—Ya se, perdón mamá—me disculpo antes de que me de un gran sermón.
—Desayuna rápido que a ti se te hará tarde para el instituto y a mí para el trabajo.
Termino mi desayuno y tomo mi mochila lista para subirme al auto de mi madre.
— ¡Mamá ya es tardísimo no llegare a tiempo! —Aviso después de revisar mi reloj de mano.
—Vez te dije, pero eso te pasa por dormirte tarde haciendo saber que—alega subiendo al auto.
De camino al instituto veo pasar las casas coloridas de mi colonia, no es que el instituto quede lejos, es que me da hueva caminar y prefiero que mi madre me acerque. Cuando me despido de mi madre y bajo del auto veo que están a punto de cerrar la entrada y me apresuro para poder entrar aún.
—Apresúrese jovencita que si no llegara tarde a clases—habla el portero.
—Gracias y perdón por llegar tarde—me disculpo.
—No se preocupe y vaya antes que en el salón no le permitan entrar.
Comienzo a correr por los pasillos del instituto tratando de encontrar mi salón, pero cuando voy cruzando la esquina para el otro pasillo siento un choque que hace que caiga al suelo.
— ¡Ay! Podrías fijarte por donde vas— me quejo, tratando de levantarme.
—La que tendría que fijarse por donde va eres tu niña tonta ten más cuidado y todo por llegar tarde—habla el chico que me ofrece la mano, mano que no me molesto en recibir.
Ni siquiera le he prestado atención, lo volteo a ver y pues no está mal, es de cabello negro, ojos color miel y una altura de 1.80 aproximadamente. Se da cuenta de que lo estoy observando y me mira con una sonrisa ladeada y este que se cree. «Deja de verlo» me regaño.
—Bueno me voy, y ten más cuidado—habla el terminando con el silencio incomodo que nos rodeaba.
—No hacía falta que me lo recordaras—alego.
—Solo digo.
Dicho es se marcha a lo largo del pasillo hasta desaparecer en la otra esquina, reacciono y sigo con mi camino hasta llegar a mi salón el cual está lleno con mis compañeros de clase y también está presente la profesora Alicia de literatura la cual se da cuenta que estoy parada en la puerta.
—Buenos días Aria, llegas 5 minutos tarde pero no te preocupes, toma asiento a la par de tu compañero Julio— señala el lugar donde me indica, ni recordaba que este chavo se llama Julio—. Te lo paso por esta vez, pero para la próxima trata de llegar más temprano.
—Gracias profe—tomo asiento junto a mi compañero.
Han sido mis compañeros desde el año pasado, pero no les hablo porque no soy tan buena socializando y también soy un poco reservada, ni me molesta porque siempre cambiamos de ciudad y ya ni ganas de hacer amigos me quedan porque en poco tiempo los dejo y no los vuelvo a ver.
—Bueno jóvenes continuamos con la clase como les decía…
Esta clase siempre me ha dado sueño y es que no es agradable escuchar sobre cosas que para mí no tienen sentido y no sé porque las enseñan.
Cuando estoy por dormirme escucho que alguien habla y la voz se me hace muy conocida y hace que se me espante hasta el sueño.
—Permiso profesora.
—Adelante Edan.
Esto no puede estar pasando, es el mismo chico que provoco el accidente en el pasillo, quien diría que estaríamos en el mismo salón y además se llama Edan. Camina hacia el lugar que está a la par de mí y en el proceso me mira y vuelve a sonreír como si no nos hubiéramos visto hace unos minutos « ¡Ya Aria que te pasa!».
Suena el timbre para el cambio de curso y siento que alguien me toca el hombro, volteo y veo a Edan viéndome.
— ¿Qué quieres? —pregunto.
—Hay no seas amargada, estoy admirando la belleza femenina y porque que te me hacías conocida— este está loco o no sirve para recordar.
— ¿Estas bromeando verdad? — pregunto molesta, y contesta un no con lo cabeza—. Me acabas de provocar un golpe en el pasillo y dices que no me recuerdas.
— Solo bromeaba.
—Pues no bromees.
— Que enojada eres— se ríe con burla—. Podrías dejar de verme así.
— ¿Yo?
—Si tú.
—Y según tu como te estoy viendo.
—Como si te gustara.
—Hay por favor gustarme tu, ni que estuviera loca. —ruedo los ojos.
—Entonces deja de verme como me sigues viento.
—Que molesto eres de verdad.
Este que se cree ¿el único en el mundo o qué? Cuando esta por hablar entra el profesor de matemáticas que hace que todos hagan silencio.
Pasa el tiempo y vuelve a sonar el timbre para salir a receso.
—Ya pueden salir a receso, feliz día jóvenes—se despide el profesor.
Guardo mis cosas y salgo del salón, el chico molesto salió antes que todos los alumnos.
Me dirijo hacia la cafetería para ver que ofrecerán este año en el menú, no es que hagan algo fabuloso para comer, solo que cambian algunas refacciones que no estaban el año pasado, mientras leo la lista siento que alguien se acerca por detrás.
— Ya sé que estás ahí—sé que iba a asustarme—. Podrías dejar de seguirme y molestarme.
—No iba a asustarte.
—Aja.
—Si quieres no me creas—hace la típica señal de las manos como si fuera inocente—. Bien, llevo toda la mañana siendo amable contigo y tú eres una maleducada que no me ha dicho su nombre.