[más allá de la mente criminal] ©

Five - ¿Que tiene con las discotecas?

—¿Donde estoy?—pregunto al despertar, esperando una respuesta que recibo de una mujer desconocida.— ¿Quien eres?

 

—Me llamo Talia, te desmayaste anoche, Christopher te trajo.—me responde una mujer rubia de cabello corto. 

 

—¿Quien?, no lo conozco.—deja una bolsa de hielo en mi cabeza, a lo que yo puedo sostenerla sola. 

 

—¿No lo conoces?—esta se sorprende, demasiado diría yo. Ella pierde el control de su rostro, por que no sabe que mueca hacer o que decir. 

 

—No, hasta ahora no conozco a alguien con ese hombre. ¿Por que la sorpresa?, ¿tan grave es que no lo conozca? 

 

—Es quien te trajo y es... Olvidalo, ya le digo que venga.—se pone de pie rápidamente, saliendo de la habitación en la que estuve durmiendo. 

 

Es demasiado diferente a mi habitación, más pequeña, con unos colores ya desgastados, y entra poca luz por la pequeña ventana, a la cual me levanto para ver exactamente donde estoy.  En cuanto me paro frente al vidrio un poco viejo, veo que estamos en un edificio, de no más de 7 pisos, en la ciudad. ¿Como es que llegué ahí? 

 

Escucho la puerta rechinar, y me volteo a ver quien ha entrado a la habitación. Christopher es el chico de anoche, el cual me había pedido que hablase con él en un lugar tranquilo, antes de perder la conciencia por completo. 

 

—¿Tu eres Christopher?—pregunto ya sabiendo la respuesta. 

 

—Si, soy Christopher Evans. 

 

—Creo que si ne hubieras dicho tu nombre anoche, hubiera evitado asustarme.

 

—Lo sé.—sonríe un poco.— ¿Me dirás tu nombre? 

 

—Amelíe, Amelíe Mars.—respondo. 

 

—Hermoso nombre. 

 

—Casi que me vuelves a intentar sonrojar, buen segundo intento. 

 

—¿Siempre dices eso cuando te halagan? 

 

—Mmh, bueno, no me gustan los halagos, así que no los recibo de buena manera. 

 

—Primera chica que conozco que es así. 

 

—No todas son así, pero no querer recibir halagos no es malo, simplemente son los gustos de cada quien.—me siento en la orilla de la cama, ya que estar tanto de pie me dio náuseas. 

 

—Si, claro. 

 

—¿Y en que trabajas, Chris?,... ¿no te molesta que te llame así o si? 

 

—No, esta bien. Bueno, mi trabajo es algo complicado de describir, pero tengo unos pasatiempos. 

 

—¿Si?, ¿cuales? 

 

—La fotografía. 

 

—Oh, ¿enserio?, yo igual. 

 

—¿Si?

 

—No, pero sería interesante.—reímos ambos.— Bueno Christopher, yo tengo que irme a mi hogar, mi padre debe estar preocupado y tengo que ir a un juzgado a aburrirme durante el día. 

 

—¿Por que no te quedas? 

 

—Podremos vernos otro día. Y hey, ¿la rubia es tu hermana, prima, novia, o madre?

 

—Es una amiga, compartimos piso. 

 

—Oh, cool. Es bastante bonita y amable. 

 

—Si lo es. 

 

—Te tocó una buena compañera de piso, ojala yo también tenga a una buena compañera de piso cuando me mude a la ciudad.—me pongo mis zapatos, para poder bajar a tomar un taxi a mi casa. 

 

—Bueno, esta habitación nos sobra, podrías venir aquí y remodelarla como tu quieras.—afrece. 

 

—No esta nada mal, lo pensaré.—asiento, poniéndome de pie para salir junto a él hacía la puerta principal.— Gracias por acogerme en su pequeño departamento, se los debo. Fue un gusto Talia, y un gusto... Christopher.—nos quedamos mirándonos, como si nos entendiésemos a través de nuestros ojos. Una corriente extraña pasa por mi espalda, dándome a entender que aquel chico que me ha traído hasta su departamento me esta comenzando atraer. 

 

—Te acompaño abajo.—dice este cortando la conexión, dejándome salir de primero.  

 

—Adiós Amelíe. 

 

—Adiós Talia.—cierra la puerta, perdiéndola de vista. 

 

—¿Puedo pedir tu número? 

 

—Me temo que no, puesto que aun no te conozco bien, pero por si algo, ya sabes donde estudio y podremos encontrarnos de vez en cuando. Fue un gusto conocerte, Christopher.—me subo al taxi, y este cierra la puerta por mi, quedandose cerca de la ventana que esta hasta la mitad abierta. 

 

—Te veré pronto. 

 

—Claro. Adiós.—me despido con un movimiento de mano, antes de darle la dirección al taxista y que de marcha fuera de la ciudad, hacia el pueblo en donde vivo con mis padres. En el camino me voy pensando en lo bien que me he sentido en ese pequeño departamento, tan acogedor, tan fuera de lo lujoso, con Christopher y Talia muy amigables, podría aceptar su propuesta de vivir con ellos algún día, si me llego a conformar con ellos. En Christopher es en lo que más pienso, aparte de lo poco que charlamos, el tiene algo que me hace perder la cabeza, tiene ese algo que ahora me gusta, ese algo que ya no me deja pensar bien... En cuanto veo a lo lejos mi hogar, detengo mis pensamientos. Mi padre esta al lado buzón, vestido con su traje hablando por telefono. Esta vez no se va en su auto, si no en la camioneta negra en el que su chofer lo lleva a reuniones importantes.— Papá.—lo llamo. 



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En el texto hay: criminal, christopher

Editado: 20.06.2018

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